La dimisión de Santos Cerdán ha durado 24 horas y se nos ha pasado más rápida que una estrella fugaz de esas que solo ven los que no están observando el cielo. Comenzó el miércoles, en el Congreso de los Diputados, cuando subiendo a su escaño fue a darle una palmada en la espalda a Pedro Sánchez, el clásico «¿qué tal te va?» que no pregunta nada y lo cuenta todo. Finalmente, el secretario de organización del PSOE reculó y se la dio a Patxi López, que estaba al lado del presidente. De sobra es conocido que López la tiene más ancha que ninguno otro y no se dobla ni con cien audios descubiertos por la UCO ni con un pacto con Bildu, partido que yo imaginaba que con sus antecedentes era de extrema izquierda y me entero que es progresismo del de toda la vida, del que se ha aburrido de las bombas lapa y los tiros en la nuca.
El capítulo final de la dimisión de Santos Cerdán, que llegamos a pensar que estaba apañada por Netflix para celebrar su décimo aniversario, tuvo lugar en la sesión parlamentaria del jueves, cuando ya desnudo y sin nada que perder le dijo a la diputada del PP que en el atril lo acusaba de corrupción, Eugenia Carballedo, que eso no se lo decía en la calle. Es la frase por excelencia que anuncia la derrota. Cuando has perdido toda opción de explicar un suceso con palabras, al menos que te queden los puños o el «no sabes quién soy yo» que dan para salir del enfrentamiento sin moratones o con un puesto de responsabilidad en la administración pública cuando pase la tormenta. En esa escena matinal, más propia de Makinavaja, y sin que aún no hubiera dimitido, el número 3 del Peugeot más famoso de España ya era ex todo, y sobre todo examigo de Pedro Sánchez, quien en la tarde de ayer convocó una rueda de prensa de urgencia para explicarle a los ciudadanos que había perdido un colega para siempre.
Con el típico gesto de quien ha sido traicionado y de cómo iba él a saberlo, Sánchez permitió a los periodistas hacerle preguntas 44 días después y abrió su corazón tan fuerte como hace un año, cuando en aquella oda al amor escribió una carta para contarle al mundo que estaba enamorado y que en cuatro días nos anunciaría que seguiría en el cargo. El presidente, débil por unas horas cual superhéroe a punto de empezar la remontada, antes de responder a los periodistas llamó a cada reportero por su nombre de pila, demostrándoles que no se olvidaba de ellos a pesar de estar mes y medio opinando solo en Twitter. Bastante tenía con poner el contador a cero —a esa edad cuesta hacer nuevas amistades— y salirse con tristeza del grupo de WhatsApp con Koldo, Ábalos y Santos Cerdán, que al final, quién se lo podía imaginar, no eran víctimas de la bulosfera y de la fachosfera sino dueños de ellas.
Sánchez en repetidas ocasiones usó la frase por excelencia que servirá a Silvia Intxaurrondo, Jesús Cintora y Javier Ruiz —el único periodismo que lucha por la verdad a golpe de talonario público— para pasar página en el próximo programa de TVE y hablar de la repoblación del lince ibérico. «Asumo la responsabilidad», anunció el presidente mientras dejaba claro que hacerlo equivale a la nada, que es lo mismo que no someterse a una moción de confianza en el congreso —que ganaría a la vista de todos los socios parlamentarios que hay que alimentar— o no convocar elecciones por lo que hace siete años sí era motivo. También hubo tiempo para la ciencia ficción cuando, con el gesto desencajado y mirando el reloj a ver si sus asesores pitaban el final del partido, Sánchez afirmó que «esto no va de mí ni del PSOE» y así sí que el espectador se quedó más desencajado que con el final de la película El sexto sentido. Lo habíamos entendido todo al revés, ilusos de nosotros: la víctima era él y su único delito la amistad.
En esta telenovela donde cada tres días tenemos un capítulo de estreno con nuevas tramas y protagonistas cutres que dejan obsoletos a los anteriores —quién se acuerda ya de Leire—, predecir lo que está por venir es más complicado que conseguir que en La Isla de las Tentaciones lean un libro, pero si hay que tirarse a la piscina y dejarse un par de dientes por el camino, sospecho que poco cambiará el contexto político y que en la calle el ciudadano seguirá optando más por la terraza que por la protesta, porque ya hace años que se inculcó el veneno de los bandos inamovibles, ese que al inyectarse mata el centro político, la moderación, la autocrítica y el debate, y que decide que algo está bien o mal en función del quién y no del qué.
Feliz fin de semana, queridos lectores/as.
13 junio, 2025
Pedro Sánchez; tic tac, tic tac… Se acerca tu final político.
13 junio, 2025
Al final le van a crecer más enanos que al PP con todos sus ministros imputados, juzgados y la mayoría condenados.
¡Vaya tropa politicos tenemos!
Van a lo que van a subirse el sueldo en cuanto los votan.
No se salvan ni los ‘comentaristas’a sueldo.
13 junio, 2025
Pedro Sánchez, que nos da igual donde coloque
a tu hermano!! Pero quillo resiste!!! Que lo que se viene es peor
13 junio, 2025
Gracias por la lectura y por el humor, querida lectora.
Saludos y buen fin de semana.
14 junio, 2025
Qué barbaridad… los hay con las capacidades justas para no cargarse encima.
13 junio, 2025
Aceves dirá que el partido cloaca ni obrero ni español es un ejemplo de virtud transparencia y democracias..no como el partido populacho que es un pozo de detritus y porquería…ese será su análisis de todo esto..repetir lo que diga su amo…mientras le paguen la paguita
13 junio, 2025
Me pone “contento” uno de los comentarios que acabo de leer recién, que diría el Cholo Simeone. Si Pedro Sánchez debe resistir porque lo que viene es peor, estoy tardando en ir a la comisaría para renovar mi pasaporte, e irme de España antes de que solo quede el humo de las cenizas, y una vez todo convertido en un solar no necesitaremos a nadíe, ni mejor ni peor, porque para administrar un solar puedo servir hasta yo.
14 junio, 2025
Buen análisis, a los socialistas les está sirviendo el guerracivilismo, al final se apela a la entraña y no al cerebro, algo que se une al tradicional sectarismo de la izquierda, que pretende excluir a quienes no están en su bando (ahora banda). Las encuestas, quitando la del CIS, que entra en la categoría de ciencia ficción (pagada por los ciudadanos, como las pilinguis de la banda), dan una intención de voto de en torno al 30%, ¿cómo es posible con la que está cayendo? Ahí está la clave, la banda es muy grande, hay mucho cómplice.