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El pecado de todos los Santos

En cada organización hay un organizador bueno y otro malo. Uno que construye, que lidera, que reparte el juego, tipo Modric y otro que solo reparte. Como Pepe cuando jugaba de blanco. Los secretarios de organización organizan en secreto las cañerías por las que entran votos y salen cargos. Son la cruz de la cara de la política. Son el de seguridad del Bernabéu que mira al público en lugar de seguir el partido. No les dan porra, pero les dan las listas. Nadie se mueve cuando se hacen las listas. El que se levanta al baño, cuando vuelve, ha pasado del 19 al 23. Si te quejas, te enseñan la porra. Porque los misterios de la democracia al pueblo pertenecen, pero las listas de los ministerios son el libro en que se leen.

Los de organización, últimamente, solo hacen política de cercanía. Y de vía estrecha. Dentro del cuarto, en un rincón, encerrados, escondidos, como Chenoa cantando con Bisbal. Poco de salir a la calle, de comparar, de tener un proyecto de país para el futuro. Como aquel pretendiente de First Dates que decía que le encantaba viajar, pero volviendo a cenar a casa. Ya tuvieron bastante calle en las primarias, peleando avales, repartiendo ánimos, promesas y teléfonos. Creando con el líder lealtades primarias. Con premio cuando se gana. Cuanto más improbable es la victoria y más crisis tiene el partido, más premio. Son los “chicharros” de la inversión política. Al amor más primario se le hizo Secretario de Organización y se le dieron las llaves y los mapas y las listas blancas y negras. Allí se rodeó de otros paisanos faltos de escrúpulos, peleando con otras tribus locales para ver quién velaba mejor los sueños del líder. Hasta acabar imponiendo la dictadura interna para representar bien la democracia exterior. Son los achuchadores de sede. Ellos lo llaman apremiar, conminar, hacer ver…pero son achuchadores que llaman para dar línea y si te sales de la respuesta de carril, te descarrilan de las listas. Hazte cargo si quieres mantenerlo. El cargo y su cultura siniestra siempre existió en la diestra. Piensen en Cascos, Cospedal o Ana Mato. No creo que les pongan una plaza, quizá de garaje, junto a Antonio Lobato, por su interés por los precios de los coches.

Los whatsapp de Ábalos solo han hecho daño al propio José y al Santos sucesor, al desvelar sus gestiones cuando fue jefe de achuchadores del “altísimo”. En lugar de una cabeza de caballo en la cama, Ábalos ha metido de amenaza 150 gramos de cabeza de jabalí, que es ese embutido hecho con morro y lengua. El “extodo” anda “sobrao” de esa casquería. Lo ha hecho para asomar su zapato de rejilla y su peloti en la puerta de Ferraz y sugerir que, si se puede indultar a Puigdemont por irse de España, se podrá perdonar que él se fuera un rato de casa.

Una mala racha la tiene cualquiera, cobarde. Y los whatsapp han sorprendido, pero para bien. No se creía que el Presidente fuera tan diplomático. Yo trato peor a Siri y al chatGPT. El whatsapp de un hombre contienen multitudes de penas y de penales. Un presidente puede elegir sus aprecios y sus desprecios. Para eso se la ha jugado y ha ganado. El disgusto me ha venido al ver que el entonces secretario de los secretos, ese tronista de pelos en las orejas, ese fucker de peine de nácar, achuchaba a Fernández Vara, que ha ganado elecciones autonómicas desde hace 25 años. Vara, un socialista leal, que no va al Hormiguero para vaciar el cargador ni engordar a la oposición. Un tipazo con ética y principios que manifestó su dolor (compartido por cualquier socialista) de ver a Bildu y a Junts siendo claves para la gobernabilidad, tuvo que aguantar el aliento de Ducados y Brumel al otro lado del móvil achuchante. Cuando el extremeño manifestó su responsabilidad con los extremeños se le recordó la que tenía con quien le puso en las listas. “Complejos de pobres”, escribió Ábalos desde su complejo de nuevo rico.

Ser escudero te da derecho a un escudo para defenderte de los otros, no para atacar a los tuyos. Pasado el disgusto, todas las miradas se fueron al nuevo Secretario, que parece que está repitiendo los pecados de todos los santos de los últimos días. Sus grandes logros fueron traer a Koldo y tomar nota de las exigencias de Puigdemont. Ya veremos si hay otros pecados, pero mientras tanto, podría achuchar al extremeño Gallardo por su cobarde aforamiento expréss. Los hombres y sus acciones duran más que los nombres y sus cargos.


 

Author: Gonzalo Vázquez

Periodista

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2 Comments

  1. Lo que está claro es la implicación directa del Number One en toda esta trama de corrupción y delincuencia. Su falta total de dignidad. Y su capacidad para vender a quién sea y hacer lo que sea, por seguir en el poder. Un dictadorzuelo siniestro.

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    • En eso no hay la menor duda, “Madre mia”. Hace nada, aunque no quieran recordarlo, al Number One no quedó un sólo ministro sin pasar por la justicia 😉

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