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Opinión: ¿Y del Sáhara Occidental qué?

Articulo de opinión de Francisco Gozalo Viejo, miembro de la asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Segovia. El autor dedica el presente artículo a Gonzalo, recientemente fallecido, luchador por la independencia del Sáhara, como lo fue el infatigable Lus Yuguero,

Se acaba de celebrar, para ser más precisos conmemorar, puesto que ha pasado desapercibido para los medios de comunicación, el cuadragésimo primer aniversario de la creación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), el 27 de febrero de 1976, un día después de que el último contingente del ejército español abandonara el Sáhara.

Coincidiendo con la efeméride, PSOE y PP, de la mano de los expresidentes González y Aznar han encabezado un movimiento, ahora sí recogido a bombo y platillo por los medios, en defensa de los presos políticos encarcelados por el régimen de Maduro.

Bien está que se acuerden de Venezuela, al fin y al cabo fue una de las colonias españolas independizadas en las primeras décadas del siglo XIX, pero lo que sorprende es la flaca memoria histórica que tienen, lo cansinos que llegan a resultar con Venezuela, cuando de la tiranía de Obiang o de los presos políticos saharauis en las cárceles de Marruecos no dicen nada, mutismo absoluto.

Como todo el mundo sabe, en la Conferencia de Berlín de 1885, cuyo anfitrión fue el canciller alemán Otto von Bismarck, las potencias europeas se repartieron África tomándose unos chatos, en plan amiguetes, vamos. A España que había perdido todo el esplendor colonial pasado y era una potencia de segundo orden le correspondieron Guinea Ecuatorial y el Sáhara Occidental. Las fechas de los procesos de independencia de Guinea y el fallido del Sáhara, si las ponemos en relación con la del venezolano, están como quien dice, a la vuelta de la esquina, el primero en el 68 y el segundo en 1976.

Pues bien, durante los ocho lustros pasados desde el final de la dictadura, primero la UCD de Suárez y después los dos partidos que se han alternado en el poder (PP-PSOE) desde entonces, han hecho la vista gorda a lo sucedido en ambas excolonias. No se ha oído ni una crítica al régimen implantado por Macías y continuado por Obiang en Guinea, a pesar de la represión brutal contra la población y la corrupción generalizada, ejemplificada en su hijo Teodorín condenado en Francia por abuso de poder y evasión de capitales. Y en lo que se refiere al Sáhara, los buenos propósitos de Jaime de Piniés y del PSOE durante la transición, épica la frase de Felipe González en Tindouf “estaremos con el Polisario hasta la victoria final”, han pasado a mejor vida.

España se marchó de mala manera del Sáhara, abandonando a los saharauis a su suerte en febrero del 76. Con los Acuerdos Tripartitos de Madrid dejó abierta la puerta a la ocupación militar marroquí del territorio, camuflada con la Marcha Verde. Desde entonces España, como potencia colonial, no sólo no ha hecho un esfuerzo para que se celebre el referéndum de autodeterminación acordado por Marruecos y el Polisario en 1991, sino que, con el paso del tiempo, se ha desentendido de su responsabilidad como potencia administradora del territorio, echándose en manos de Marruecos y dando por buena la ilegal ocupación del territorio.

No conviene olvidar que el Sáhara Occidental, tras el proceso de descolonización iniciado en África en la década de los 60 del siglo XX, es el único país en el continente sin descolonizar; ya va siendo hora de que se revierta la situación. El mapa actual de África sigue recolocándose, al fin y al cabo las fronteras se trazaron en muchos casos sin ninguna lógica, atendiendo solo a los intereses de las potencias coloniales. Eritrea, Sudán del Sur, Somalilandia incluso, han surgido como entes independientes recientemente.

Y en Asia, el caso de Timor Oriental es un ejemplo emblemático de cómo, si hay voluntad por parte de la potencia colonizadora, en este caso Portugal, se puede preparar y realizar un referéndum de autodeterminación en escasos meses. España debería aprender la lección y desatascar un proceso de autodeterminación enquistado desde 1991, puesto que sigue siendo la potencia administradora del territorio según la ONU y tiene una responsabilidad histórica ineludible.

Tras la ocupación del Sáhara en época de Hasan II, apelando a la tesis del Gran Marruecos, inventada por El Fassi, fundador del partido Istiqlal, el pueblo saharaui se encuentra fracturado en dos: los que huyeron del territorio, acogidos en Tindouf por el régimen de Boumedian, y los que se quedaron y sufren una brutal represión por parte del ejército marroquí ocupante.

La situación actual del Sáhara es un anacronismo histórico difícil de entender teniendo en cuenta que, en todas las ocasiones en las cuales Marruecos ha apelado a los Tribunales Internacionales de Justicia, sea el de la Haya o el de la UE, para justificar la anexión del Sáhara, ha salido escaldado. Empero, los intereses geoestratégicos y económicos han llevado a la comunidad internacional, desde el Consejo de Seguridad de la ONU hasta la UE, a taparse los ojos y no presionar con firmeza al régimen de Mohamed VI para que abandone un territorio que ocupa ilegalmente y deje que el pueblo saharaui se manifieste por la independencia.

Si Marruecos actúa así, con la chulería que le caracteriza, es porque sabe que la ONU y la UE amagan pero no actúan al tiempo que el gobierno español, irresponsablemente, no cumple con su obligación de concluir el proceso de descolonización.

Author: Opinion

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