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El ánimo de Alberto es el desánimo del resto

Miró a la Presidenta de la Cámara, luego a la cámara y dijo: “ánimo, Alberto”, y estalló la alegría por la ocurrencia ensayada. Sánchez sabe que el PP no acaba de rentabilizar el acoso porque vive atrapado en la cárcel de su “piso Franco”, en una trampa que consiste en creerse lo que le dicen, que es la ultraderecha no homologable con la derecha liberal europea por la herencia del General que nos dejó tan joven. De tanto oírlo, acabaron por sentirlo. Hagas lo que hagas, facha que te cagas. Esto hace que el PP ande descentrado buscando el centro de los marcos del PSOE, que son los cuadriláteros donde se dan las hostias y hace que hable de temas ajenos con palabras prestadas. Su “dontancredismo”, su indefinición, su búsqueda de la centralidad son consecuencia de ese encierro. Su falta de personalidad y estrategia hace, incluso, que el PP añore al “verdadero” PSOE de Felipe González, tratando de encerrar a Sánchez en la imaginaria cárcel del falso PSOE, una trampa que el Presidente nunca pisó.

Ese sueño de moderación es una pesadilla para los votantes populares, que se fugan a VOX, porque Abascal no es grande, pero sí libre y el vudú sanchista ya le pincha un hueso. Su brujería consiste en “pesoizar” la realidad a través de eslóganes y el PP se lo traga y vota lo que no cree y lo que a su gente no importa. El PP (y su cercanía con Vox) es el contenedor donde se reciclan los errores socialistas. La amnistía es la solución a la fábrica de hacer “indepes” que es la derecha. Hasta el fallo de las pulseras es culpa de quien niega la violencia machista. Fachas por ir a pachas.
La única liberal liberada es Ayuso, que habla desalineada del PSOE y del propio PP, y levanta el aplauso cuando su cabeza consigue poner tres cerezas en línea. En otras tiradas se “autodesalinea” y mezcla peras con manzanas, libertad con barra libre y euskaldún con “pinpanpún”, abriendo un melón con el PNV, que es la media naranja nacionalista de Feijóo. No pide permiso, ni perdón, ni ayuda, porque ve que a Alberto nadie le aplaude, nadie le ríe. Esa debilidad también la ve Sánchez, que le manda ánimo mientras él le manda al Senado.

Y ese juego “chulísimo” anima a Sánchez y sus fans, pero nos desanima al resto, a izquierda y derecha. Porque había dos secretarios de organización repartiéndose mujeres necesitadas, polvos y chistorras, que ni puta gracia tiene. Los mismos, por cierto, que acosaban a Fernández Vara, reciente y prontamente fallecido, un referente de la buena política, un gigante de la izquierda ilustrada y comprometida, sí, la que tenía formación profesional antes que formación política, la que tenía donde volver y aun así se quedaba, la que renunciaba a ministerios en Madrid por estar en su tierra, la que defendía a las personas frente a los territorios y a su territorio frente a su partido. La de la política vocacional, la del servicio público, la que ejercía la crítica porque la toleraba. Un Doctor en construir puentes y derribar muros que aprendió en Puerto Hurraco, como médico forense, que la primera obligación de un gestor es gestionar la convivencia. Alguien debería pedir perdón, aunque él no tuviera rencor. En la política de partidos, tener mala memoria es tener buena salud.

Ver hostias en “reel” es adictivo, aunque nos obliguen a tomar partido por lo que ni siquiera nos importa ni entendemos, como si fuéramos el Sabadell, el BBVA, Ndongo o Santaolalla, pero hay que saber que las posiciones radicales y la búsqueda de la humillación del otro es mala política, y que eso nos lleva a la “antipolítica” y luego vienen los trumps y los profesionales del abuso y ya no entendemos nada de lo que habíamos aprendido. Esta vez Trump no se quedará en el poder en plan Putin, porque 80 años no dan para mucho, pero una vez abierto el camino del “autoritarismo democrático”, alguien volverá para devolvernos a los años 80.

¿Qué pasó con el futuro? ¿cuándo lo perdimos? Pues en muchos momentos y en malas decisiones, por ejemplo, cuando permitimos que Ábalos acosara a Fernández Vara. Por ejemplo, cuando permitimos que los líderes se animaran, desanimando al resto.

Author: Gonzalo Vázquez

Periodista

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