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En el nombre de la peña

Los nombres de las peñas destilan el sentido del humor de un tiempo y de un momento . Suelen ser juegos de palabras que un grupo de personas encuentra lo suficientemente significativo como para identificarlos informalmente. Aunque herederas de una larga tradición, como explico luego, el “mundo peña” tal como lo vivimos hoy nace en los años 70-80. Tiempos de transgresión y desmadre. De brecha generacional con lo establecido.

Etílicos, por ejemplo, es un nombre que encontrarán en muchos pueblos. Es un nombre “sincero”, si alguien entra en la peña “Etílicos” tiene muchas posibilidades de terminar borracho cuatro de cuatro días que duren las fiestas. Lo mismo pasa con las peñas El Petardo, Porretas, Canutazo, Ciento y Raya… Normalmente las fundaron y las fundan adolescentes. Algunas logran pervivir en el tiempo. Dos décadas después, el antaño adolescente, pilar fundamental en la Ciento y Raya, termina bailando con su hija en un especie de chabola de lujo dotada con todo tipo de barras, tiradores de cerveza, barbacoas, microondas, retrete, sonido disco de 400 Watios… Es una gran peña, aunque haya que pasar el momento de rubor al explicarle a la hija porqué nos llamamos como nos llamamos. Hija, todos tenemos un pasado, dirá el padre/madre sensato.

Más problemas explicativos tendrán con sus vástagos, Los Salidos, los Hoy Follo, Solo con la puntita, Braguetazo, son otros nombres que he leído en programas festivos de este año. A diferencia de los Etílicos, y con alguna sonadísima excepción que se narra de generación en generación, deberían ser denunciados por publicidad engañosa. Al principio, ya digo, se apuntan a la transgresión, al final, la señora alcaldesa del PP es un elemento nuclear de la peña Los Príapos, o de WC.  En cualquier caso y pasado un tiempo, la respuesta a la pregunta ¿de qué peña eras tú, mamá? debe ser cuidadosamente preparada.

Dirías que la peña Los Veteranos, La Siega, El Boyal, Los Leales que toman su nombre de elementos de la tradición local o que quieren darse un aire más institucional, tiran a sosas. Bien, no suelen ser adolescentes, cierto. Son peñas creadas de inicio con una clara intención intergeneracional.  En algunos lugares son la peña de las fuerzas vivas. Pero ¡cuidado! Por estos chiringuitos pululan personas peligrosas; sesentones  que solo se permiten ciertas licencias para las fiestas del pueblo. Por así decir, buena parte de la energía transgresora anual de los interfectos explota en muy pocas horas y con extremada virulencia. Además, estos sujetos no son de las quintas actuales, más reservonas por aquello de llegar hasta las nueve de la mañana. Aquí no. Aquí se bebe como si no hubiera un mañana whiskies y más whiskies, sin Aquarius ni pijadas, a pelo. A las tres o las cuatro el que queda en pie ni se conoce. Mucho cuidado también con la peña La Amistad. Es fama que cada año uno de sus integrantes termina las fiestas en la UCI, y no son cuentos. No saben de Smartphones pero no tienen secretos con el Marcapasos.

En La Granja, por San Luis, algunas peñas tienen pinta de montarse para la añada en función del disfraz o del chiste del momento. Estudiar los nombres es estudiar la evolución del sentido del humor visto como transgresión. Ahí van algunas de este 2017: Denaes, Deyaniras, El Juicio, Eneidas, ITV, Legaña, Likantropos, Zumbaos, FBI, Estafa, Netfis, Hormigonera, Wathsiras, Mermaids, Cocos Locos, Fattoria, Banshis, Lanzaos… La peor/mejor peña que recuerdo, y no diré de dónde, se llamaba 13 Más el Cerdo, y la formaban 14. No digo más.

Antropológicamente, las peñas son las herederas de estructuras como las cofradías o la tradición de los Quintos. Las cofradías solían tener (y tienen, ahí donde aún perviven) una dimensión religiosa e institucional, de ahí que organizasen las procesiones y lo que aparejaba, los bailes, las comilonas de elección de mayordomos, entre otras. En muchos pueblos esta función cívica “seria” se complementaba con los Quintos, que coordinaban las juergas más transgresoras (especialmente carnavales) y las tradiciones más excéntricas (correr los gallos, enramadas, más bailes). Cofradías y quintos perdieron fuelle a partir de los 60 con la caída demográfica del mundo rural. Gradualmente, a partir de entonces cobra  importancia en la dinámica social un nuevo elemento: los “hijos del pueblo”, familias que tras emigrar a la ciudadmantienen los vínculos con el solar paterno regresando en los periodos vacacionales y festivos. Es en esta época que empiezan a adquirir importancia las fiestas de verano. Hasta el punto que muchos municipios terminaron por desplazar al verano sus fiestas patronales, de ahí la concentración de fiestas en la Asunción, por ejemplo.

Lógicamente, el relato es mucho más diverso. Habría que hablar del influjo de la tradición taurina y los sanfermines como estándar que se entrecruza con el anterior, así como inercias más locales, algunas herederas de tradiciones antiquísimas como las comunidades de regantes, las hacenderas, viejas tradiciones que se remontan a la Castilla de Comunidad y Tierra, entremezcladas con los tiempos de pub y de las discos… Hay una derivada muy interesante y es la adaptación del “mundo peña” rural a entornos urbanos sin ninguna tradición al respecto. Simplemente, hay un nuevo desarrollo urbano, puede ser el de Nueva Segovia, en los 90, buscando reforzar los lazos identitarios, empiezan a tomarse en serio las fiestas y adoptan los esquemas peñistas de los pueblos de los padres (o de los abuelos).

Hay  dos clases de sitios para vivir, los con peña o los sin peña. Con un colega de la universidad nos hemos puesto en la idea de estudiar los nombres de las peñas. Así que, si nos quieren ayudar, pueden dejar en los comentarios el nombre de su peña favorita, localidad donde actúa o actúo y periodo de tiempo que estuvo en vigor. Agradecido.

 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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2 Comments

  1. ¿ No hay ninguna peña etilica que se llame “calimocho” ?

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  2. !!!Dios!!!!! Lena de cuñados, Pantuflos…

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