En las últimas semanas me han preguntado mucho por el Premio Planeta que recibió hace unas semanas Juan del Val. Como ustedes imaginan, no se me cuestiona sobre el tema porque mi nombre sonara con fuerza en la lista de favoritos y a última hora me quedara con el molde. Me vendría bien el millón que regalan, se lo reconozco, aunque me pusieran verde en Instagram y para colmo el 45% se lo quedara María Jesús Montero para educación, sanidad, carreteras, chistorras, embajadas catalanas, cursos públicos de formación que no se sabe muy bien qué forman y otros dispendios que dan igual a la sociedad, porque el dinero público, como dijo la exvicepresidenta Carmen Calvo, «no es de nadie».
Debo reconocer que me sorprende más la reacción popular que el nombre anual del afortunado. Está al mismo nivel que aquellos que en Nochevieja todavía preguntan con las uvas en la boca si los cuartos ya son las campanadas. En España se publican unos 80.000 libros al año, y en cuanto en octubre se anuncia el ganador del Planeta, se vuelca toda la ira y la decepción en el ganador, generalmente un escritor/a popular, y cada cierto tiempo una cara visible de la televisión. Es como si el lector estuviera expectante ante el único libro que va a poder leer, como si no hubiera otras 79.999 novedades en el mercado. «No sin el Planeta» porque en su día lo ganaron Ramón J. Sender, Ana María Matute, Juan Marsé o José María Gironella, y cómo puede ser que ahora lo gane Juan del Val y hace dos años Sonsoles Ónega. Aquel mundo ya no existe; ni cultural, ni social ni mediático.
Los premios literarios, salvo raras excepciones, son certámenes dirigidos que promueven empresas privadas que lo que quieren es rentabilidad y robar autores a las editoriales de la competencia, no culturizar a la sociedad; con entretenerla es suficiente. Ni usted ni yo, querido lector con ganas de escribir, vamos a ganarlo nunca, aunque de las 1.300 novelas que se presentaran, fuéramos los mejores. Es más, si enviamos el manuscrito nadie va a abrirlo, no va a haber un miembro del jurado que se lea las 400 páginas y dude si meterlo entre los 10 finalistas. Quien quiera probar suerte, por supuesto que está en su derecho, pero que lo haga sin ninguna ilusión, porque las utopías generan frustración.
Pocos personajes de la televisión me despiertan más indiferencia que Juan del Val. Lo escucho en esa mezcla entre conato de humorista, tertuliano de la nada y guionista, y cambio de canal con la esperanza de no encontrarme a Gonzalo Miró y a Sarah Santaolalla apriete el botón que apriete. Pero detrás de toda la polémica hacia el galardón y hacia el escritor, se esconden, una vez más, todos los males de esta sociedad que nunca se reconoce en sus defectos: envidia, queja hacia el que piensa diferente (sería absurdo sacar de la ecuación la ideología del autor), juzgar sin conocer la obra y necesidad de mostrar el malestar y no optar por la citada indiferencia, uno de los bienes más preciados que nos han birlado las redes sociales.
Entendería que quien compre el libro, lo lea y no le guste considere que no tiene sentido premiar una historia de baja calidad, y que ha sido una pérdida de tiempo y de dinero, pero que alguien que no lo ha hecho opine desde lo genérico y desde la ignorancia, sucede porque sigue latente la necesidad de machacar a alguien periódicamente, sea por el motivo que sea y sin más datos en la mano que un titular de ocho palabras, el máximo que estamos dispuestos a leer sobre el tema que sea, que para informarse ya está TikTok y mensajes en la red social X de 280 caracteres. Con lo fácil que es ir a una librería o a una biblioteca y elegir en función de nuestros gustos, preferimos hacer ruido eligiendo víctimas todos los días porque si no protestamos no existimos. Bendito silencio, que lo tienen secuestrado y nadie paga el rescate por él.
Feliz domingo y lean mucho, lectores/as, aunque sea a Juan del Val.















16 noviembre, 2025
Hola Alberto. Gracias por el artículo. Voy a dar una visión un poco desde la mercadotecnia editorial. Partamos de la base de que el Planeta es actualmente y ante todo una operación de marketing para promocionar un producto de 20.80€. Para rentabilizarlo se precisa vender acaso centenares de miles de ejemplares. Una cara muy popular es un requisito indispensable. Además, el mercado al que se dirige es un lector (y esto es una impresión mía) esporádico. Lectores de una, dos o tres novelas año. No se puede fallar en una operación así. De manera que se impone trabajar sobre una temática con tirón (romántico-familiar parece ser e el caso que nos ocupa), con una trama adictiva basada en los esquemas más funcionales. Heroe-antiheroe, trama y subtrama, y acción a cada pagiuna (de este tipo a mi me gusta particularmente la CF, que los devoro, o Posteguillo). Si está bien hecho, y normalmente están más que bien hechos estos libros en este sentido de arquitectura interna del relato, se garantiza al lector (aunque mejor sería decir lectora, son 8 de ccada 10) un sano esparcimiento más que gratificante. Y no hay que darle más vueltas. Al final es un producto tan honesto como cualquier otro que contribuye a dar vida a librerías y mantener el afán lector entre el mercado.
Por otro lado, que el autor sea un celebriti tiene varias ventajas. No solo posicionamiento mediático. Es que la polémica ayuda a mantener esa estela, al tiempo que al ser un tipo conocido, la identificación lector protagonista funciona mejor. (y no, no me voy a leer el libro)
16 noviembre, 2025
Nada que añadir, Luis. Totalmente de acuerdo contigo, gracias por la aportación.
Es un negocio que busca rentabilidad y como tal actúan. Es verdad que podríamos debatir si realmente hay un punto intermedio entre conseguir cuadrar los números y que la historia sea de alta calidad, pero como tampoco he leído la novela, no sabría decir.
Un abrazo.
16 noviembre, 2025
Buen artículo señor Alberto.
Una pregunta al señor Besa ¿De dónde saca el dato que 8 de cada lectores son mujeres? ¿Se refiere a los libros premiados con el Planeta o a la lectura de libros en general? ¿Hay estadísticas fiables (no un artículillo de El País o un pseudoreportaje de La Sexta) que demuestren ese dato?
Buenos días a todos.
16 noviembre, 2025
Los datos que yo encuentro es que el 68% de las mujeres lee en su tiempo libre frente al 59% de los hombres. Esos datos difieren mucho del dato que da usted, o quizás yo no lo esté interpretando correctamente. Agradecería aclaración.
¿A qué se refiere con qué 8 de cada personas que leen son mujeres? ¿A la lectura en general? ¿A la lectura de libros premiados con el Planeta?
Un saludo.
16 noviembre, 2025
Esto es un negocio, los editores se juegan su dinero. No es un ejercicio de experimentación literaria o un sesudo ensayo o un premio para jóvenes promesas. No hay más. Luego, te gustarán más o menos los premiados. Al menos, Juan escribe sus libros. A otros se los tienen que hacer.
16 noviembre, 2025
Eso pienso yo también, Toño. Ya hay lecturas tipo sesudos ensayos y editoriales que apuestan por la gente joven, con ir a ellas y esquivar estos premios, es suficiente. No hay que convertirlo todo en polémica.
Gracias por leerlo. Saludos.