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Legal, légitimo, ¿pero ético?

DelasernadestacadaCaras largas en la sede del PP segoviano. El miércoles 9 se convocaba por urgencia y a primera hora una rueda de prensa. Pedro Gómez de la Serna, número dos al Congreso por Segovia, debía responder a las informaciones publicadas sobre el cobro de comisiones en operaciones de intermediación internacional. En ninguna parte leerán ustedes la palabra maldita, pero flotaba en el ambiente: Tráfico de influencias.

Hasta ese momento la campaña del PP pasaba por contraponer lo mal que se estaba en 2011 con el PSOE y lo razonablemente mejor que se está ahora; desconfiar de los vendedores de crecepelo que prometen una tierra de promisión para pasado mañana;  y sobre todo, rezar. Rezar para que un titular no viniera a desempolvar el que ha sido el verdadero talón de Aquiles del mandato de Rajoy, la corrupción. Normalmente, en campaña, cuando aparecen los periodistas reina un ambiente de hermandad entusiasta, todo sonrisas, camaradería. ¿Quieres un café? Vente a fumar que te cuento un chisme.  Aquel día no. Caras largas. Algunas desencajadas.

Está claro que Pedro Gómez de la Serna ha sido víctima de una extorsión. Un socio descontento, un saca-duros que pide dinero a cambio de no montar un escándalo mediático. Pero si hay escándalo, es porque hay de fondo material “escandalizable”. Y eso debería haberlo considerado Gómez de la Serna antes de postularse a candidato.

En rueda de prensa el diputado no ahorró detalles sobre la naturaleza de sus actividades extraparlamentarias. En eso hay que reconocerle un esfuerzo pundonoroso. No se vino con oscuridades, ni medias tintas. Tiene un bufete -lo tenía ya antes-  en consorcio con el mandatario del PP Gustavo Arístegui, dedicado a facilitar adjudicaciones en “mercados emergentes” a empresas españolas.

Gustavo Arístegui

Gustavo Arístegui

Diplomático de carrera, Arístegui era la figura mediática del PP durante el zapaterismo para temas internacionales, un rostro popular. Guarda con Gómez de la Serna muchos paralelismos. El diputado segoviano sustituyó a Arístegui al frente del gabinete de Mayor Oreja cuando Arístegui se presentó a diputado por Guipúzcoa en el 2000, repitiendo por Ciudad Real en el 2004 y por Zamora en 2008. Ya con Rajoy en la Moncloa, Arístegui, que sonaba para ministro, pasa a recibir la embajada de la India.

La implicación de Gómez de la Serna no pone otra cosa sobre el tapete que dilucidar, en primer lugar, si es ético (legal lo es) que los diputados mantengan una actividad profesional paralela. En segundo lugar, si dicha actividad puede desarrollarse en ámbitos donde exista ni que sea la posibilidad de rentabilizar crematísticamente la posición de privilegio que confiere el ser un diputado del Gobierno. Por que no nos engañemos, no es lo mismo presentarse ante Elecnor como un prestigioso abogado, que concurrir como un prestigioso abogado, además, asociado con un peso pesado de Exteriores, y por su condición de diputado del partido en el Gobierno, además, con libre acceso a los despachos clave en ministerios como Hacienda, Interior, Justicia, Exteriores…

Esta es la cosa. Gómez de la Serna puso mucho énfasis en sostener que anteriormente a su condición de diputado él ya se desempeñaba -y con éxito- en la intermediación en negocios internacionales. Se refirió también a que los trabajos efectuados para Elecnor eran bastante menos importantes económicamente que los realizados con anterioridad, y sugirió que los ingresos conseguidos para su bufete, lejos de las cantidades difundidas en prensa, estarían en orden a los 100.000€. Nada de cifras millonarias. En su declaración de bienes, de 2011 antes de ser diputado, consta que ese ejercicio había declarado 114.000€. Gómez de la Serna defendió su trabajo, “no es fácil”, dijo, y no lo es. Y descartó cualquier sombra ética en su proceder, al revés, se mostró orgulloso de “ayudar a empresas españolas a ganar mercado en el exterior”.

No lo dudo. Pero a míi esto no me vale. Será legal, será legítimo, pero no me vale.

El ministro de Justicia, con Gómez de la Serna en un acto de campaña.

El ministro de Justicia, con Gómez de la Serna en un acto de campaña. Arriba, el diputado en rueda de prensa.

Y recuerdo no ha tanto, cuando el PP de Segovia ponía el grito en el cielo porque Pedro Arahuetes García tenía una placa a no más de 50 metros de su despacho de alcalde, en la que ponía “abogado”.  Y yo con ellos. Pues a pesar de que Arahuetes había renunciado a cualquier actividad jurídica, el solo hecho de tener una placa en un despacho operativo era toda una invitación a que, pongamos por caso, si salgo de urbanismo con un pleito en ciernes, irme derecho al despacho en cuestión. Que sí, que ya sé que no será el alcalde en que se siente a mi lado en el banquillo, pero no me digan ustedes que como “acicate comercial” vender servicios en comandita con el alcalde no deja de ser resultón.

Y si eso pasaba con el socialista Arahuetes, que, que se sepa, no tenía más que la placa en aquel despacho, cuanto mayor en el caso de Pedro Gómez de la Serna, diputado al Congreso.

No puede ser. Entiendo que la política de alto nivel confiere un “know how” que puede ser muy útil a las empresas. Pero me niego a dar por ético que un señor rentabilice ese conocimiento mientras cobra de diputado. En primer lugar, porque ya cobra por trabajar por el bien común, incluido el de las empresas. Y en segundo lugar, y más importante, por qué ¿quién me dice a mí que los legítimos intereses de esa empresa en cuestión van en sintonía con los míos, como ciudadano del común que soy? ¿Qué pasa? ¿Qué me piden? ¿Un auto de fe?

Exactamente, se me pide un auto de fe. Pero la fe descansa en la ejemplaridad. Y francamente, el tiempo de tener fe en los políticos pasó a la historia. No soy Santa Teresita y no me fío ya ni de que un alcalde vaya al palco del Bernabeu (o del Barça) por la cara a cuenta de este o aquel. Quiero transparencia, regulación, cuentas claras. Y cero privilegios. Con la que cae, ¿alguien me puede decir que estoy pidiendo la luna?

El PP no quiere darse cuenta de que la raíz de sus males está precisamente ahí. Negarse a capa y espada, no ya a la exclusividad de la tarea parlamentaria, sino ni siquiera a regular y airear toda esta rentabilísima capilaridad que existe entre poder público y poder privado, una fontanería de intereses que desde hace lustros conecta Madrid con sus ministerios y que, una y otra vez, anula cualquier credibilidad en las muestras de contrición de los partidos tradicionales.

Y me pone las cosas muy difíciles para votar a Gómez de la Serna, cosa que en circunstancias normales probablemente haría. ¿Para qué? ¿Para que gane más dinero? No estoy pagando para eso. Yo no soy Elecnor.

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Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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2 Comments

  1. Que decepción de artículo Sr.Besa , por blandito, condescendiente y complaciente, como se ve ve que para los de derechas esto de la corrupción, sobre todo si viene de los nuestro, nos resbala, ¡¡¡Sé fuerte Luis¡¡¡ Ha habido alguna condición normal estos años? Alucino.

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  2. si no les parece suficiente los ingresos de ser diputado… ¿porqué se presentan? si eres diputado.. ya da para vivir holgadamente y dejarse de negocios paralelos. Hay quien lo hace con 800 euros… aunque luego los del PP no les molen por pobres (decirlo con estilo Lomana).

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