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De cómo Segovia fue declarada Patrimonio de la Humanidad

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Sin duda es una de las páginas clave en la historia reciente de la ciudad de Segovia. 6 de diciembre de 1985, en la sede de la Unesco en París, el entonces alcalde Miguel Ángel Trapero y el arquitecto municipal, Federico Coullaut-Valera, asisten a la declaración del Acueducto de Segovia y la ciudad vieja como Patrimonio de la Humanidad. Como explicó otro de los “muñidores” del solemne acuerdo, el entonces responsable de Bellas Artes, hoy catedrático emérito de Historia de la Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, José Miguel Merino de Cáceres, “Segovia fue la séptima ciudad en conseguir ese título, ni que sea que porque para ponerla por encima de Ávila pusimos antes el acueducto, y así alfabéticamente era la primera de la lista”. Segovia lo fue en dura pugna “alfabética” con Ávila, pero para indignación de toledanos y en detrimento de la Ciudadela de Carcasona (en el Aude, Francia). Fue el colofón de tres años de trabajo.

RuizMerinodeCaceres“España se incorporó muy tarde a la convención para la proteccción del Patrimonio de la Humanidad, que había surgido en 1972. Había la idea de que no habría dinero pero desdeel ministerio hicimos fuerza para acelerar las cosas y se firmó la convención en 1982. Lo primero fue establecer una lista con 100 lugares, entre los que estaba el Acueducto”, recordó Merino de Cáceres. Los primeros enclaves declarados se remontan a 1977. “Cómo llegábamos tarde, había el acuerdo tácito de que en los primeros años España metería en la lista cuatro o cinco monumentos por año”. Hacer la lista de los cien lugares elegidos fue arduo (“solo los catalanes trajeron 2.500 monumentos”, ironizó Merino de Cacéres). Pero finalmente en 1984 España se estrenaba con la Alhambra, el Parque Güell, la mezquita de Córdoba, el Escorial y la catedral de Burgos”.

Para la siguiente hornada, Merino de Cáceres se encontró con inesperados aliados. Importantes funcionarios parisinos que conocían y amaban Segovia, el propio embajador de España en la Unesco, Ángel Carriedo, cuyas tías vivían en Segovia. Fueron ellos los que sugirieron al equipo español que incorporase a Segovia no solo como como Acueducto, sino como ciudad vieja. “Entonces solo había seis ciudades en la declaración, Varsovia, Cracovia, Malta, el Vaticano y dos más”.

La convergencia con el Plan de Urbanismo

Lo siguiente fue implicar al ayuntamiento de Segovia, cuyo alcalde, el socialista Miguel Ángel Trapero, presidía un consistorio ultrafragmentado. “La declaración fue en lo único en lo que el consenso fue unánime. Y tuvimos la suerte de que coincidió con el tiempo con la redacción del Plan General de Ordenación Urbanística de 1984”, recordó el ex-alcalde, que recordó el trabajo del entonces edil de Urbanismo, Félix Benito, y otro segoviano que trabajaba en la Unesco. “Un día me llamó un tal Andrés Trapero, que resultó ser familia mía. Gracias a él sabíamos lo que se cocía allí”. Otra suerte. “En esos años estábamos con el edificio de la plaza Oriental -el conocido popularmente como el Esqueleto, de Navisa, que afeó la plaza hasta entrado el siglo XXI-, como era una licencia en regla, para pararla tuvimos que recurrir a la parte cultural, eso nos había puesto en contacto con ministerio”.

La confluencia de buenos contactos con el ministerio de Cultura y una ya avanzada labor en el campo de la catalogación de la ciudad vieja, por los trabajos de redacción del nuevo plan dirigido por Coullaut Varela, facilitó enormemente la tramitación del expediente, que estuvo acompañado por una memoria redactada por el historiador Antonio Ruiz. “De largo, el expediente de Segovia era el mejor, y la memoria de Ruiz la mejor que yo haya leído”, explicó Merino.

Fue así como en la noche del 4 de diciembre, el alcalde y el arquitecto cogían el tren nocturno a París, el Puerta del Sol, que llegaba por la mañana a París. Para entonces ya sabían que el Acueducto y la ciudad vieja iban a entrar en la declaración. Y así fue. La delegación española se completaba con el alcalde de Santiago y tras la firma del protocolo se obtuvo esta histórica foto (en la que se ve a Garrido, el embajador de la Unesco, a los alcaldes de Santiago y Segovia -primera fila en el centro-, a Merino de Cáceres y Coullaut Varela -a la izquierda y derecha de la segunda fila-, así como al arquitecto gallego Rafael Baltar).

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Para celebrarlo, los españoles la liaron parda en un cafe de Montmartre, en la que hubo un duelo de piano entre el arquitecto segoviano y el munícipe gallego. En aquella misma sesión se declararon también Patrimonio de la Humanidad las murallas de Ávila, las cuevas de Altamira y las iglesias prerrománicas del Naranco. “Los de Ávila no fueron porque no estaban muy de acuerdo, luego ya sí, pero al principio no estaban por la labor, y los asturianos, pues no me acuerdo”, narra Merino de Cáceres.

En realidad, con Segovia no hubo problemas. “El problema fue anteriormente con Toledo -que entraría en el lote del 86 con Cáceres- que querían ser ellos los primeros, pero optamos por Segovia porque estaba mejor conservada y tenía el Acueducto.  Lo de Ávila fue más difícil. Lo incluimos para evitar que entrase Carcasona, y así fue”, añadió el entonces responsable de Bellas Artes, “enemigo declarado” de las rehabilitaciones fantasiosas y románticas de Eugène Viollet-le-Duc.

Expectativas incumplidas y un título “devaluado”

traperoCoullautVarela“¿Qué esperábamos los segovianos de la declaración. Yo diría que con el tiempo se han cumplido algunas cosas y otras no. La declaración fue importante para el autoreconocimiento de los segovianos de la importancia de la ciudad. Una cosa es pensar que tienes una ciudad muy bonita y otra que vengan de fuera y te lo digan. Eso ha sido muy importante”, explicó Trapero. También ha sido un márchamo comercial importante, un marketing con el que posicionarse en el mundo. “Sin embargo, nosotros esperábamos que aquello sirviera para implicar administraciones en la conservación del patrimonio. Éramos ingénuos, pensábamos que el gobierno, la autonomía, hasta la misma Unesco, pondría dinero. No fue así”.

En parte, los “muñidores” de la declaración lo achacan a la proliferación de declaraciones. No se esperaban que el título de Patrimonio de la Humanidad terminara asociado a tantos monumentos. Hay que recordar que solo en España hay 44 espacios declarados, a los que hay que añadir los patrimonios intangibles, ambientales y otras figuras que han terminado por configurar un anexo de cientos de espacios. Ayer mismo, la lista se incrementaba con al menos otros dos. Las hogueras sanjuaneras –fallas– del Pirineo y la fábricación de cencerros del Alentejo (Portugal).

En nombre de la ciudad, la alcaldesa Clara Luquero, agradeció el trabajo de todos quienes participaron en la declaración recordando la importancia del sector turístico en la economía ciudadana. “Nunca les estaremos lo suficientemente agradecidos”.

La ciudad lo sigue celebrando. Para este mes, 30 actividades culturales, coloquios, películas, una por cada año de la efeméride. Hoy cine y mañana, en Teatro Paladio, la bailadora María Pagès representarán un singular espectáculo, con la participación de actores con discapacidad.

Programa XXX Aniversario

Fotos. De arriba a abajo: La mesa coloquio, celebrada en la Alhóndiga; Antonio Ruiz y Merino de Cáceres. París 1986, foto de Merino de Cáceres con la delegación española en la sesión de la Unesco. Coullaut Varela (izquierda) y Miguel Ángel Trapero.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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