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Germania en Segovia

Los españoles, como pueblo de costumbres mediterráneas, somos mestizos. Muy mestizos. El mestizaje va en nuestra naturaleza, y por eso en nuestro solar peninsular se han mezclado, a modo de crisol, muchos pueblos y muchas culturas: iberos, celtas, cartagineses, romanos, bizantinos, godos, alanos, vándalos -aslingos y silingos-, moros -de la Mauretania Tingitana, norte del actual Marruecos-, y por supuesto muchos europeos de varias procedencias. Yo, por mera curiosidad, me hice examinar el ‘adn’ paterno y materno hace algunos años, y los resultados confirmaron ese mestizaje: mis Ceballos paternos, montañeses venidos a Segovia hacia 1825, son de origen británico -escocés o norirlandés-; y mis Gila maternos vinieron a la Segovia medieval desde las tierras de Francia, donde tanto se ha venerado a Saint Gilles…

Lo cierto es que ese mestizaje, en lo cultural, suele tener aspectos positivos, porque enriquecen nuestras costumbres. Claro, algunas de esas influencias -por ejemplo, las actuales aportaciones que nos llegan desde Hispanoamérica- son más estimables que otras -las de procedencia africana-, quiero decir que, o bien tienen un mayor ‘peso’ cultural, o bien se adaptan mejor a nuestra idiosincrasia.

De entre las más notables novedades, hay tres que destacan sobre otras: la fiesta del Halloween norteamericano, la devoción del Rocío andaluz, y la fiesta cervecera de Baviera, llamada allí Oktoberfest. Voy a referirme brevemente a esta, porque me trae a las mientes las seculares relaciones entre los alemanes y los españoles -y más en particular, entre germanos y segovianos-. Y es que, si la Baviera germana es la región autónoma mayor de toda la Unión Europea, la que le sigue en tamaño no es otra que la nuestra de Castilla y León.

Las relaciones entre España y Alemania, a lo largo de la distancia y en el transcurso de los siglos, han estado marcadas por una mezcla de alianzas políticas, conflictos bélicos, intercambios culturales y económicos. La interacción entre los miembros de ambas naciones -doy al término nación el antiguo significado de conjunto de pueblos de la misma lengua y de la misma cultura- ha sido, por cierto, más amplia de lo que solemos recordar.

A finales del siglo XV, la unión entre las Españas y las tierras germanas se intensificó, debido a los matrimonios dinásticos y las alianzas estratégicas. El matrimonio celebrado en 1496 entre la Infanta Doña Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, con Felipe el Hermoso, archiduque de Austria e hijo heredero de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Esa boda consolidó la futura hegemonía de la Casa de Austria -los anglosajones les apellidan Habsburgo– en Europa; pero también un gran flujo de ideas, de personas y de mercancías, entre ambos territorios.

Oktoberfest, en 2022.

Desde 1516, el hijo de aquellos príncipes -Don Carlos I de España, a la vez emperador alemán- gobernó un vasto imperio que abarcaba no solo España y los territorios alemanes, sino también posesiones en Italia, los Países Bajos y América. Durante su reinado, los intereses españoles y alemanes estuvieron profundamente entrelazados, con Carlos enfrentado a la Reforma protestante en Alemania, liderada por Martín Lutero. Tras la abdicación del emperador en 1556, la alianza entre las Españas y el Imperio continuó firme, siendo notable tal alianza durante la terrible Guerra de los Treinta Años (1618-1648), un conflicto religioso, político y territorial que devastó gran parte del centro de Europa.

Tras un siglo de distanciamiento, el ascenso de Napoleón, que llevó la guerra a lo ancho y a largo de toda Europa, afectó gravemente a España y también a todo el Imperio Germánico. De nuevo, los ejércitos españoles y germanos -prusianos, austriacos-, unieron sus fuerzas hasta derrotar al tirano de Europa. Tras la común victoria, de nuevo España y Alemania se distanciaron. El siglo XX estuvo marcado por dos guerras mundiales en las que España y Alemania tuvieron papeles muy diferentes: en ambas contiendas, España mantuvo su neutralidad y apenas intervino simbólicamente en favor de la Alemania nazi enviando a la División Azul a luchas contra la Unión Soviética comunista. Prescindiendo del asunto bélico, resulta que nuestros voluntarios -muchos de ellos, segovianos- conocieron entonces la pujante y moderna Alemania, y trajeron de ella no solo recuerdos, sino ideas y experiencias importantes.

Tras la derrota de la Alemania nazi en 1945, las relaciones hispano-alemanas se enfriaron considerablemente, especialmente debido al aislamiento internacional de España en la posguerra. Solo veinte años después se recuperaron, especialmente en el ámbito económico: Alemania se convirtió en uno de los principales socios comerciales de España, y miles de trabajadores españoles emigraron a Alemania en busca de mejores oportunidades laborales; cuando regresaron, trajeron consigo buena parte de la visión del mundo de los germanos. Tras la muerte de Franco en 1975, y la transición española hacia la democracia, las relaciones se consolidaron aún más: en la actualidad, tanto España como Alemania son miembros clave de la Unión Europea, un reflejo de la colaboración y la interdependencia que han construido a lo largo de los siglos.

Ciñéndonos a nuestra Segovia, hemos de recordar que, excelente fruto de esas buenas relaciones seculares, tenemos en nuestra ciudad la mejor muestra de la ingeniería germana del siglo XVI: nada menos que el Real Ingenio de la Moneda, a orillas del Eresma, recuperado y restaurado hace pocos años merced a la iniciativa y a los ímprobos esfuerzos de nuestro convecino Glenn Murray. Aquella máquina extraordinaria de acuñar moneda se trajo desde las lejanas tierras del Tirol austriaco, y fue montada y operada por artesanos germanos, muchos de los cuales se establecieron en Segovia, y aquí murieron y yacen sepultados -me viene a la memoria el maestro monedero Rabián Holzer, enterrado en el Parral-.

Más modernamente, la firma Klein S.A. -de origen germano, aunque nacida en la Barcelona modernista de 1892-, especializada en productos derivados del caucho -tan abundante en nuestra Tierra de Pinares-, se estableció en nuestra ciudad en 1922, y desde entonces ha dado de comer a centenares de familias segovianas.

También me acuerdo de algún caso de segoviano en Alemania. Así, el de nuestro convecino don Rodrigo de Peralta y Cascales (1669-1730), que salió muy joven de Segovia para Flandes, donde tras alcanzar el empleo de maestre de campo de caballería y el hábito de la Orden de Calatrava, fue creado barón de Louvignies y nombrado gobernador de la plaza de Charleroi. Luego pasó al servicio de nuestro aliado católico -y padre del entonces heredero presunto de la Corona de España-, el Príncipe Elector de Baviera, de quien fue capitán de caballos corazas (1694), capitán de caballos arcabuceros de su Guardia (1698), y por fin teniente general del Ejército bávaro. Guardo en mi archivo familia todos sus despachos de esos empleos, y hasta un retrato. También el libro de horas devocionales de su esposa, hija de los Condes de Wonsheim, impreso en París en 1639, que ha viajado desde Francia a Bélgica, de allí a Baviera, y por fin en 1730, a Segovia…

Otro vínculo hispano-germano actual lo mantiene la segoviana Maestranza de Caballería de Castilla, que se encarga de la organización de los Día de los Difuntos alemán, organizado por la Embajada de Alemania, cada noviembre, en el Cementerio Militar Alemán de Yuste (Cáceres). He tenido el honor de hablar allí sobre nuestro pasado común.

Considerando, pues, este legado histórico, me complace que la Federación Empresarial Segoviana haya promovido otra vez la Oktoberfes -el juego de palabras, aunque fácil, no deja de ser oportunamente ingenioso-, imitando a la grande Oktoberfest muniquesa. Es una aportación cultural y festiva que encaja muy bien con nuestra idiosincrasia segoviana y con nuestra afición por la cerveza y por las salchichas: ya mi tatarabuelo don Antonino Sancho tenía una fábrica de cerveza en la calle de la Muerte y la Vida 15, allá por el 1860, y hoy fungen en nuestra tierra varias fábricas del dorado líquido alimenticio. Y para qué decir cuánto comparten las salchichas alemanas y los embutidos segovianos…


Author: Alfonso Ceballos-Escalera y Gila

Doctor en Derecho e Historia. Concejal de Vox en el Ayuntamiento de Segovia.

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3 Comments

  1. Que memoria tan selectiva: se le ha pasado mencionar la alianza del general golpista Franco con los alemanes durante la guerra civil española: Guernica, etc…
    La casa de la moneda la compró y restauró el AYTO de Segovia con financiación del gobierno central: por supuesto q la Asiciacion de Amigos de la Casa de la Moneda y otros muchos colaboradores apoyaron y empujaron esta reseñable iniciativa pública.

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    • Efectivamente, el Dr. Ceballos-Escalera se ha olvidado de recordar la participación de los fascistas alemanes del Partido Comunista de Alemania (KPD) y del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en la guerra civil española, en auxilio de los rojos, aportando la XI Brigada Ernst Thaelmann y la XII Brigada Hans Beimler. Tampoco menciona a la Legión Cóndor, que vino en ayuda de los alzados contra el golpe de estado electoral de las izquierdas, en febrero de 1936. Todas esas unidades de combate germanas se distinguieron mucho en la campaña.

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      • Enhorabuena por el artículo D.Alfonso.

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