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La mítica relación entre la II República y la izquierda

manuelAzañaLa que nos espera. Cumple este año el 80 aniversario del alzamiento del 18 de julio, lo que previsiblemente vendrá precedido de una campaña electoral. Una vez más, la Guerra Civil y la II República se convertirán en piezas del engranaje partidista marketineano. Batallas culturales, inútiles a la postre, pero muy eficaces para demonizar adversarios, movilizar afines y sembrar cortinas de humo enmascaradoras de los problemas reales. Naturalmente, a expensas de cualquier rigor histórico o simplemente lógico.

En Segovia, razón de más. Los cambios de calles, la visión pastoril que el ayuntamiento de Clara Luquero da de la República, con Machado por aquí y por allá…

Pero a veces no queda otra que recordarle al hijo la condición de verdugo del padre. Me pasma ver a partidos de izquierda terminando sus manifestaciones en la estatua de Machado y reivindicando la II República. Un régimen al que jodieron desde el primer día hasta el último. Es como ver a los del Opus en una manifestación de abortistas.

Si la responsabilidad última de la Guerra Civil hay que imputársela a Franco, Mola y Sanjurjo, a la facción del ejército que propició el levantamiento militar 18 de julio, no menos cierto es que la muerte de la II República Española lleva por nombres y apellidos PCE, FAI-CNT, y muy especialmente el PSOE.

FrentepopularEl Frente Popular llegó al poder en febrero de 1936 tras un tormentoso proceso electoral en el que socialistas y la “izquierda burguesa” demostraron no tener nada que envidiar al caciquismo conservador en lo tocante a pucherazos, tongos y alcaldadas. A pesar de no obtener una mayoría absoluta, el surrealista sistema electoral de la época les confirió la hegemonía parlamentaria. A lo que se añadió la reasignación de escaños por la llamada “comisión de actas” (un cocinado de resultados a cargo del propio Frente Popular) y una segunda vuelta -allá donde la fuerza ganadora no obtuvo el 40%- todavía más cargada de arbitrariedades contra los candidatos de la derecha. Y no paró ahí la cosa. A modo de ejemplo, en Granada y Cuenca, feudos de la CEDA, se anularon las elecciones y se ordenó repetirlas. En Cuenca, el nuevo gobernador civil puesto por Azaña nombró como “policía auxiliar” a la “motorizada” de Madrid, el nombre que recibía la fuerza paramilitar de la UGT. Pistola en mano, las fuerzas de choque socialistas asaltaron los locales de la derecha, se enchironaron a los líderes conservadores, por supuesto se implantó una censura total en los medios, entre mil intimidaciones, palizas y tumultos que, a la postre, facilitaron una confortable victoria de Frente Popular. En Granada, aún peor.

CEDA1936Total, que lo que había sido una ajustada victoria del bloque de izquerdas con el 48% de los votos, frente al 46% de las derechas y un 6% para los regionalistas (PNV y Lliga) y centro, tornose en una abultada mayoría de 263 diputados del Frente Popular, por 156 la CEDA y 54 para el resto.

Tampoco nos la cojamos con papel de fumar. Aunque las elecciones de aquel febrero fueron especialmente moviditas, la higiene de los procesos electorales en España nunca pasó de un fugaz deslizar las manos bajo el grifo.

Lo gordo empezó a continuación. Lideradas por el PSOE y bendecidas por Manuel Azaña, las izquierdas se lanzaron a un proyecto “pre-revolucionario” de incautación de tierras, aministías, sustitución de militares, policías y tribunales, al margen de la constitución y las propias leyes republicanas. Se destituyó por el artículo 22 al presidente de la República, Alcalá Zamora, suplido por Azaña. En tanto en la calle, la violencia política, más o menos una constante a lo largo de la República, subia de tono: asesinatos políticos, quemas de iglesias, palizas, robos… Violencia de la que el gobierno culpaba a la derecha (cuando era más bien al revés), reprimiendo con saña a los paramilitares de Falange y JAP y tolerando paternalmente los excesos de “autodefensa” de comunistas, anarquistas y socialistas.

Con arbitrariedad, sectarismo y pistolas, la izquierda sentó las condiciones para un alzamiento militar. Que al fracasar -y de ahí la enorme responsabilidad de Franco y adláteres- abrió la caja de Pandora de nuestra Guerra Civil y posterior dictadura. No, la izquierda no creía en la República.

Valencia1936Tampoco se les puede culpar demasiado. Las izquierdas pretendían un cambio radical en las penosas condiciones de la clase obrera y campesina (sin vacaciones, sin seguros médicos, sujetos a la arbitrariedad salarial y de contratación, sin jubilación, sin acceso a otra educación que una muy rudimentaria y clasista). Entendían, creo que con bastante razón, que las estructuras de la República machadiana, después de todo heredera del decadente y burgués regimen de la Restauración, no servían ni a sus fines de transformación social ni a la premura de los mismos. A lo más les facilitaban el acceso al poder. Así que su plan pasaba por aprovechar la debilidad de la derecha y la descomposición de las instituciones para arrinconar e ilegalizar a las fuerzas potencialmente contra-revolucionarias, quitar de enmedio a la iglesia Católica (como elemento alienante de las masas y principal pilar de la conciencia reaccionaria) y apoderarse de las estructuras básicas del Estado: el ejército, la justicia y la policía.

Parlamentarismo y democracia eran para ellos un mero medio para un fin superior. Comprendían de todas todas que las fuerzas de derechas y el ejército, más pronto que tarde, les saldrían al paso. No les temían. Les sabían débiles y divididos y confiaban en derrotarlos, como así fue en primera instancia y mientras tuvieron balas. Lo que no entraba en sus cálculos fue la vertebración de un exitoso totalitarismo nacional-católico como eje ideológico de la España insurrecta, así como la temprana internacionalización del conflicto, con el rápido apoyo activo al alzamiento de Mussolini (y a su estela de Hitler), así como el pasivo de la Gran Bretaña y Francia.

La II República Española, como intento de gestión democrática del poder basado en el parlamento, murió el 18 de julio de este año hará ochenta, despidiéndose el duelo acto seguido.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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2 Comments

  1. Una visión curiosa y muy particular, que no comparto. Eso sí le doy toda la razón en la bucólica e infantil, y cuasi mística, visión del trío levitador municipal ‘la, la, la’.

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  2. La Segunda República fue “asesinada” por la izquierda cuando en octubre de 1934 socialistas, comunistas y anarquistas dieron un golpe de estado anticonstitucional contra el legítimo gobierno republicano de centro derecha. Sólo triunfó parcialmente en Asturias, donde la brutalidad de los revolucionarios y la desmedida represión posterior produjeron 1.500 muertos. Ahí quedaron sembrados odios y rencores, miedos y recelos que, hábilmente explotados por unos y por otros, “reventaron” en julio de 1936

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