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Cartelera Segovia: Chappie

ChappieEl sudafricano Neill Blomkamp viene a ser como el “niño bonito” de la CF cinematográfica. Revulsionó el género con Distrito 9, intensa narración acerca de la convivencia entre  humanos y alienígenas como metáfora del racismo, tema que volvió a tentar con su segunda película, Elysium, demostrando que se maneja perfectamente en la construcción de mundos futuristas, alternando croma, 3D y todas las sofisticaciones del cine digital y cierto poso intelecual en sus planteamientos. Meritos suficientes para que se le encargara la esperada continuación de la saga Allien y una también prometedora secuela de Distrito 9.

Chappie es su esperada tercera película. En esta ocasión, Blomkamp vuelve al distópico Johanesburgo del ahora mismo para presentarnos una sociedad con altos índices de criminalidad que contrata robots para imponer el orden. Ahora bien, donde otros se hubieran limitado a rodar una de tortas en cadena, Chappie se recrea (incluso demasiado) en la problemática de la consciencia. Estamos ante un deshecho de robot al que el proverbial “mad Doctor” (Dev Patel, protagonista de Slumdog Millonaire y flojísimo, a juego con un sobreactuado elenco) inyecta un código para la asumción de la autoconsciencia.

La originalidad es que en lugar de un robot sabelotodo, Chappie empieza su aprendizaje desde cero (en esto recuerdo a la inmensa Wall-e, de la Pixar, probablemente, la jodidamente mejor película robotoide que se recuerda) y en un entorno de pandillismo gangsteril. Filosóficamente esto da juego a la película, pues nos mete de lleno en problemáticas sobre la inocencia del “ser humano natural”, la propia esencia de la humanidad, la computacionalidad del alma, o la manipulación de la educación, entre otros tropos admirables para un seminario de ética de Tercero de la ESO.

Estas un tanto largas digresiones se alternan con tremendos lances de acción, bien dosificados para no convertir la película en algo así como el Marcelino Pan y Vino de los robots. El resultado es una correcta película de ciencia ficción, una especie de Transformers filosófico que tiene su aquel, algo ñoña, visualmente compacta y más que aconsejable para el público que no esté demasiado enviciado en el ritmo tortas-tortas y solo tortas del cine de acción contemporáneo. De obligado visionado para los adictos. A destacar la sorprendente dirección artística. No sé cómo, en Chappie se construye una impactante guardería punk, de lo más molón de la cinta.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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