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12 de octubre, suspiros de España

Escribo esto el día de la fiesta nacional. Una fecha que para muchos no supone más que un festivo. Y está bien. Como poco, esa anemia sentimental nos exonera (de momento) del fanatismo nacionalista que, llevado a extremos, tanto sufrimiento causa en el mundo. Pero también ese sentimiento (¿apátrida?) me resulta algo injusto para con un país, que bueno, llevo muy dentro y tiene muchísimas cosas excelentes. Dignas de celebración.

12 de octubre de 2024 Segovia. Parada de la Guardia Civil en el Azoguejo.

Ocurre que mi padre, a quien hoy echo especialmente de menos, era un fanático nacionalista español, en el mejor sentido del término. Discutíamos mucho sobre España, porque yo disentía y disiento de su concepto esencialista, racial, cultural, totalizador… Un día le llevaba en el coche a la residencia e inicié la discusión de siempre. Expuse lo que creía un soberbio argumento en favor de mis tesis. Él puso la mirada vacía. No dijo nada. Yo supe que había llegado el fin.

Le gustaba especialmente Suspiros de España. ¡Es magnífico! Deberíamos haberlo puesto a todo volumen en su funeral. Él decía: “si yo fuera director de orquesta, acabaría siempre interpretando “Suspiros de España”

¿Qué es España? Para mí, una descripción – un relato- histórica que explica un determinado proceso político. El proceso por el cual un conjunto de hombres quedaron hermanados (avasallados también me vale) bajo una misma ley y que les visualiza como conjunto ante el resto del mundo.

España se visualiza en sus símbolos, oficiales y no oficiales. Para mí, “Suspiros de España” y mi padre son dos de ellos, evidentemente extraoficiales, aunque muy importantes para mí. Símbolos son la bandera, el rey, el idioma, la Guardia Civil, la Selección Nacional, el lolol-lolo, la paella, el sol y el buen tiempo (aunque hoy llueve). Entre otros.

La mayoría de ellos discutibles, claro, especialmente en un país donde las autonomías han cultivado también un relato alternativo, con símbolos alternativos. Eso hace que el propio concepto de nación española resulte problemático. ¡Somos un país tan diverso que cuesta encontrar consenso hasta en los símbolos!

Nótese que eso no pasa en Francia, o Estados Unidos, o en los países escandinavos, donde hay un sentir muy pero que muy hegemónico sobre determinados símbolos comunes. Evidentemente, las autonomías parten de una realidad: ese proceso histórico del que hablaba al principio fue  más imperialista que nacionalista, por tanto, no cultivó (o no lo hizo con el énfasis de otros países) un patrón común, un modo de ser español unívoco. Tu podías ser español de Nápoles, de Nueva España, de Aragón o de Granada. Y a mí esa pulsión imperialista (me da igual de dónde te sientas siempre que te atengas a una ley común) me parece una cosa formidable, y que a pesar de todos los pesares se encuentra especialmente vigente en España. Eso es bueno. Piensen si no, en estos tantos desgraciados territorios, donde literalmente se desangran discutiendo sobre si la manera correcta de ser, pongamos eslavo, es esta o aquella. De sí aquí hay que ser moros o cristianos.

Si quiero un mundo en paz, que lo quiero, mejor un imperio que un estado nación. Porque el mundo-imperio camina hacia lo utopía de una ley universal que hermane (avasalle también vale, porque la ley es coercitiva) a todo el género humano. El Estado-Nación circula en sentido inverso.

Mi padre no estaría nada conforme con eso. Si lo estaría, en cambio, en señalar que España es un paraíso. Lo somos en muchos sentidos. Vale la pena celebrarlos. ¡Y cuidarlos!


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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4 Comments

  1. Estoy bastante de acuerdo. Los nacionalismos de toda índole siempre han llevado al enfrentamiento. Me gustaría un globalismo que no fuera solamente económico y en el que tuvieran las mismas oportunidades y medios un negro de Lesoto que un blanco de Washington.

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    • Pues resulta que a día de hoy, ahora, un segoviano vale mucho menos de la mitad que un sólo catalán o vasco. Cómo se come eso? No eso nazionalismo? Un segoviano es la nada para nuestros políticos.

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      • Los segovianos estamos acostumbrados a ser menos que otros y para eso no hace falta mirar a otras comunidades autónomas, en la nuestra propia ya nos marginan lo suficiente desde hace décadas, o acaso me vas a decir que tiene los mismos privilegios un segoviano a un vallisoletano..

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  2. Anda que no echan de menos los indígenas mexicanos a España. Ahora son un 8 por ciento, antes de 1821 un 60 por ciento de la población mexicana. Desde los Reyes Católicos, podían casarse con españoles y tener los mismos derechos que ellos. En Usa hasta 1968 no podían casarse negros y blancos, por ejemplo. Jornada laboral de 8 horas diarias y con descansos, acceso a la educación… Todas esas cosas que ahora no tienen garantizados por los majaderos que gobiernan hoy allí y les obligan a emigrar a USA. Además de perder el 50 por ciento del territorio de México a favor de USA.

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