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El voto de San Roque: Gratitud y tradición ciudadanas

El 16 de agosto se celebra la fiesta de San Roque, patrono de los peregrinos, de los enfermos de peste y epidemias, y de los animales -en particular, de los perros-.  Y esa fecha tiene todos los años un significado especial para los segovianos: es el día en que se renueva el Voto de San Roque, y esta ceremonia conmemorativa nos mueve a decir algo de unos tiempos terribles para la ciudad.

Digamos, primeramente, algo de San Roque. Este santo varón occitano (Montpellier, entonces Corona de Aragón circa 1295-circa 1348), fue canonizado el 26 de octubre de 1629 por el Papa Urbano VIII, debido a que a sus veinte cortos años decidió vender todas sus posesiones, repartir el dinero entre los pobres, y más tarde hizo una peregrinación a Roma con la intención de visitar sus santuarios. 

En esa época se desató una epidemia de peste que provocó gran mortandad en toda Europa -la famosa Peste Negra, que entre 1347 y 1353 acabó con la mitad de toda la población europea-, y el romero Roc, en su recorrido por toda la península itálica dedicó sus afanes a curar y a atender a todos los enfermos de la peste que iba encontrando. Y a los apestados que morían, les daba cristiana sepultura -apenas nadie más se atrevía a acercarse a los cadáveres por el pánico a contagiarse de la peste-. 

Él mismo contrajo la enfermedad en Piacenza, su cuerpo se llenó de bubas y de manchas negruzcas; entonces, no queriendo dar trabajo y penalidades a nadie, salió de la ciudad y se refugió en un bosque. Milagrosamente, un perro le trajo hasta allí un pan tomado de la cocina de su dueño, y el hecho se repitió durante varios días. Hasta que el dueño del can, extrañado, siguió al animal y dio con el extenuado y casi muerto Roc. Apiadado de su desgracia, lo llevó a su casa y le curó sus llagas. Restablecido apenas, Roc regresó a Piacenza y continuó dedicándose al cuidado de enfermos, personas y animales. Retornado a su patria chica, parece que murió allí, tras padecer un largo tiempo de prisión -al parecer, le confundieron con un espía y le encarcelaron-. Esto ocurrió por los años de 1348-1350.

La devoción a San Roque es muy antigua en la ciudad, y por los dibujos de Antón de las Viñas, del 1563, sabemos que ya entonces existía una buena ermita dedicada al santo, en donde hoy florecen los Jardinillos de San Roque.

Volvamos ya a nuestra Segovia. Sabemos, por los escritos de los maestros Colmenares, Grau y Mosácula, y por el libro recopilatorio de 1999 que promovió el bueno de Paco del Caño, que fue en febrero de 1598 cuando se manifestaron en Segovia los primeros indicios de que, tras dos años de haberse manifestado la enfermedad en la península ibérica, una epidemia de peste bubónica había entrado en la ciudad. Fueron entonces pocos los casos, y todavía en abril el Concejo se dedicaba a organizar fiestas de Corpus y de toros. Pero a finales de mayo la situación había empeorado tanto, que se nombraron comisarios para atender a la grave contingencia, suspendiendo ferias y fiestas, poniendo guardas a pie y a caballo, y cerrando las puertas y portillos de la ciudad para impedir el trasiego de personas y animales. Porque los hospitales segovianos (los de Santa Catalina, de las Plagas, de Convalecientes, de Desamparados, de la Misericordia, y de Santi Spiritus) ya no daban abasto a admitir a los muchos enfermos, y hubieron de habilitarse las ermitas de San Lázaro (junto a la Fuencisla) y de Santa Lucía, la iglesia de San Pedro de los Picos, y las cuevas aledañas a la ciudad. Hasta hubo de adecentarse un terreno para ir enterrando a los muchísimos apestados fallecidos, porque los vecinos se caían muertos por los portales y por las calles, y las iglesias y sus cementerios parroquiales estaban llenos de cadáveres. 

Con la industria textil y el comercio y el artesanado completamente suspendidos, y con la amenaza del hambre para los vecinos, el Ayuntamiento, el obispo y el clero, y toda la nobleza urbana, se volcaron en el auxilio de los necesitados, aportando grandes sumas de dinero y acopiando grano y mantenimientos; mientras que los médicos, los boticarios y los sacerdotes, dieron todo de sí, prestando una benéfica y arriesgada asistencia personal.

Esta trágica situación, que duró más de un año y que se llevó las vidas de muchos miles de vecinos -12.000, dicen-, y causó luto, desolación y ruina, movió a los regidores segovianos a hacer solemne voto a San Roque, rogando su intercesión. Y lo realizaron el 8 de agosto de 1599, cuando en sesión plenaria del Concejo, dijeron que en voz y en nombre de la Ciudad, en la vía y forma que mejor puede y debe valer, obligándose a sí y a todas las personas estantes y residentes en esta Ciudad y arrabales, y a los que después de ellos fueren, perpetuamente para siempre jamás, hacían voto y prometían a Dios nuestro Señor y al bienaventurado San Roque, de guardar cada un año el dia de su fiesta, que cae a dieciséis días del mes de agosto, de aquí adelante todos los años perpetuamente… bajando a la solemnidad y celebración de la dicha fiesta, a gloria y honra de Dios nuestro Señor y veneración del bienaventurado San Roque, y pedían y suplicaban a su señoría don Andrés Pacheco, Obispo de esta Ciudad, que mande confirmar y confirme dicha promesa y voto, y declare por vía de fiesta de guardar de precepto el sia de señor San Roque… Un mes más tarde, para el día de la Virgen de septiembre, la epidemia había cesado.

Y así, desde entonces, han pasado ya 426 años nada menos, se ha venido haciendo por la Ciudad -primeramente, en la ermita de San Roque, y más tarde en la cercana iglesia de San Millán-. Renovando hoy el Excelentísimo Ayuntamiento, por voz de su alcalde presidente, aquel solemne ‘voto de ciudad’, hecho con la devoción de los segovianos en aquellas circunstancias graves.

Porque Segovia cumple con lo que promete, y lo ha hecho, lo hace y lo hará, aunque los tiempos y las creencias cambien, y mal que les pese a algunos incultos que no acaban de comprender que, si bien el Estado es aconfesional (que no laico, como inventan:la Constitución Española establece que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad y mantendrán relaciones de cooperación con la Iglesia Católica), pues resulta que la inmensa mayoría de los segovianos ni son aconfesionales ni son laicos, y aman sus tradiciones. Y esta del voto de San Roque es bien bonita y bien sentida por nuestros convecinos, no hay más que ver la gran concurrencia que este año tuvo la misa, presidida por nuestro obispo y pastor, y la sucesiva procesión, con los bailes y sones en honor del bienaventurado Roque.

Ad multos annos!

Author: Alfonso Ceballos-Escalera y Gila

Doctor en Derecho e Historia. Concejal de Vox en el Ayuntamiento de Segovia.

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4 Comments

  1. …y el derecho de pernada. No se olvide 😉

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  2. Que estemos en 2025 y aún sigamos con cosas así basadas en creencias, pero nada demostrable, es cuanto menos para pensarlo bien.

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  3. Para hacer tantas alabanzas de la celebración de San Roque y siendo concejal del Ayuntamiento, no se le vio el otro día en San Millán. Mucho pico y poca pala.

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