El Primer ministro inglés ha pedido en el Parlamento que la serie “Adolescencia” se vea en los colegios. No solo ha sido el récord de estreno en Netflix, superando a “El Juego del Calamar”, sino que ha emergido una corriente subterránea a la superficie social. Para que esto no nos rompa en la cara como una ola, para que no nos quedemos en los argumentos superficiales pescados en las redes, para que los medios no nos dejen a medias, les propongo sumergirnos en la propuesta de la serie: el oscuro y profundo mundo de los adolescentes de hoy, esos seres en permanente construcción, perdonen las molestias.
Puede leer esto, no hay problema, y ver luego la serie, aunque sepa el final, como en las pelis de Semana Santa. Puede leer esto, aunque no tenga hijos e incluso, sobre todo, si los tiene y cree que esto no va con usted. Nos afecta, aunque lo ignoremos o neguemos. Vivimos equidistantes entre los problemas personales y sociales, entre la ocupación y el desahucio, entre el “menor no acompañado” y el menor que nos acompaña.
El primer término que va a oír esta semana es “Incel”. Célibes involuntarios, chicos a los que les gustan las chicas, pero ellos no les gustan a ellas. Chavales heterosexuales que no tienen sexo, ni aventuras, ni romances. Vírgenes rechazados, humillados, “contigo no, bicho”,” no te toco ni con un palo”, “ni con un puntero laser”. Primera lección para padre boomer: solo hay una cosa peor que tu adolescente despierte el interés afectivo sexual de los demás adolescentes. Y es que no lo despierte.
La Manoesfera no es, como podría deducirse, el mundo de las pajas al que condena el rechazo, sino los espacios de las redes donde quedan para curar su masculinidad dañada y culpar a las mujeres. Viene de “man”, no de mano. Es una regla social eterna que las penas compartidas no se van, pero se quedan los penados. Las penas con par son menos.
La regla del 80/20. En Sociología se estudiaba como la Ley de Pareto, que decía que el 80% de los resultados se deben al 20% de las causas. Se le ocurrió observando que el 20% de las plantas contenían el 80% de las frutas. Pues bien, en la Manoesfera es dogma que el 80% de las mujeres solo tienen relaciones con el 20% de los hombres. ¿Y al revés no pasa? No, porque las mujeres especulan con su capital sexual y manipulan. Dicen. Porque ellos tienen más necesidad y más “manga ancha”. Están trucando, dicen, el juego porque ellas mandan. Son el árbitro y el equipo contrario a la vez.
Del sentido de Pareto a paleto resentido. Hasta aquí no hay mucha novedad, ¿verdad? Guapos, feos, exitosos, cortejar, tirarse el rollo, un día te dan acceso y otro eligen a tu amigo jugando a “la botella”, ver dónde te pone el “mercado afectivo”, “rituales de adolescencia”. Nada que no arregle el tiempo y una buena pandilla de amigos. ¿Dónde está la novedad de la serie?
Pues en el papel de las redes, la invitada que ha cambiado todos los cambios sociales. Allí, al otro lado de la pantalla, están ahora las pandillas, los éxitos y los fracasos. Antes te daban calabazas pero remontabas en silencio; ahora si te dan un emoji de unas judías en tu “insta”, te condena al celibato público eterno, que resuena aunque apagues el móvil y te obliga, se justifican, a ser un incel en la Manoesfera y estar en el 80% olvidado. Allí donde los otros desesperados te están esperando en la orilla seca del “sinfollarismo” y te mandan una pastilla roja o una dinamita a tu perfil para que despiertes y reacciones. Allí donde el odio contra las mujeres es justificado, organizado y celebrado. Allí donde reciclas tu inseguridad en misoginia. Nada bueno sale de esa espiral. Más difícil salir de un incel que de un Excel.
¿Pero de qué realidad hablamos? ¿De que hay feos? ¿De que es difícil ligar de chaval? Pues te lo curras, te haces gracioso. Ojo que los “nerds” de hoy son tus jefes mañana, pues yo mismo antes de conocer a tu madre… por favor, amigo lector ochentero, evitemos la tentación de esos análisis, y antes de volvernos a la barbacoa, terminemos de bucear en las causas porque sí, hay una responsabilidad en el modelo masculino relacional que damos a los hijos. Queda solo un minuto.
Los incel echan la culpa a las chicas y a su interpretación de un feminismo que dice que los tíos son violentos, torpes y vagos y que no les necesitan, a no ser, claro, que sea Brad Pitt, productor de la serie, que entonces no importa que se rasque el culo al levantarse. Dicen también que eso no les pasaba a los padres y se vuelven, por tanto, defensores de la masculinidad tradicional, del “niña, tráeme un chupito”, del reparto de roles sencillos, de cuando los feos ligaban sin tanto consentimiento ni punto violeta. Cuidado amigo, no se encienda, que se nos arrebata la panceta en la parrilla.
Vale, vale, pero estas movidas ¿no serán moditas de Estados Unidos o de los sajones? No, son globales y virales, como el COVID. Lo que hoy pasa en Las Vegas de Nevada, mañana pasa en las de Matute. Pero hay excepciones que podríamos llamar el “incel ibérico”, que también se aparea con dificultad, aunque pensemos que aquí, en España, nos juntamos padres e hijos a tomar cañas en la plaza y “a la prima se le arrima” y eso nos salva. Pues aquí también está formándose esa corriente entre los adolescentes varones. Y sentencias como la de Dani Alves vuelven otra vez a la imagen de chica manipuladora y ambiciosa interesada en hombres atractivos y exitosos. Y retrasan 20 años los avances de la igualdad.
A un chaval de 15 no se le puede decir que todo llega, que se vaya mientras a la biblioteca y al gimnasio, que siempre habrá un roto “pa” un descosido… No les renta. Solo vale el presente, estar presentes, marcar límites cuando son necesarios, ofrecerles herramientas y, sobre todo, aceptarles tal y como son. Mientras todo llega, saquen a sus hijos todo lo que puedan de las pantallas y aléjenles de las ventanas antes de que salten.
30 marzo, 2025
Como mujer con hijas, con sobrinas tengo que decir que a las chicas de hoy ya no les gustan los machotes, los malotes, los macarras. Han cambiado los cánones, ya no se trata tanto de la belleza exterior, priman otras cosas. El dato de que el ochenta por ciento de las chicas solo quieran estar con el veinte por ciento de los chicos lo dice claro. Leí recientemente una frase para mí muy acertada, los hombres buscan mujeres que ya no existen y las mujeres buscan hombres que todavía no existen. Ahí lo dejo.