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Desconectado

De todas las tediosas tareas que trae septiembre (control de daños económicos, aprenderse la nueva parrilla televisiva y la nueva plantilla de los equipos de fútbol, hacer la coleta mojada al amanecer, preparar la mochila para los cortos días del largo otoño, volver al atasco de la mañana y a las tardes de carrusel deportivo…), el reencuentro de mañana con el jefe es la más incómoda de todas. Hay un ritual que consiste en darse unos palmetazos, comparar el “pantone” de la jeta y recibir la bofetada en forma de pregunta: ¿has desconectado? Esta faltada suele ir acompañada de otras figuras electroindustriales: ¿has cargado las pilas? ¿estás enchufado? ¿a tope de energía?

Imaginen que alguien responde: he conocido pueblos encantadores, paseado con mi madre sin mirar el reloj, bañado desnudo con mi pareja al caer la tarde, leído novelas maravillosas en tres días, visto series adictivas en bucle, charlado tomando vino hasta quedarme dormido, jugado con mi hija en la copa de un árbol, y pensado sobre lo que hago y quiero hacer los próximos diez años… En realidad, me he conectado, me he enchufado conmigo, los míos, lo mío, y aquí estoy de vuelta, agotado de pilas y desconectado porque yo no soy una máquina, ni un máquina, por mucho que a usted o a Bisbal se lo parezca.

Efectivamente, uno pasaría inmediatamente a formar parte del antipático club de los listillos tocapelotas, críticos, desagradecidos, desleales, y no lo hacemos porque queremos seguir siendo parte de un sistema social y económico que nos garantiza un poco de estabilidad económica y emocional. Lo que hacemos es mentir rápido porque tenemos que llenar la nevera en el Mercadona antes de lleguen los “amantes apiñados” y porque sabemos que nuestro jefe es también un engranaje. Más brillante por fuera, pero todavía más engranaje por dentro. Solo le decimos la verdad al vecino cuando nos lo cruzamos con un “todo lo bueno se acaba”, “de vuelta a la pesadilla”, y damos esquinazo a la realidad y al vecino con una mezcla de excusas lerdas pero amables, como de abogada de Daniel Sancho.

Sánchez ha convocado a los líderes territoriales para ver si han desconectado. En un partido no conviene dejar mucho tiempo de vacaciones porque la gente sale con otra gente distinta y empiezan a confundir el mundo con su mundo y a sentir asco por Puigdemont y por Maduro, y a pensar por ellos mismos y a tener criterio propio y de ahí, no es de extrañar, a ser crítico, que en política se llama ser desleal. Habría que hacer un campamento en Ferraz en agosto con lecturas y cantos y rezos a todos los Santos Cerdán. Cara al SOE si no quieres acabar en el culo de las listas.

La pregunta de la desconexión no va para Page o Lambán, que viven en pleno centro del extrarradio socialista, no es para los que son líderes en su región pero están en Madrid en el Gobierno del Estado porque desayunan contradicciones como Frosties y se despiden poniéndose a los pies de los caballos de su señora. Va para los que son críticos sin ser desleales, los que nunca hablan mal de su partido para no favorecer al PP, los que no aspiran a suceder a nadie sino a mantener la confianza de sus votantes, los que están conectados a las convicciones socialistas o socialdemócratas y quieren seguir defendiéndolas, los que quieren llenarse de argumentos y defender los suyos y a los suyos. Madrid, Castilla y León, Andalucía, Extremadura, la mitad de la España socialista que quiere opinar y ser tratada con justicia e igualdad dentro de un proyecto autonómico que quieren entender para poder explicar.

Desenchufar a estos líderes en lugar de conectarlos al proyecto sería un error para el PSOE en los territorios y para el Gobierno de la Nación. Nada desconecta más que las injusticias. Ahora que Sumar y Podemos se han quedado sin batería y han dejado un enchufe libre. Ahora que a Ábalos se le ha quemado el cable a tierra. Ahora que Feijóo no acaba de dar con la tecla con sus palos de ciego.


Author: Gonzalo Vázquez

Periodista

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1 Comment

  1. Tiene razón, Sánchez, Maduro y Puigdemont, la misma porquería son. Por eso se entienden tan bien. Bonito congreso les espera a todos los diputados triperos y cargos a dedo, con el puño en alto cantando La Internacional y alabando al amo, al dictador norcoreano, Sánchez. El que proteste no come gambones, ni le enchufan a la familia. Mientras, el país en situación de caos continuo y vendido a los nazionalistas. Lo importante es la silla.

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