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Detente virus, razones para el optimismo

En un cosa sí están de acuerdo todos los médicos: solo un necio puede asegurar qué ocurrirá con el covid19. Así que barajan escenarios. Desde el peor, que en otoño vuelva a saltar por los aires el sistema sanitario y regresemos a la casilla del confinamiento, al de los rebrotes continuados durante meses pero restringidos a grupos controlados, sin contagio comunitario, o cuando menos, digerible por el sistema sanitario.

Un servidor, que el 17 de marzo seguía opinando que todo confinamiento era imposible (hasta que en la funeraria y el Santo Ángel de la Guardia me abrieron los ojos) es un poco más “optimista”. Optimista por razones o por c….  Por lo segundo; no creo que ninguna economía pueda aguantar un segundo confinamiento general de tres meses. Por razones; pienso que las cosas  están sanitariamente mejor (lo que no quita para extremar las cautelas. Acaban de confinar Íscar; una semana mala y lo mismo nos puede pasar a los vecinos…)

Recuerdo que en marzo el virus pegó donde más duele. Hospitales y residencias fueron el principal vector de transmisión. Ahí se produjo la escabechina. Ignorando la que se les venía encima, el personal iba infectando a inmunodeprimidos, personas de avanzada edad, crónicos…  Faltaban material, ventiladores y plazas de UCI. Desbordados, los médicos trataban de combatir las secuelas del virus con todo lo que tenían, antibióticos de amplio espectro, antivirales del Sida, de todo…

Esto es así, la medicina no es una ciencia a priori, precisa experimentación y los médicos de todo el mundo de la primavera de 2020 se enfrentaban a una nueva enfermedad sin tratamiento conocido. Nueva y enormemente infecciosa, solo en Segovia, en cuestión de semana se infectó el 12% de la población, una locura. Cosas así no se veían desde 1918.

Cuatro meses despues situación ha cambiado radicalmente, y de ahí el “optimismo razonado“. Parece que los médicos van atinando con los tratamientos. La gestión de espacios sanitarios y residencias tiene poco que ver, también la gestión de los grupos de riesgo. El sistema sanitario ha sido redimensionado, aunque nuevamente reaparecen carencias estructurales, como la ausencia de radiólogos en el hospital de Segovia, con la plantilla bajo mínimos hoy por hoy. Hay rastreadores, software de cribado de contactos, una población más concienciada (también más hasta el gorro de restricciones, eso también)…

Me parece muy llamativo que allí donde los rebrotes se han manifestado con especial crudeza (Aragón, Cataluña) la tasa de letalidad del covid19 ha permanecido muy por debajo del periodo álgido. Muere menos gente. Y nuestra esperanza es que en los próximos meses se logre convivir con el virus con una cierta normalidad.

“Normalidad” que no quiere decir “invulnerabilidad“. Tengan por seguro que morirá gente por covid19, pero también deben pensar que la emergencia pasa factura. A medio plazo, morirá mucha más gente si no se normalizan los tratamientos de crónicos, si no se retoma la inercia de controles oncológicos preventivos. El virus mata, pero el resto de patologías mata todavía más.

Bicho peligroso. Recuerden, un 12% de contagiados en apenas dos meses. Si no andamos con ojo se corre el riesgo de otra oleada masiva de contactos. A tal fin la mascarilla me parece una herramienta de lo más adecuada, aunque solo sea para autoimponernos una disciplina de prudencia que nos induce a desarrollar las verdaderas pautas anti-contagio. Evitar reuniones de muchos familiares o amigos, los mogollones en los espacios cerrados (ojo con esos sábados de maratón de compras en los centros comerciales), mantener distancia de seguridad, lavarse las manos… En definitiva, nada que no sepamos ya.

 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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