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La Segovia inundable: el Clamores

Tras la terrible tormenta de Valencia, en estas últimas semanas leemos en los medios de comunicación algunos informes interesantes acerca de los peligros de que el río Eresma se desborde e inunde algunas zonas urbanas de las colaciones de San Lorenzo y de San Marcos, y en particular la Alameda y el Real Ingenio de la Moneda.

Nada nuevo bajo el sol: desde que hay memoria documental, las riadas han asolado regular y periódicamente esas zonas ribereñas, y las últimas son bien recientes, aunque algo se ha venido haciendo para evitarlas, o más bien para paliarlas. Por cierto: no sería mala cosa atar más en corto -legal o penalmente- a los responsables de los embalses que surten de agua a la Ciudad, porque nunca han respondido por sus reiteradas decisiones de soltar agua en momentos de grandes lluvias, sin previsión alguna ni aviso alguno a nuestro Ayuntamiento, y siendo causantes de algunas de esas avenidas.

Volviendo a esos informes atinentes al Eresma, resulta que me traen el recuerdo de las avenidas del otro río que baña la ciudad, el Clamores, que, este sí, era y es una corriente plenamente urbana, porque desde la Dehesa atraviesa por medio de los populosos barrios de Santa Eulalia y de San Millán. Un río que hoy apenas vemos ni se nos hace presente porque corre encauzado y cubierto. Pero un río que sigue ahí, vivo y caudaloso, y cuyas cubiertas y bóvedas, que no están en el mejor estado -ya lo hemos dicho y escrito en pasadas ocasiones-, son siempre una amenaza latente para los vecinos de dichos barrios.

Para hacer memoria de una de aquellas avenidas, la de 1733, comparto con los lectores el relato que no dejó un testigo, el cura de Santa Eulalia, quien decía así:

“En 23 de junio de 1733 a las cinco de la tarde se levantó un nublado han impetuoso y tan lleno de agua y piedra que, no pasando lo fuerte del nublado a su hora cabal, el arroyo Clamores salió tan de madre que inundó sólo en esta parrochia de Santa Eulalia más de ciento y cinquenta casas, destruió del todo sesenta y una, y cuarenta y cinco sin que se pudiesen habitar. Toda la población, desde que se entra el dicho arroyo por la Dehesa hasta que sale de los términos de dicha parrochia al puente de la Marrana, quedó sin habitadores, como también la calle de los Buytragos, que es donde se le llama ahora calle de los Soldados, rodeó y circundó las casas de la Muerte y la Vida, llegando el ímpetu de la avenida hasta las casas que vive Juan Barbero, que se dizen de doña Cathalina Zornoza, que están en la Calle Real viniendo desde San Francisco a esta Yglesia. Y por dicha calle y viniendo a la dicha Yglesia, arruinó de una y otra azera ocho casas, dejando lo restante de casas hasta la esquina que va a la calle de Robles, que es según sale al palacio de los Tundidores para ir a San Millán y bajar a la Marrana, sin poder al presente habitarse. A este modo se inundaron todas las casas que dizen desde la Carnizería a los portales de los Herradores y botica. Deshizo lo más del puente que está para subir desde la Yglesia a San Antonio Abbad, y tanta era el agua y piedra que bajaba por dicha calle que no pudiendo ir tras el dicho arroio, hacía rebalsa, y llegó a entrar en las casas que viven más arriba del puente don Juan Sáenz de Brizuela y doña María Abadiano. Las tres casas que había desde la escalera del Zementerio mirando al dicho puente de el, lo decaieron, y mirando el arroyo arriba toda la calle Cantarranas por una y otra acera hasta llegar a la dicha Dehesa no quedó avitador, como muchas casas que están detrás del arroio y miran al Campillo de San Antonio el Real. Entró agua por el Zementerio que mira a Cantarranas, y bañó vara y media en alto las paredes de la sacristía y capilla mayor. Y no cabiendo el agua por la escalera del Zementerio que mira a dicha calle de San Antonio, llegó casi al pórtico de la puerta de la Yglesia que mira a la plazuela y por dicha escalera salía tanta agua como por la antecedente, y de ésta se llevó tres escalones y la otra dejó bien mal parada. Hizo más horrible dicho temporal la mucha piedra que cayó, de suerte que los portales se llenaron de ella, era por lo regular la piedra mayor que avellanas crezidas y mucha parte de ellas como buebos de paloma. De esta suerte inundó dicha avenida toda la población por donde pasa el arroyo Clamores, verificándose su nombre, más que nunca en esta ocasión no lo he visto más, se deja conocer pues es cierto que por todo su corriente no dejó tinte ni thenería, y en los labaderos aseguran haberse llevado más de 2.000 arrobas de lana. No podrá tener suma la pérdida de caudales, pues se cuentan 300 casas arruinadas y haberse llevado todo lo más que había en ellas, sin poder muchos aún reservar una capa. Fue tarde la más lamentable, pero en la realidad la más dichosa y más llena de misericordia y piedad, pues qué hubiera sido de todos si dicha tempestad hubiera sido de noche. Y aun siendo entre cinco y seis, siendo con furia tan repentina, tan llena de truenos y relámpagos, con tanta inundación de agua y piedra, que ni aún las torres y las casas se veían, Dios, visiblemente se da a entender, alentaba, industriaba para salir de los peligros, unos fluctuando entre las aguas, otros saliendo entre las ruinas, otros con sumo peligro, especialmente mujeres y niños, huiendo por los tejados, viéndose por todas partes cercados, dé Su Majestad alientos a los atribulados, y a los demás trazas por socorrerlos. Sirvió de mucho consuelo el acogerse a la Yglesia cuatro padres de la Compañía de Jesús, que en todo trabajaron lo que no es ponderable. Tocóse la campana al principio de la furia como a manera de entredicho, llenóse la iglesia de jente, se descubrió a Su Majestad, clamaban todos a voces misericordia. Uno de los padres, con los ornamentos nezesarios, salió con el Santísimo Sacramento hasta el pórtico del Zementerio, otro a la escalera que mira al puente con la efigie devota del Santísimo Cristo de la Esperanza, todo fue una misión muy fructífera, y los llantos de todos, los ruegos y las súplicas las creí y creo verdaderas, pues a voces se confesaban, lograron la piedad y misericordia. No parece corta prueba el haber perecido solamente, de tanta jente en la parrochia, una niña de cinco años y un pobre de El Salvador…”

La avenida debió de ser terrible, y sí que parece milagroso el cortísimo número de víctimas mortales. Aquellos dos desgraciados, hoy quiero recordar sus nombres, se llamaron en vida Paula de Robles y Miguel Villorado. Descansen en paz.

Y, por si no lo he dicho claro: cuidado con el Clamores.


Author: Alfonso Ceballos-Escalera y Gila

Doctor en Derecho e Historia. Concejal de Vox en el Ayuntamiento de Segovia.

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18 Comments

  1. Es absolutamente vergonzoso escuchar por boca del Presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos como la tragedia de Valencia se podía haber evitado si el Gobierno Central hubiese ejecutado las infraestructuras necesarias, tenemos unos políticos que no ” sirven para nada”. No saben gestionar, no saben trabajar y nos toman por idiotas.
    Solo espero que lo ocurrido en Valencia sirva para que organismo como la CHDuero se ponga las pilas y actúe con sentido común como permitiendo bajar el nivel de la lámina de agua de la presa del Pontón en situaciones de deshielo o con lluvias y el embalse lleno.

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    • Entonces deberíamos construir una docena de plazas de toros para evitarlo, tal como decía hace unos meses la presidenta de cierta comunidad autónoma

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  2. Joder con el Clamores. Qué poder destructivo.

    Buen artículo. Enhorabuena a su autor.

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  3. No soy ningun listillo pero me hace daño las faltas de ortografía. Cementerio, iglesia , gente. Un saludo. Por el resto muy buena información. Gracias

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    • Es castellano antiguo Lord…

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  4. Afortunadamente, aquí las precipitaciones son menos virulentas, pero el peligro está ahí. Conociendo lo que va a ocurrir, como en Levante, hay que poner medios, que los hay, como se ha visto en la ciudad de Valencia. El problema son los sectarios que anteponen su ideología a la realidad, les da igual lo que ocurra, luego con echar la culpa a los demás les basta. Buen artículo, don Alfonso.

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  5. Tiene gracia que señores como usted y los de su partido nieguen el cambio climático, permitan que se construya en zonas inundables y luego le echamos la culpa a Pedro Sánchez.

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    • Rojeras detected.

      Tardábais en llegar.

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      • Naaaaaaa, si no hay cambio climático, pero bueno que cosas de bilduetarras, comunistas (Paracuellos
        EREs Andalucia) además un poquito de calor en diciembre es bueno para que funcionen las terracitas. Si se inunda en zonas inundables es culpa de Begoña, que me lo ha dicho Aldama.

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  6. Bueno no sufra don “Cali” siempre sale usted por el extremo derecho, no se le escapa un sólo articulo para comentar, bueno, comentar un decir, venga a cuento o no contra el Gobierno de la nación. Deje vivir a los demás un poco 😉

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  7. El cambio climático, antes calentamiento global , para comunistas y socialistas, valga la redundancia: es frío, es calor, es si llueve, si no llueve, si nieva, si no nieva, es primavera, es otoño, es invierno, es verano, es un buen día o es un mal día. Depende.

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    • Si tienes narices, porque vergüenza ya vemos que no,explica eso que acabas de escribir a los valencianos que han perdido todo y que no te toque a tí, pues cada año las temperaturas baten record y las precipitaciones se concentran, da igual que seas comunista, facha o negacionista, la realidad es la realidad nos guste asumirla o no.

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      • El calentamiento global es un cuento chino.

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        • El calimocho, como cualquier bebida alcohólica destruye las neuronas, pero también es cierto que para que las destruya hay que tenerlas

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          • Ja ja jajaja. Entraste al trapo como un novillo. Jajaja.

  8. En qué quedamos señor marqués, hay cambio climático o no?, si se aplicase la ley de aguas, qué pasaría en Segovia con el Clamores?,

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