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Cómo evitar los problemas en internet

Les pido disculpas de antemano por no hablar de la amnistía, como tal vez se esperaba esta semana, pero después de escuchar a la periodista Àngels Barceló en La Ser afirmar que Junts ha vuelto a la Constitución, me he quedado sin energía.

Hace unas semanas, una amable y desconocida lectora me preguntó si podía dar algunos consejos para que el uso de Internet y de las redes sociales fuera lo más seguro y fiable posible. Así que si me permite el director de este digital, que sé que es bondadoso y se le ablanda el corazón cuando se acerca la Navidad, procedo a cumplir la citada petición con cinco puntos que ojalá, al menos, les haga pensar en ello.

  • Dudar es la mejor herramienta que podemos usar cuando recibimos un mensaje —en el que se nos exige una acción concreta— o una noticia. Si es algo que nos indigna y que reafirma nuestra ideología, rápidamente queremos compartirla con el entorno. Pararse un momento, buscar una segunda fuente que reafirme o desmienta el contenido, y preguntarse quién es el verdadero beneficiado de que se viralice, ayudará a no propagar noticias falsas y a generar división, miedo, crispación… Debemos entender que además de derechos tenemos obligaciones en el uso digital, y una es no contribuir a difundir la mentira y la desinformación, aunque concuerde con nuestra ideología.
  • Le puede llegar un mensaje o un mail alertando de que su cuenta bancaria está siendo atacada y que pinche inmediatamente en un enlace para modificar la contraseña. Nunca lo haga, nunca acceda a su banco, su cuenta de correo electrónico o similar, a través de un enlace que le ofrece un tercero, sólo hágalo escribiendo usted mismo el nombre de la entidad en el navegador. Esos enlaces llevan a páginas de una estética similar al de la entidad bancaria, por ejemplo, y al introducir sus datos se los está regalando a un desconocido que intentará vaciarle su cuenta corriente. Dude de nuevo antes de actuar.
  • Sé que no es cómodo, amigo lector/a, pero tener todas las cuentas con la misma contraseña o parecida, es un error. Contraseñas largas, con mayúsculas y minúsculas, símbolos y números, harán más difícil el trabajo de quien quiere hacerle daño. ¿Se imagina tener la misma llave para su casa, su coche, su despacho, su tienda, su buzón…?
  • Le llega un whatsApp de un supuesto familiar diciendo que le escribe desde otro teléfono porque ha perdido el suyo y que le ingrese una cantidad porque tiene un problema que solucionar en el momento, ya sea en un aeropuerto, en el banco, en comisaría… Le dará información privada que le hará creer a usted que en verdad es su familiar, pero nuevamente dude, llámelo al número real, no al desconocido, y que le confirme qué está pasando. La suplantación de identidad está a la orden del día y se basa en la urgencia, en que no tenga tiempo para pensar fríamente. Los timos se producen por exceso de confianza, por creer que esas cosas les pasan a otros, no a mí.
  • Tema menores, ¿a qué edad debe tener un chaval un móvil?: la edad no es tan importante como sí el seguimiento que hagan los padres. No hay mayor error que pensar que un chico o una chica de doce años (o quince) tiene el derecho de tener privacidad en su dispositivo digital desde el primer día. Y un segundo fallo es el de ofrecerle de golpe todas las posibilidades que ofrece la tecnología. Un teléfono móvil es el mundo completo en una pantalla, con sus virtudes y sus peligros, y un adolescente (ni un mayor) está capacitado para asimilar de golpe todo lo que le viene. Darle primero sólo un uso como teléfono, luego descargar WhatsApp bajo la premisa de que los padres podrán acceder a su contenido, después introducirlo en las redes sociales (siempre con las cuentas en modo privado y la prohibición de que acepte que le sigan desconocidos), evitar que tenga acceso a la compra de aplicaciones, bloqueador de contenido para adultos… son algunas pautas a considerar. Sé que puede parecer que es ponerle puertas al mar, pero los delitos de ciberacoso, de sexting, de amenazas, la ansiedad y la depresión juvenil… han crecido exponencialmente porque muchas veces desde el hogar nadie controla lo que hace su hijo, que puede ser víctima o verdugo. Se ha pasado en un par de décadas de que el ordenador esté en una zona común de la casa a que un chaval de catorce años se encierre en su dormitorio con barra libre de contenidos.

Los españoles pasamos una media de cinco horas y cuarenta y cinco minutos al día en Internet, una hora menos que la media global. No olviden que todos hemos aprendido a base de probar y de imitación, no porque nos hayamos formado para ello a partir de la experiencia de los profesionales. ¿Se imaginan no saber conducir y meternos con el coche en la autovía? Nos estrellaríamos. Les he puesto sólo cinco ejemplos de situaciones que ni mucho menos son esporádicas y que todos potencialmente podríamos vivir en un momento dado (más aún con la llegada de la Inteligencia Artificial), y añadiría una más, cuando participen en debates, fotos y comentarios, háganlo siempre como lo harían si estuvieran en la presentación de un libro, por ejemplo, y no como lo harían si están enfadados en un atasco a las ocho de la mañana. Hacer un comentario agresivo desde el sofá de la casa, cuando la discrepancia se podría haber producido desde la corrección, también puede hacer daño a quien la recibe, sea mayor o menor de edad.

Espero haberles aportado algo, queridos lectores. Si tienen alguna duda sobre el tema y estoy capacitado para resolvérsela, les respondo en los comentarios. Feliz domingo.


Author: Alberto Martín

Profesor universitario y escritor

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