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El pato cojo y el puzle socialista

Lo he visto antes: en una empresa, cualquiera, de repente se sabe que el jefe va a causar baja y el proceso siempre es el mismo: el personal piensa en el dimisionario y se pregunta por qué y a dónde; después encuentra las ventajas de la marcha, más que nada porque la rutina fuerza animadversión y hartazgo y finalmente, cada uno piensa en sí mismo, en su propio futuro, en los movimientos en cadena en la estructura laboral… Le suena, seguro.

En el caso del regidor Arahuetes la cosa va igual. El personal sigue preguntándose por qué y a dónde y yo, tan pez como el resto (o más), sólo puedo tratar de situar las cosas buscando líneas paralelas. Acuérdese que el propio alcalde invitó a los periodistas a especular sobre este asunto el día que confirmó la información de acueducto2.com sobre su marcha.

Así, caigo en la cuenta de que al mismo tiempo que el dimisionario tomaba la decisión de serlo, se estaban cociendo las listas para las elecciones europeas del PSOE en las que no sale su nombre; en que en el partido se daba casi por hecho que el sucesor señalado por el aparato local sería Alfonso Reguera; o que el CAT, proyecto estrella de este alcalde —“el edificio emprendedores se acabará sí o sí”, se proclamaba en alto desde todos los rincones del Consistorio sólo unos días antes— desaparecía de los presupuestos municipales sin una sola explicación.

Mientras, los asuntos judiciales de peso, como el de Caja Segovia, siguen su curso pero, con ser graves y poder agravarse, serán largos. No estoy demasiado seguro de que de ahí puedan venir urgencias. Fíjese en los que están en igual situación y son también cargos públicos y políticos: ni un movimiento.

Sobre la salud, especulo lo justo, que luego vienen los fantasmas y los espías —muy chusco lo de la acusación a Postigo sin una sola concreción o prueba y esos sí, repleta de rabia— pero yo intuyo que por ahí tampoco va la cosa.

Ya ve, la pregunta sigue en el aire. Pero fíjese que pese a ser importante responderla y le aseguro que estoy en ascuas, la sensación que yo tengo después de tratar de pulsar el ambiente entre los socialistas y satélites del Gobierno local, me lleva a detectar un estado como de paz, esa que se produce cuando uno ha pasado un trago de esos gordos, pero inevitables. La marcha del independiente, en sí, es ya un asunto secundario.

Arahuetes, amortizado y soportado en montones de casos sólo por su alto valor electoral, estaba destinado a desaparecer ya, y mejor pronto que tarde para evitar sufrimientos. Hacerlo como lo ha hecho, deja viuda y huérfanos en la casa socialista, pero mire, ya está pasado el trámite (a falta del trámite de marzo), que la enfermedad ha sido muy larga y la familia, quizá con pena y añoranza, descansa por fin.

Así pues, al margen de la toma de palabra que protagonizó ante la agrupación local del otro día, repleta de auto reconocimientos y poco más, y concluida con aplausos, más formales que entregados, el independiente es ya lo que los americanos llaman un “pato cojo” —un gobernante con fecha de caducidad cuyas acciones pierden trascendencia e interés— y ya piensan en como acomodarse ante la nueva situación y el mundo de oportunidades que se abre para establecer un nuevo “quién es quién”. Ojo, que algunos serán, otros seguirán siendo y varios, perderán.

Y en esas estamos. Nadie parece cuestionar —no digo que guste a todos, digo que no se cuestiona— que Luquero sea la que ocupe la Alcaldía hasta mayo de 2015 y en esto, salvo sorpresas de última hora —yo qué sé, que un concejal socialista, o el de IU, no vote al candidato de ese grupo y la carambola del empate lleve al que proponga la lista más votada, (en 2011 fue la del PP), a coger el bastón de mando, algo quizá poco probable, pero técnicamente posible y ya visto varias veces antes— la predicción está hecha.

El problema viene después. En cómo se establecen los papeles y fuerzas en el seno del futuro equipo de Gobierno, donde hay varios polos —de los que se repelen— que parecen definidos y que encarnan por un lado la propia Luquero —y cuya actuación desde la Alcaldía definirá su papel futuro—, por otro, el concejal con más poder acumulado en este momento; Alfonso Reguera, el teórico elegido para encabezar la próxima candidatura y al que su entorno atribuye sin remilgos el papel de alcalde en la sombra para los próximos meses; o la figura de Javier Arranz, generador de quebraderos de cabeza para el partido —que aún mantiene abierta la petición de expediente para él— y manifiesto opositor político de Reguera.

Ah, si. Me olvidaba de la inquietante figura de Javier Giráldez, al que se atribuye tener en propiedad un acuerdo que le llevó a la lista socialista, quizá con la promesa de ser alcalde tras Arahuetes. El interesado lo niega y quién se empeñó personalmente en colocarlo en la candidatura socialista, Juan Luis Gordo, mantiene silencio, como está haciendo en todos los aspectos de este proceso, otro comportamiento más que chocante.

No, no mencionaré al resto de los concejales, pero le recomiendo que eche un vistazo al comportamiento de alguno de ellos respecto a los que he citado antes. Hay gráciles revoloteos que le harán sonreir. Si le cuento que en cuanto al relevo del concejal Arahuetes, que no es lo mismo en ese juego de fuerzas que el acta lo recoja Fidel Urrialde, que Marta Gutiérrez… De momento y hasta el 30 de marzo, al que le toca es al primero, remarco.

El tablero de juego, como ve, se va montando, aunque ya solo falta que aparezca una variante más en la discusión porque los socialistas den con algún nuevo “mirlo blanco” capaz de mantener las siglas socialistas en el Consistorio. Hombre, no es fácil y además, de la experiencia siempre se aprende algo, digo yo.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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