Este de las tasas de la basura es un debate político sobre una obligación europea en el que todos se tiran los trastos y se reprochan, pero que es el resultado del acuerdo de todos.
En las últimas semanas, varios alcaldes y presidentes de diputaciones —entre ellos el alcalde de Segovia y el presidente de la Diputación— han protagonizado ruedas de prensa denunciando al Gobierno de España por la implantación o el incremento de la tasa de basura, con el ánimo de sacar ventaja política. En respuesta, desde la oposición se les ha recordado que la medida no es una decisión política interna, sino una obligación derivada de la normativa europea que contó con la aquiescencia del Grupo del Partido Popular Europeo, en el cual se integra el Partido Popular de nuestro país. Y es que, más allá del rifirrafe partidista, conviene detenerse a analizar con rigor el origen y sentido de esta medida, y olvidarse del “y tú más” y las tácticas de polarización.
La Ley 7/2022, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, transpone al ordenamiento español la Directiva (UE) 2018/851, que obliga a todos los Estados miembros a garantizar que el coste del servicio de recogida y tratamiento de los residuos sea sufragado por quienes los generan, en aplicación del principio de “quien contamina paga”. Por tanto, ni el Gobierno ha inventado esta tasa ni los ayuntamientos tienen margen para evitarla. Se trata de una exigencia europea, de carácter ambiental y no recaudatorio, que persigue reducir los residuos, fomentar el reciclaje y hacer más justo el sistema. Una medida que escuece el bolsillo muchos vecinos, y que socialmente no es neutra.
El problema radica en la forma de aplicación y en la comunicación política. En lugar de explicarse con realismo y coherencia, se ha presentado ante la opinión pública como una “nueva subida impuesta por el Gobierno”. Muchos municipios no habían actualizado sus tasas desde hace años y cubrían solo una parte del coste real del servicio, completándolo con fondos del presupuesto general. La ley actual prohíbe expresamente esa práctica: ahora el servicio debe autofinanciarse.
Si un ayuntamiento mantiene la subvención del servicio (es decir, no repercute el 100 % del coste real a los usuarios), incumplirá la Ley 7/2022, podría incurrir en responsabilidad contable por destinar fondos generales a un servicio que debe autofinanciarse e incluso puede enfrentarse a observaciones de la Intervención o del Tribunal de Cuentas, además de contradecir los compromisos asumidos por España ante la UE, que financia parte de las políticas ambientales.
La realidad es que la ciudadanía percibe que paga más sin recibir mejoras visibles y sin entender que el nuevo marco persigue un modelo más justo: pagar según la basura que se genera. Para ello, se deben implantar sistemas objetivos —contenedores inteligentes, chips, bolsas identificadas o fórmulas mixtas— que correlacionen generación y pago, sustituyendo tasas planas por modelos proporcionales. Este es el gran reto que tienen los ayuntamientos: que los vecinos paguen en función de la basura que generen y que se incentive la prevención y la separación en origen. Eso conlleva abandonar las tasas basadas únicamente en la superficie de vivienda, el uso del inmueble o el número de empadronados. La solución pasa por tecnología, datos y rediseño de la tasa: una parte fija por disponibilidad del servicio y una parte variable asociada a la frecuencia de recogida, el tipo de actividad u otro sistema de identificación objetivable. Este cambio permitirá cumplir la Ley 7/2022, mejorar la equidad fiscal y fomentar la responsabilidad ambiental ciudadana. Por tanto, alcaldes y presidentes de las diputaciones debieran ponerse manos a la obra si no quieren que les pille el toro, mucho más en el medio rural, en el que muchas viviendas están abandonadas o tienen una utilización escasa.
En definitiva, la tasa de basura no es una invención de nadie —como muy bien conocen los alcaldes y presidentes de las diputaciones—, sino una obligación europea asumida por España y que afecta a todos los municipios, gobierne quien gobierne. Convertirla en un campo de batalla política solo genera confusión y denota poca madurez institucional. El verdadero debate no es si hay que cobrarla, sino cómo hacerlo de manera justa, transparente y pedagógica, para que los ciudadanos comprendan que la responsabilidad ambiental no se delega: se comparte, aunque no nos guste e incluso sea difícil de entender a título personal.
















15 noviembre, 2025
Esta Ley no contempla las peculiaridades del medio rural castellano, con pueblos vacíos y segundas residencias, o incluso con personas mayores con una renta de subsistencia. Las diputaciones tienen que buscar soluciones en estos pueblitos sin recursos y que pagan como si estuviesen en las ciudades por el servicio de retirada de basura. Hay que buscar proporcionalidad y mejorar la eficiencia de las mancomunidades de servicios.
Gracias Sr. Gordo por sacar a debate un tema mundano pero que nos afecta a todos.
15 noviembre, 2025
En algún sitio de los que se han puesto contenedores “inteligentes” y se han subido fuertemente las tasas de basuras la gente ha optado por dejar la basura fuera del contenedor. Y otros por echar las botellas de cristal en el contenedor del cartón o los envases en el del vidrio, o botellas sueltas en el de orgánico…
Eso pasa cuando aprietas a la población, que más de uno se rebela.
Y antes de que venga algún tonto del bote a meterse conmigo lo que he dicho no es lo que piense que se debe hacer sino lo que hace más de uno como protesta a la deriva que está tomando la sociedad con tanto impuesto ambiental.
Pero luego Pedrito en el Falcon a todas horas contaminando todo lo que quiere y no pasa nada.
15 noviembre, 2025
A mí me parece estupenda la idea de la economía circular, todo lo que se pueda hacer por dejar un mundo más sostenible a las generaciones futuras me parece perfecto, de lo que no estoy de acuerdo es en las formas, porque los ciudadanos reciclamos, pagamos por el reciclado y después una empresa subvencionada por la administración (que no tiene por qué ser por Pedro Sánchez) se lo lleva calentito.
Alberto, recordarte que la agenda 2030 no la firmó Pedro Sánchez, es un tratado internacional vinculante y de obligado cumplimento para todas las administraciones. Tampoco él es el único presidente que ha viajado en Falcón, ni tampoco el único político que abusa del transporte, o no recuerdas el incidente de Aguirre con el helicóptero??
15 noviembre, 2025
Dos cuestiones :
Se deben cubrir los costes de la prestación del servicio mediante una Tasa. Perfecto.
Pero se debe hacer de una forma racional, equitativa y justa .
Tres años para elaborar la matrícula de la Tasa. Medio imprescindible para repercutir el coste de servicio en función de las peculiaridad de cada uno de los destinatarios.
No es difícil lograrlo para la competencia política y personal