Conocí a un tipo al que su mujer traicionó y además le echó de su casa. O eso contaba él. Su mujer contaba otra cosa. En lugar de parar, hacer terapia, poner límites saludables a las nuevas amistades, este hombre se echó a la calle con nuevos amigos: un portero de discoteca, un cubatero enamoradizo, un electricista mudo, personajes de la noche de los días oscuros. Gente dispuesta a escuchar sin hablar.
El 1 de octubre de 2016, Sánchez se negó a dejar que Rajoy gobernara y propuso pactar con Podemos e independentistas y, si aquello fracasaba, ir a unas terceras elecciones. En realidad, a lo que se negó es a ser un jefe con jefes. Susana Díaz salió de las sombras, dio un golpe de realidad en la mesa y lideró aquella traición porque ella se sintió traicionada antes. La que se quedó en Sevilla perdió su silla. La siguieron los históricos siempre ajenos. Y los amigos propios, que es lo traumático, esos a los que no necesitas dar las gracias, esos que tienen las llaves de tu casa.
Sánchez pudo cambiar de opinión, pudo cambiar de amigos, pero no de objetivo. Así que decidió reclutar una nueva tropa en el oscuro exilio y volver a casa. Se apalancó en el hecho de que en cada militante obediente hay un militar rebelde. Se pasan la vida haciendo lo que les dicen. Pero si un día alguien les ofrece destruir su partido para reconstruirlo desde abajo, pillan la antorcha. Por eso las primarias las gana Zapatero en lugar de Bono, o Casado en lugar de Soraya.
Cuando Sánchez volvió vencedor a Ferraz, el trauma de la revolución de octubre se resolvió rápido: el que opine distinto, traidor. O resentido. Los nuevos amigos entraban y no salían. Él salió con Albert Rivera un par de noches, pero iba demasiado fuerte incluso para Pedro y, al final, se decantó por Iglesias y “los indepes”, sentándoles en la mesa de los niños y entreteniéndoles con un plato de macarrones. Cállate y come o vendrá el PP y te comerá. Elaborar un duelo es más lento que elaborar un culpable. Ya con un culpable y un silencio en la mesa, dejó pasar a los amigos de octubre para que usaran los cuchillos, esta vez, para defenderle. Aquello fue fruto de la envidia, perdón.
La nueva pandilla tomó el poder y se puso a defender la casa, pero cuando el jefe no estaba, unos pocos hacían sus diligencias, como en esa magnífica serie argentina llamada “El Encargado”. Le das una pistola al de la garita y cobra una comisión al fontanero. Y el fontanero no te cobra el IVA. Y todo se acaba filtrando. Aunque estés de infiltrado. Acabas empapado. Ninguna amistad política está seca si no es anterior al cargo.
Hubo un tiempo en España en que al 1 de octubre se le llamaba el día del Caudillo. Lo digo porque este 2025 iba a ser el año de Franco y se convirtió en el año del fango, el del barro filtrado que necesita pocería. ¿Recuerdan a Tamara, Toni Genil, Paco Porras o Arlequín? Eran personajes que aparecían en la tele cuando, hace unos años, lo de la salud mental no era un tema serio. Se presentaban como ingenuos y transparentes y luego iban desnudando miserias en cada capítulo hasta que era imposible seguir la emponzoñada trama y la sonrisa pasaba a mueca.
Cuando aparecen los monstruos en un videojuego, no significa necesariamente el final, pero sí la fase final, la más difícil. O matas a los monstruos o estás muerto. Es la cadencia de la decadencia. Te quedas sin tiempo. Pasó también con “El Bigotes” y un ladrón disfrazado de cura que fue reducido por el cantante de Taburete en la casa de Bárcenas. ¿Lo recuerdan? Y el PP miró para otro lado mientras llegaba el Game Over. Por eso extraña que en la manifestación de hoy se hayan venido tan arriba con lo de “mafia o democracia”. Deben tener el mismo asesor de comunicación sin complejos que Leire Díez. El photocall de la boda de la hija de Aznar si podría ser un capítulo de Los Soprano. Por no hablar de Fariña. Presentar al PSOE como la “Rosa Nostra” es mentiroso y estúpido, pero eso no debería despistar de la urgencia en las explicaciones y en echar a los Koldos, los Aldamas y las Leires, y a los que los ampararon y sostuvieron. Y la urgencia de rodearse de socialistas sólidos y solventes, con voz propia, aunque sea incómoda. Sin traumas ni tramas. Si alguna vez Sánchez pensó en reconstruir Ferraz, es el momento. De otro modo, los amigos de los días oscuros te llevarán a la oscuridad de la que salieron. Que le pregunten a Trump y a Musk.
8 junio, 2025
Lo sabe hasta éste. Ya son pasado. Por eso está tan nervioso. Está acabada la Psoe nostra, grupo de mafiosos y con muchos delincuentes por ahí. Se quieren mantener en el poder como sea para archivar causas penales propias o autoindultarse. Y seguir trincando. Elecciones ya. No hay pan para tanto chorizo.
9 junio, 2025
Pues va a ser que no, tenemos gobierno hasta el final de la legislatura, le guste a usted o no. Lo de causas penales pendientes más bien el PP y lo de trincar idem. Si realmente fuera todo tan catastrófico como dicen algunos ayer hubiera habido al menos un millón de personas en Madrid y no fue así. Hay medios para quitar al gobierno, ah que no cuadran los números para una moción de censura. Tiene el PP más personas en la cárcel que en el congreso de los diputados. Y mire usted más grave que robar es crear una policía patriótica como hizo el gobierno del M. Rajoy con dinero de todos para tapar sus mierdas e inculpar a otros de cosas inventadas. Espere que el próximo año se juzgue la Kitchen y lo verá usted.
8 junio, 2025
No amargaros..que hasta 2027 no habrá elecciones .y gobernará el PSOE, seguirá Aceves y todos mejorando y más unidos que siempre!!
8 junio, 2025
Pedro Sánchez huye de los socialistas sólidos y solventes. A esos no se les puede manipular ni someter. Son los mismos que le retiraron el apoyo en 2016 cuando su ambición de poder le llevaba a pactar con Podemos e independientes. Eran conscientes de lo que podía pasar. Y visto los hechos, acertaban. Y sino que se lo pregunten algún segoviano ilustre que estaba en ese proceso y le retiró el apoyo. Pedro Sánchez es un narciso que carece de sentido de Estado e ideología y es capaz de venderse al mejor postor con tal de amarrase al poder.