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Postureo playero cultural

A falta de musculatura, tangas favorecedores o tatuajes de colores, el cultureta, condición en la que tristemente me hallo, luce por la playa sus lecturas veraniegas. Miradme necia masa, ahí va el listo de la playa con su nuevecita biografía de Kant, parezco decir, mientras elevo la barbilla y muestro a la grey el Kant de la portada.  Pavoneo metafísico de corto alcance, en rigor, el personal está para los tangas y musculitos. Es lo que hay.

El de Kant ha sido un libro esclarecedor.  Ocurre que tanto esfuerzo me ha consumido el potasio cerebral (el poco que ya va quedando) y para recuperarme preciso alternar narrativa profunda, first class, con producto blandito. No siempre se come pularda o estofado de jabalí, también hay que mirar por las verduras. Y ahí voy yo con un libro que he encontrado de Santiago Posteguillo, “Maldita Roma”, continuación de la biografía novelada de Julio César en plan las aventuras del Jabato.

Pero un momento -medito mientras me dirijo a mi sector playero- ¿qué pensará de mí la necia masa ahora? Mirad el listo, dirán sus ojos, ahora le da por el mainstream más trillado, ¿que será lo próximo, un Premio Planeta? O peor. ¿Y si me topo con algún compañero de facultad? ¿O el librero, al que machaco implacable durante horas porque tal edición hubiera quedado mejor en un blanco ahuesado? Sin duda, y aunque esconda bien mi Posteguillo bajo la toalla, me acabará desenmascarando. Y tras despedirse amablemente se irá barruntando, Virgen María, ¡Posteguillo!, en qué ha quedado el pobre Luis.

El libro se las trae. Abundan pecados pulperos como “Aahg -exclamó el procónsul mientras le pinchaban con el gladio”; “Aahg -musitó el esclavo al recibir el demoledor porrrazo”. Además, en el gremio siempre hemos sido  más de Cicerón (lo que me recuerda a un segoviano muy castizo que se jactaba de ser un gran trajanista). Pero lo cierto es que es literatura adictiva, intensa, placentera y divertida. Me lo he pasado estupendamente con las aventuras del César. Y cuento los días para leer la tercera entrega.

Lo que me lleva al esnobismo cultural. Vale, no es lo mismo Bach que Georgie Dann (quiero pensar). Como norma, huir del mainstream está bien porque de otro modo toda producción cultural sería idéntica. Si todos comen lo mismo… (y que el lector termine la escatológica metáfora en estos tiempos de retos virales en las piscinas públicas).

El mainstream -la cultura de masas- nos lleva a la vulgaridad del pensamiento por reiteración. Pero forzoso es admitir que libros tal que Maldita Roma, como los folletines de Dumas, no son así, apasionantes, porque sí. Será porque están bien hechos, bien cocinados.  Ya dijo Cervantes que no hay historia buena o mala, sino mejor o peor contada. Después de todo, un clásico es toda obra que trasciende su tiempo y se instala en la memoria colectiva. Estuviera escrito para egocéntricos profesores de filosofía o para costureras. Ya cargado de retruécanos y virguerías, ya con las 300 palabras que le bastaban a Agatha Christie para triunfar por todo lo alto.

Moraleja. En la cultura, en la vida, tiene que haber de todo. Tatuajes, tangas favorecedores y, supongo, que hasta culturetas. Y por supuesto, postureo. A lo mejor la felicidad está hecha de tontos ataques de vanidad.


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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1 Comment

  1. Bueno leer algo fuera del mareo político. Gracias don Luis. Eso sí, “Mainstream”, menos mal que ha tenido el detalle de tradurcirlo a la tercera.
    Estoy de culturetas (sobre todo periodístico) hasta el ‘top ten’ de los deportes.

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