Con el apadrinamiento del popular Boris Izaguirre, Dyc presentaba en su destilería de Palazuelos de Eresma la campaña publicitaria “Orgullosos de lo que somos“, con la que el whisky segoviano, propiedad del grupo japonés Beam Suntory, incide una vez más en dar una imagen positiva de “lo español”, de lo que el destilado segoviano es un icono.
De ahí la presencia de Boris, que junto con un grupo de actores e influencers extranjeros, se reunía con periodistas y más influencers para explicar por qué eligieron España para vivir y dar una imagen altamente positiva de nuestro país. Después de todo, España es un país con complejo de inferioridad y a menudos son los de fuera los que nos tienen que abrir los ojos a tópicos que aquí parecen normales pero en el resto del mundo son envidiados: gastronomía, cultura, gente abierta y amical… por supuesto, sol y buen tiempo.
No es la única novedad. En los próximos fines de semana de junio, Dyc comercializa una nueva Experiencia Dyc: Orgullosos de lo que somos. Es un paquete en el que además de la visita por la destilería y cata, se incluye una noche de hotel, con viaje de Madrid a Palazuelos, visita guiada al parque nacional de Guadarrama y cena de lujo en Las Saucas, todo por 120€.
Inversión de Beam Suntory en Palazuelos
La idea es seguir posicionando la marca disociándola del Dyc como producto barato y poniendo el énfasis en el carácter local y la excelencia de sus productos de gama alta. Una política que lustro tras lustro está consiguiendo sus frutos y expandiendo “el segoviano”. De lo que no es ajeno la apuesta que el grupo japones está haciendo por la destilería palazolense. En los últimos meses, la planta ha visto importantes obras, con renovación de equipos y ampliación de instalaciones. Los trabajadores hablan de más de tres millones de euros de inversión (dato que la empresa no confirma), lo que se traduce también en un aumento del trabajo. De poco menos de un centenar de empleos directos que generaba la destilería antes de la entrada de Suntory, se ha pasado a 160 y creciendo. Buenos momentos, pues, para la vieja desilería.
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