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Jo sóc Mohamed Garcia

Girona, la aldea Gala y daliniana del independentismo, año 2024. El nombre Mohamed entra en el top 10, superando a Pau y Pol, todavía por detrás de Biel o Marc, pero arrasando a los Lucía o Álvaro, que lideran los PAUS madrileños. En apellidos, el cambio tarda siglos. García, Martínez y López copan el Top 3 de las calles y hay que irse al 15 para ver a los Soler, Ferrer o Bosch que, en cambio, mandan en los despachos autonómicos. El nombre, embajador del hombre, este nombre y su apellido, Mohamed García, es la historia de un error y una decepción.

El error se llamó Proyecto “Nous Catalans” y también nació en Girona en 2003 como una “versión.cat” del Gran Reemplazo, que es esa teoría que predice que los europeos católicos serán sustituidos por musulmanes y que hace que el populismo de derechas mole en los cinturones de las ciudades europeas, menos en España, porque en Vox son más de tirantes. La diferencia es que “New Catalonia” nació como una “Nueva Caledonia” colonizada, que llamaba a los inmigrantes para repoblar y echar a su invasor ficticio. Buscó inmigración de habla no “españolaza” que aprendiera catalán como lengua de integración y desempatara, por fin, el coñazo del equilibrio de la convivencia que hemos disfrutado 45 años. Esta ingeniera social supremacista pasó de la ficción a la realidad. Àngel Colom, antiguo ERC, delegado de Cataluña en Marruecos animó a los chavales a aprender catalán en centros subvencionados por la Generalitat. La población marroquí pasó de ser el 5 al 14% de los inmigrantes en Cataluña en solo diez años, doblando a la segunda, que eran los chinos.

Pero… ¿dónde está la inmigración hispanoamericana? ¿Por qué está 4 puntos por debajo de la media nacional? Pues porque como dijo Artur Mas: “los latinos no son sensibles a la identidad catalana”, queriendo decir que tienen un “Edipo” con la “mamita patria” que les impide hablar catalán. Ya tú sabes. En lugar de entender que no aprenden catalán por la misma razón que si usted emigra a Paraguay no va a aprender guaraní, por la misma razón que Messi pasó 20 años en Barcelona y solo dijo “fuet” antes de irse. Porque 600 millones son más que 6. En lugar de eso, se pensó que, como el nacionalismo es una religión, y por lo tanto irracional, una alianza con otra religión que lleva 500 años odiando lo español en otro idioma, era una buena idea. Ellos sí hablarán catalán, y sus hijos serán catalanes.

Y cuando alguien levantara la mano pidiendo una “mica de seny y de si us plau”, sugiriendo que sería más razonable combinarlo con la inmigración latina, con quien compartimos idioma y religión, porque no todas las religiones son iguales, y el islamismo es un sistema total que no distingue el poder político del religioso y que en las mezquitas no hay cuatro viudas recogiendo ropa y rezando, alguien le llamaría pedazo de “botifler” y le contestaría que aquí el idioma es el catalán y el independentismo, la religión. Vamos a ir adelante, aunque esto se convierta en “Qatarluña”, mejor moros que toros, antes una catana que una castellana, primero el Sahel y luego Carabanchel, ¿és clar? No Quito, pero si Congo, vamos a ser un “imán”, vamos a hacer Cataluña Halal, Visca “Halaluña lliure”. Cataluña “Ghana”. Toda esta hipérbole nacionalista, siempre lo supimos, era para tapar la corrupción de Convergencia. O sea, de Junts pel si, o Pel Cat o pel PdeCAT…pero pasó lo que pasa siempre que alguien usa seres humanos como instrumentos. Pasó que el proyecto fue disuelto en 2016 después de que estallasen escándalos relacionados con el tres por ciento y acusaciones de albergar salafistas, que es como la Masia del yihadismo. Pasó que salió mal porque una cosa es ponerse la camiseta del Barça y otra hablar y sentirse catalán. Pasó lo mismo con Morad que con los hermanos Muñoz, de Estopa, que siguen cantando en el castellano de la Extremadura de sus padres. Pasó que la patria es más la infancia de tus padres que la de tus hijos y que es siempre un lugar lejano cuando se está lejos. Pasó, para sorpresa de nadie, que la posibilidad de que una colombiana tenga descendencia con un español es cinco veces mayor que la de una marroquí. Mohamed García no acaba de existir y no se siente catalán. Ni español. Ni marroquí siquiera. Se siente excluido. Peor que un crimen, fue un error.

Vamos con la “decepció”. “Salgo emocionado de ver ‘El 47’, un homenaje maravilloso a la España plural y trabajadora que construyeron nuestros abuelos y abuelas. La dignidad no es algo abstracto. Es la lucha por los recursos públicos”. Lo dijo Pedro Sánchez al salir de los Renoir Princesa el septiembre pasado. Y a mí me pasó un poco lo mismo. Aunque no soy partidario de romantizar las carencias, ni creo necesariamente en que haya virtud en la pobreza o en la riqueza, me emocioné al ver cómo una generación peleó lejos de su tierra para que todos fueran tratados como ciudadanos iguales.

La semana en que la peli ganaba el Goya, Puigdemont pidió las competencias de inmigración porque “Esta gente agota los recursos públicos y comprometen la identidad catalana al no hablar el catalán”. Por supuesto,” esta gente” podrían ser de cualquiera de las siete ciudades llamadas Cáceres que hay en el mundo. Qué más da. Ninguno habla catalán porque hablan castellano, brasileño o filipino. Los extremeños se tocan. “Tierra de conquistadores, no nos queda más cojones”, cantaba Robe vestido de Jesucristo García. Manuel Vital, el autobusero extremeño protagonista, también entró en un TOP en el 78. En este caso, en el Tribunal de Orden Público y tuvo que oír como la Guardia Civil obligaba a su mujer a hablar en castellano. Mañana, medio siglo después, un “mosso” podría tener la tentación de amenazarle con la expulsión si no habla en catalán.

El pueblo de Cáceres del que Vital huyó buscando oportunidades se llama Valencia de Alcántara, y todavía hoy sigue paciente esperando su tren. Su alcalde socialista está proponiendo compartir un nuevo Hospital con la vecina región portuguesa para sumar la población necesaria. Ni portugués ni español, son ciudadanos, pacientes, dignos de toda dignidad.
No espero nada del independentismo de izquierdas porque la religión siempre gana a la razón, aunque sea al final, como el Madrid al Atleti; tampoco de SUMAR que cree que con decir “plurinacional” ya son la esencia de la izquierda. No espero nada de la izquierda de camiseta, esa que cree que la paz se construye desarmándose y la justicia social desregulando. Las leyes son las armas de los pobres (aunque estén trucadas por el dueño de la feria), pero me siento decepcionado por el PSOE que va a dejar a los inmigrantes desamparados al amparo del nacionalismo. O sea, de la desigualdad.

Olvidemos por un minuto que no existe inmigración entre españoles, olvidemos que todos los catalanes hablan castellano, que el catalán es tan español como el castellano, solo imaginemos por un momento a un alcalde de Vox diciendo que los inmigrantes nos comen los recursos y ponen en riesgo la identidad española, y que por eso pide el control migratorio de su municipio. Pues esa misma cosa que pensaríamos de ese alcalde es lo que es Puigdemont. Los trabajadores no deberían pagar esa fiesta “indepe” de unos pijos ni sus experimentos supremacistas. Ni el PSOE permitirlo.


 

Author: Gonzalo Vázquez

Periodista

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2 Comments

  1. Ilustrativo de cómo es hoy el nazionalismo catalán y vasco: un grupo sectario excluyente neardental, de ladrones e inútiles. Lo tremendo es que está amparado, ensalzado, indultado y protegido por el Psoe, que gobierna en España y allí, prometiendo la independencia y dejándoles hacer. Encima lo pago yo y el resto de españoles, con nuestros impuestos, los seres inferiores pagan la fiesta para estos gañanes pueblerinos chiflados de “raza superior”

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  2. El partido más xenófobo, más ultraderechista y defensor del capitalismo en contra del obrero es junts…y el partido sanchidta vasallo ex-pañol es su mejor aliado….ya han conseguido la independencia y España no se ha roto..

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