Reguera, el pintor silencioso

Posted By Cultura on 16, Dic, 2015

En estos días de vorágine electoral, de ruido, mucho ruido, estaba yo pensando en Alberto Reguera, un pintor (y un hombre) silencioso, y no porque hable poco, sino porque todo lo dice bajito. Como si, primero, hubiese meditado despacio todo lo que dice; como si, después, no quisiese molestar con sus palabras, ni siquiera al oído de su interlocutor.

Expone Reguera, un pintor segoviano que ya viene poco por Segovia, aunque algunos aquí le sigamos considerando, ante todo, un amigo, en el París que le acogió hace ya varios lustros, el París en el que ha desarrollado una interesante parte de su carrera internacional. Y presenta, según el comisario de esta nueva muestra, Juan Manuel Bonet, “una exposición silenciosa, la más silenciosa, sin duda alguna, de cuantas se han podido ver estos últimos tiempos en la sala del Instituto Cervantes de París”.

‘Antípodas/Antipodes’ es el título de esta exposición que puede verse hasta el 4 de enero en el Cervantes de París, dirigido por el propio Bonet. Antípodas porque parte de esta exposición de cuadros y fotos pertenecen a los viajes que realizó el artista a Australia, Nueva Zelanda y Tasmania en 2006 y 2007, viajes y obras en los que buscaba otra visión de aquellos recorridos por los fiordos noruegos en 1998 y 1999. Con sus fotografías, doy fe de que estupendas, refleja Reguera el paisaje exterior, que le permite reconstruir el paisaje interior, a través de la pintura.

En esta exposición encontramos doce pinturas (realizadas entre 1999 y 2015) y ocho fotografías (2006 a 2013). Actualmente, el artista trabaja “de manera simultánea la pintura expansiva, la instalación pictórica, el video, la fotografía y el paisaje abstracto”.

“En esta exposición me he centrado en la fotografía y el paisaje abstracto”, señala Reguera, explicando que en esta ocasión, “en el mismo espacio expositivo se genera un escenario entre ambas disciplinas que se complementan y enriquecen, interactúan entre sí, pareciendo una el reflejo y el espejo de la otra; como si cada pieza absorbiera la luz de la obra que tiene enfrente o al lado. Se producirían reverberaciones entre sí, como si en el espacio expositivo quedara la resonancia de los sonidos pintados de estas obras, muy relacionadas con la abstracción lírica francesa”.

Juan Manuel Bonet ha escrito de la muestra que los cuadros por él elegidos “son de la máxima esencialidad, representan un digamos adelgazamiento aún mayor de su pintura. La voz apagada: de repente me acuerdo de ese hermoso título de José Bergamín, uno de nuestros grandes poetas secretos. Aunque también le tientan el bulto y a veces casi la escultura, como comisario he preferido enfatizar en este caso su trabajo en el estricto terrenode la pintura, y ello debido al hecho de que en algunas de las obras aquí seleccionadas creo que es donde de un modo más ejemplar, ha llegado al “less is more” en que Mies cifraba el ideal de la modernidad”.

” Cuadros en perpetua expansión. Cuadros abstractos, de dominante azul, con ecos de cielos blanquecinos de invierno cruzados por nubes –Reguera es gran contemplanubes, y degustador de cuadros de nubes de todos los siglos-, de nieves y hielo, de aguas de ríos en que se reflejan en esos cielos –la lección siempre del Monet de Giverny-, de horizontes marinos a propósito de los cuales hay que recordar que uno de sus compositores preferidos es Debussy, dentro de cuya obra le atrae especialmente La mer”.

Disfrútela quien pueda acercarse a París en estas ni frías ni blancas Navidades.