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Educación y brecha económica

Esta última semana hemos conocido el informe Pisa 2015, que evalúa cada tres años los conocimientos y competencias de los jóvenes escolarizados de 15 años de 72 países del mundo en las áreas de Lectura, Matemáticas y Ciencias. Los resultados nos han situado por primera vez en la media de los 34 países de la OCDE, los más avanzados del mundo, aunque la media ha caído notablemente.

El informe, una vez más, ha puesto de manifiesto enormes diferencias entre comunidades autónomas. Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia se sitúan a la cola. Los alumnos andaluces van, en términos equivalentes, un curso y medio por detrás de los castellanos y leoneses. Lo que ha permitido a los consejeros de ambas comunidades manifestar su satisfacción y sacar pecho por el trabajo bien hecho, en el caso del consejero de la Junta de Castilla y León; y mostrar sus quejas a la consejera de Andalucía por la elección de la muestra seleccionada de colegios.

No cabe duda de que la calidad docente y la programación de la enseñanza influyen en el aprendizaje de los alumnos, pero no es el único factor. No es lo mismo un seguimiento y atención más personalizada por profesores expertos a alumnos en aulas cohesionadas y con un nivel escolar y cultural equivalente, que en aquellas aulas en las que existen grandes diferencias culturales y sociales en el alumnado. Bajo la presión de un programa educativo consistente y de calidad las diferencias entre el aprendizaje del alumnado vienen marcadas por las diferencias culturales y socioeconómicas de las familias.

Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia no solo cuentan con una renta media menor al resto de España, sino que por desgracia muchos de sus pobladores sufren como nadie aún los estragos de una España históricamente abandonada. Cabe recordar como ejemplo el viaje de Alfonso XIII a las Hurdes en 1922 en el que el monarca pudo comprobar de primera mano el aislamiento, la pobreza y la enfermedad crónica. Las diferencias sociales y culturales no se corrigen de un día para otro. Y a pesar del fuerte avance social, económico y cultural registrado por estas comunidades desde el 78, persisten enormes diferencias entre grupos sociales que dificultan su avance educativo. La procedencia económica y social de los alumnos es clave para el éxito educativo. El informe pone de manifiesto que España es el tercer país del mundo donde menos se manifiesta este problema, pero los resultados dan pruebas inequívocas con el mapa socioeconómico y cultural de nuestro país.

Las becas son un instrumento necesario, pero no suficiente, para corregir esas desigualdades educativas. La socialización cultural y educativa de los grupos sociales más desfavorecidos, y en especial de los niños desde temprana edad, constituye un factor clave para corregir las desigualdades educativas. Para ello es clave la implicación en este programa de la Administración local y contar con un nuevo marco educativo orientado al desarrollo de habilidades y de la comprensión de conceptos, y menos al estudio memorístico. A la vez que es preciso un mayor reconocimiento social y laboral de la carrera docente.

Author: Opinion

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