Ya está. Un año más. Mal número en el sorteo. A rezar. Los cotos pocos y las fechas malas.
Quien diga que Segovia es tierra de truchas miente. El verano seco. Atroz. Cauces trucheros convertidos en caminos. Veraneantes de los pueblos que “destruchan” sus riberas invocando una tradición mal entendida. Como si se invocara tradiciones caducas que ya no pueden ser. Especies foráneas mal estudiadas transmisoras del desastre y la desolación.
Ese es el panorama. Y voy yo y pico. Otro año. Un año más. Esta vez van a ser cinco veces. Cinco fechas. Dos en Segovia, una en Burgos y dos en Valladolid.
No tengo remedio. Y eso que cada permiso cuesta 18 euros por lo bajo. En ciprinidos 8.
Así que ya sabe usted. Tengo compañeros que no quieren permisos en la provincia de Segovia. Normal. Se gasta su cuadrilla cerca de 800 euros en permisos y ninguno aquí. O sea que pescar saben y afición tienen. Por eso. Porque saben y afición tienen.
Y es normal. Que se puede esperar de unos gestores que ponen un AREC que está seco más 5 meses al año (junio, julio, Agosto, septiembre y parte de octubre).
Así que imagínese como estarán los cotos (con muerte, eso sí, que pagamos para poder matar). Hoy por hoy no hay regeneración posible de los ríos. Pero eso es otro tema para otro día.
Pero una vez pagados, tenemos la ilusión. La ilusión de pescar. La ilusión de ser los primeros. La ilusión de que ese regato o chorrera este puesta la trucha de tu vida. Y que hoy quiera. Y que hoy si. Y que la cucharilla que traes sea la que quiere. Y eso no te deja dormir.
Y sabes que es imposible. Que no puede ser. Que nuestros ríos no tienen vida sino prestada. Repoblada. De mentira. Que ya no hay truchas de tu vida. Que todas murieron pescadas legal o ilegalmente y sus puestas se las comieron los malditos cangrejos. Que no. Que no puede ser.
Al año que viene, tal corderos, iremos de nuevo al sorteo. A buscar la trucha de nuestra vida. Porque todo suena a que este año tampoco. Y eso que la pesca empieza el 15 de marzo.
Es un triste destino este de estar enamorado y ser un vulgar cornudo engañado.
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