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La cultura de la cancelación

Hace unos días, el ayuntamiento de Getafe y el club de fútbol de la localidad retiraron del estadio el nombre del exjugador de fútbol Alfonso Pérez Muñoz por unas declaraciones en las que venía a decir que las futbolistas no podían cobrar lo mismo que los futbolistas. Frases como “No se pueden quejar de lo que es actualmente el fútbol femenino. Ha evolucionado, pero deben tener los pies en el suelo y saber que no se pueden equiparar en ningún sentido con un futbolista hombre” sentenciaron al jugador de cara a una parte de la sociedad. Al día siguiente el castigo ya había sido efectivo, provocando una guerra civil digital entre partidarios y detractores de la postura de Alfonso.

Creo más en el valor corrector de la educación y de la pedagogía para avanzar en una dirección más justa, socialmente hablando, que en el castigo visceral que sólo sacia a corto plazo, eso que ahora se denomina ‘cancelación’. A Alfonso, con la paciencia que no existe en las redes, se le podía haber rebatido muy fácilmente: las jugadoras españolas de fútbol no han pedido en ningún momento cobrar lo mismo que los hombres, han exigido condiciones dignas de trabajo y un salario mínimo de 30.000 euros a partir de 2026 (los hombres ya lo tienen fijado en 155.000 euros). La posición de Alfonso Pérez se basaba en la ignorancia, en una mentira en un momento en el que el fútbol femenino ha despegado y lo que menos necesita es malgastar su esfuerzo en contrarrestar desinformaciones —muchas deliberadamente maliciosas— que llegan por no dedicar un minuto a saber la verdad. Tiene que ser duro para ellas ver que entre unos y otros están haciendo tanto para que nadie hable de sus éxitos deportivos.

¿No haría más pedagogía entre quienes apoyan al futbolista escuchar los argumentos de las jugadoras, conocer la realidad y desechar un argumento que se basa en una falsedad? Demostrar de forma pausada, incluso didáctica, que Alfonso Pérez no está en lo cierto. Corregirlo y ganar adeptos a la ‘causa’ del fútbol femenino sería más rentable que ir corriendo a ejecutar el castigo, como se ha hecho desde Getafe, porque en el momento en el que se produce una polémica, el tema principal de lo que habría sido un debate que provoque conocimiento, queda aplastado por el griterío.

La cultura de la cancelación, ya hablando en general, no se basa en unas normas prefijadas y pactadas a las que recurrir en caso de necesidad. Vive ajena al código penal. Depende del grado de repercusión mediática, de los antecedentes del protagonista, de qué personajes son los que más protestan, de lo capcioso que se vuelva un titular de una noticia a la que nadie accederá para encontrarle contexto y del grado de castigo que se le puede aplicar al hereje (despidos, no ir a sus conciertos, quitarle su nombre a un estadio, sacarlo de las tertulias televisivas, evitar que alguien vea su nueva película, echarlo de una universidad…).

La cancelación es el hijo mayor de lo que durante años fueron los boicots. Consiste en buscar adeptos a la causa —fundamental—, gritar en las redes sociales que todo el mundo debe arrinconar de inmediato al cancelado, so pena de castigo para quien ose no apoyar a la masa enfurecida. Es la justicia sin ley impuesta por un grupo minúsculo que le dice al resto lo que pensar si quiere seguir siendo de los suyos, seres inmaculados. Hay que proteger al ciudadano de quienes dan opiniones diferentes, se equivocan o incluso bromean con determinados asuntos. Le pasó a Fernando Trueba, al concejal Zapata, al equipo de la película ‘El guardián invisible’ por unas declaraciones a título personal de una actriz secundaria, a Woody Allen, a J.K. Rowling…

Esta epidemia contagia a los de derechas y a los de izquierdas. Cuando uno de los suyos sufre la cancelación hablan indignados de falta de libertad, y cuando esos mismos la imponen se autoproclaman defensores de la decencia a costa precisamente de la libertad que ya no les interesa porque no corre a su favor.

Otros afectados no han llegado a ser cancelados porque rápidamente, y después de una batería de insultos iniciales, han pedido perdón a no saben quién, pero perdón al fin y al cabo, por haber ofendido al que está en el sofá de su casa esperando a su próxima víctima digital. Tras el típico vídeo de disculpas, flagelándose con cara triste, viene una segunda pila de insultos populares, pero al haber mostrado arrepentimiento queda en un serio aviso de que no falle más o a la segunda no habrá benevolencia.

Esta es la justicia paralela que pulula por las redes sociales, que tiene repercusión en la vida de la gente y a la que todos nos acogemos en el momento en el que nos volvemos usuarios y participamos de la conversación. El contexto y los matices han muerto, el error no admite segundas oportunidades y nadie se ve reflejado como parte del problema, siempre son los demás los que lo hacen mal. La pregunta que queda por hacernos cada uno es cuánto tiempo tardaremos en ser víctimas de ella. Lo mismo me toca a mí con este artículo, quién sabe…


Author: Alberto Martín

Profesor universitario y escritor

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15 Comments

  1. Buen artículo.
    Enhorabuena a su autor.

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    • Un artista el Alfonso, Alberto: “En su caso, como en otros o el de las chicas, yo obligaría a besar la bandera española para saber que defienden con honor y honestidad la camiseta de su país. Eso, lo primero y luego ya protestas por lo que quieras. Me parece bien que pidan lo que consideren, pero la selección está por encima de todo». Besar una bandera o unos morros 😉

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      • Gracias por su aportación, Lectora.

        No tiene ningún sentido esa especie de ‘prueba de pureza patriótica’ que comenta Alfonso en la entrevista y que quiere añadir a los méritos para jugar en la selección, y más en un deporte que por mucho que quieran vendernos otras cosas, no es más que negocio desde ya muchos años.

        Saludos y gracias por leerme.

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    • Muchas gracias por entrar y leerlo, Robustiano.

      Saludos.

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      • Si alguien está equivocado, se dialoga y se argumenta el motivo. Tener distinta opinión no es malo, lo malo sería no tenerla.

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        • Exacto, Andrés, si se pretende que primero venga el castigo (cancelación) y luego el diálogo, es un diálogo de sordos donde todos gritan a ver quién lo hace más.

          Gracias por su aportación. Saludos.

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        • Muchas gracias por la aportación, ‘Otra visión’. Le he echado un vistazo rápido y parece interesante, lo veré con calma.

          Saludos y feliz semana.

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  2. Lo expuesto, creo, que es un ejemplo más del “neopuritanismo” que se está tratando de imponer en la sociedad; en muchos casos se trata ya directamente de un ascenso despótico llamado ahora empoderante.
    Es la revuelta de las minorías del posmodernismo, que lo son en función de alguna peculiaridad real o artificial, pero que al final del recorrido son formas ruidosas de reivindicación sometidas como siempre a la estratificación piramidal de otros poderes más reales.

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    • La clave está un poco en lo que comenta usted, tocayo, en el fondo no deja de ser una minoría muy pequeña la que marca quién queda señalado. En términos únicamente numéricos, cada vez que leemos eso de ‘arde Twitter’, ‘las redes estallan contra’… a parte de que el medio busque el clic fácil, un trending topic de gente protestando contra alguien a veces lo forman 10 o 15.000 mensajes, no más, y la percepción que le queda al lector es que toda España va a una en ese tema. Esto lleva a que un partido político, una empresa privada, una universidad… se asuste y enseguida quiera tomar medidas para que no le salpique.

      Muchas gracias por la aportación.
      Saludos.

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  3. Las declaraciones en el contexto en el que nos encontramos son totalmente inapropiadas, falsas y rezuman un tufillo bastante rancio.
    Creo, como docente, que la labor educativa sobre este tema se debe realizar con los miles de alumnos y alumnas de los colegios e institutos de Getafe y comentar con ellos las falsedades que este señor comente en sus comentarios, y el flaco favor que hace con ellas a la causa de estas deportista, que llevan muchos años sufriendo un maltrato psicológico y deportivo.

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    • Totalmente de acuerdo, Jesús, este tipo de cosas donde hay que lucharlas en primera instancia es en los colegios e institutos. Que se forme debate, que se hable del contenido, de la parte comunicativa, de cómo influye a las afectadas… Y que todo eso lleve a enseñar que hay que leer y escuchar bien antes de dar una opinión como la de Alfonso, que partiendo de una mentira perjudica a las deportistas.

      Saludos y muchas gracias por participar en el debate.

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  4. En 1998 fue construido y se hizo una votación entre los getafenses para buscar el nombre de alguien que representará a Getafe. Salió Alfonso Pérez pero nadie estuvo agusto con el nombre porque nunca representó a Getafe. Tarde o temprano habrían cambiado el nombre del estadio…

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    • Hola, Mercedes.

      Así es. En la propia entrevista de la polémica el jugador vaticina que pronto le quitarán el nombre. De ser así, el ejercicio de hipocresía del ayuntamiento y del presidente del Getafe es máximo y merece ser criticable también. Ir de indignados ante una causa que parece de igualdad y después aprovechar el viento a favor para sus intereses personales, me resulta mezquino.

      A mí en su día me resultó sorprendente que tuviera su nombre sin haber jugado allí, ni vivido de mayor ni nada, pero ese ya es otro tema.

      Lo dicho, muchas gracias por pasarse por aquí.

      Saludos.

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      • Alfonso nació en Getafe y sus padres vivian aquí…
        Lo que está claro es que necesitan ingresos para reformar el estadio y el apellido del Coliseum es un negocio.
        Un saludo.

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