free web stats

Tulipanes y limones salvajes del Caribe

He plantado tulipanes; no han de tardar en florecer. Tendría yo 9 años cuando se suscitó en mí una nueva sensación: el despertar de la líbido. Anteriormente, siendo un párvulo y de la mano de mi compañero de toda la vida, el Lorenzo, sí que practiqué el levantamiento de faldas de las condiscípulas. Pero en aquella gamberrada (que invariablemente se saldaba con un bofetón de la compañera, sus amigas, la parvulista señorita Consuelo, madres, padres y mundo en general)… faltaba algo, un sentido, una finalidad.

Algo que empezó a sustanciarse al ver el anuncio de los limones salvajes del Caribe. Era 1974, la publicidad comenzaba a soltarse la melena y es así que los ya viejunos recordaremos a la chica de Osborne en bragas y a caballo por la playa. (Al respecto, mi sabio padre, desde su amplia experiencia de infantería acemilera de la mili-modo irónico, solo se subió a un caballo para hacer de rey mago- sostenía que no se puede cabalgar en bragas; salen llagas).

Nada que decir más que un glups de Claudia Cardinale (qué nombre tan molón)  emergiendo de un baño de espuma para informar: “yo uso Lux”…  Y a lo que voy, la poderosa rubia del Fa, que aparecía en bikini haciendo el tonto por la playa al tiempo que una voz en off trataba de explicar que este es el efecto “del frescor de los limones salvajes del Caribe“. Esa imagen me perturbó, no podía dejar de verla. Al día siguiente, durante el recreo, las más penetrantes mentes de la EGB analizamos lo visto para desestimar que las tetas olieran a limón y que, más bien, los limones referían al turgente busto de la modela alemana del gel Fa. Algo nuevo había nacido en mi interior.

¿Hasta qué punto nos dirige la publicidad? Noviembre de 1918. Estalla una revolución en la hundida Alemania, que acaba de perder una espantosa guerra. Según los teóricos marxistas, Alemania no podía sino caer cual fruto maduro pues cumplía sobradamente las condiciones históricas predichas por Marx para el triunfo del comunismo. No fue así, y un grupo de neomarxistas, la Escuela de Frankfurt, acuñó el concepto industrias culturales a modo de explicación. La alienación de la clase obrera no es solo cosa de curas, hay toda una estructura cultural que modela nuestra mirada. Nuestra mente. Una estructura cultural cómplice del capitalismo.

Es muy propio del marxismo y de los reduccionismos en general. Cuando falla estrepitosamente la teoría, no es que la teoría esté mal, es que está incompleta. Nuestra ideología -dicen- va bien encaminada y es sólida, si ha vuelto a fallar -por enésima vez-, es que por enésima vez se nos pasó esto y aquello por alto. Y a seguir.

Pero en el camino se evidencian realidades insoslayables. La publicidad  dirige nuestro deseo hacia unos fines tangibles. Si quieres limones del Caribe, dúchate con Fa. Y en aquella clase de cuarenta y muchos chavales todos queríamos limones del Caribe. De hecho, poco tiempo después ya no pensaríamos en otra cosa. Esta es la fuerza de la publicidad, y de paso, del mercado,  Aspiramos al confort y al éxito. La publicidad modela unos estándares de confort y de éxito en los que encaja productos que, previo pago, nos acercan al objetivo o, cuando menos, nos hacen creer que nos acercan al objetivo. Que para el caso es igual. Funciona como una profecía autocumplida. 

Profecía de un paraíso, sí, pero tirando a cutre. El anuncio triunfó en todo el mundo. No solo España tenía una tele pacata y moralmente franquista. Es así que poco después Tulipán Negro nos deleito con otro spot en el que media docena de poderosas desinhibidas amigas se bañaban en una cascada como la de los Tres Chorros. Aquello ya era todo un campo de limoneros. Después de eso, no hay marcha atrás. Doblaron la apuesta. 

Estos días de riadas y tulipanes a punto de florecer, me imagino a las pobres tulipanas jugando a ser ninfas en un río gélido y embravecido, lleno de porquería como suelen bajar los ríos cuando no son de croma. Cagándose en todo mientras un director creativo las obliga a repetir toma tras toma. Y las autoridades advirtiendo: no se asomen a los cauces.


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

Share This Post On

2 Comments

  1. ¿Modela?
    ¿Esa palabra existe?

    Post a Reply
  2. “busto de la modela alemana del gel Fa”.

    A eso me refiero .

    Post a Reply

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *