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Al calor de la polarización

Casi mejor que haya llegado el frio y la lluvia y así nos ahorramos la brasa de la política en las barbacoas. Dentro del bar es más difícil. Ayer, un barrendero leyó en alto la portada de un diario gratuito. Decía: El Presidente y los herederos de ETA. “Aquí no queremos polarizaciones”, le contestó el camarero. Y, sin embargo, asegura el profesor Ben Ansell, vivimos en el tiempo en que tenemos más consensos que nunca. Han desaparecido las alternativas fascistas, comunistas, teocráticas o absolutistas. Europa, el mercado y las leyes nos dicen lo que hay que hacer antes de que lo haga definitivamente el algoritmo. El 80% de los españoles queremos democracia, igualdad, solidaridad, seguridad y prosperidad, pero una cosa es lo que queremos como sociedad y otra lo que estamos dispuestos a ofrecer como individuos.

La primera trola está en el corazón de la democracia. No existe la voluntad del pueblo que propuso Rousseau. Era para luchar contra la realeza, pero no era real. A partir de ahí, los demás dilemas vienen en cascada. Entre el yo y el otro: queremos la igualdad, pero que no me toquen mi pasta. El yo presente y el del futuro: abogamos por la solidaridad, pero quiero recibirla mayor y enfermo, no darla cuando estoy sano. La seguridad, siempre, pero que no me toquen la libertad. A tope con “la prospe”, pero no me pidas esfuerzo a corto plazo para el largo, como si el refrán de masa madre del pan de hoy y el hambre para mañana no nos pareciera trigo limpio.

Nuestro egoísmo boicotea los acuerdos a los que hay que llegar para alcanzar nuestros intereses colectivos. Por eso la democracia consiste en negociar de una manera agradable y constructiva esos pequeños desacuerdos entre individuos y sociedad. Y en explicar por qué, ocasionalmente, hay que tratar distinto a los iguales y por qué conviene hacer sacrificios individuales hoy para tener progresos colectivos mañana. El sueño de la democracia produce sapos. De difícil digestión. La amnistía es uno muy grande y muy feo para que lo haga solo Zapatero. Si lo puede explicar alguien más, mejor.

Y entonces ¿por qué estamos polarizados? ¿Por qué si dos de cada tres españoles votan PP o PSOE nos cruzamos de acera cuando vemos al de enfrente? Pues porque la democracia está pensada para parar la polarización que va de la sociedad a la política y no al revés. Y en los últimos 20 años le hemos dado la vuelta a ese flujo natural y estamos ante una manipulación artificial, volteada porque así, del revés, da más votos. Los políticos crean la polarización y la tienen que parar en las barras de los bares. Esto empezó, seguramente, con el PP contaminando la sociedad dejando caer la participación del PSOE en los atentados del 11-M y desde entonces es tan difícil ver a un político conciliador como a un torero calvo. Y así llegamos al ridículo de ver cómo PP y PSOE exigen que Israel y Gaza se reconozcan y acuerden mientras ellos asumen estar en las antípodas, que está igual de lejos que los polos, pero que es una expresión como menos fría. Hay excepciones, como Juan Lobato en Madrid, siempre sereno y cabal, evitando polarizar más entre Ayuso y la “retroizquierda”, que es la próxima temporada de Ice Age.

La verdad es que la democracia es molesta. Es gente discutiendo. Cada vez con peores formas. Pero cuando estén hartos de gritos recuerden que no hay guerras entre democracias. Si el hueco de la democracia lo coge el fanatismo próximo nos ponemos en Oriente Próximo. Maldito el que viene en nombre de un Señor (sin pasar por la Ilustración). Solo recordarlo, no hace falta opinar, porque los que creen entender algo de Palestina es porque se lo han explicado rápido. Incluida Ione Belarra, que aprendió geopolítica en un concierto de La Polla Records. Yo me fijaría en que mientras Biden y Netanyahu se reúnen como dos señores desorientados en un parque, Putin se va a ver al presidente chino con un maletín nuclear. Ahí va la liebre y la metáfora de las democracias y los populismos. ¿Si no existe ni la voluntad popular, cómo va a existir el líder popular? Pues al calor de la polarización.


Author: Gonzalo Vázquez

Periodista

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4 Comments

  1. Si hay que cambiar df idea se cambia, ese es el manera de algunos políticos que originan polarización al no poder confiar en su palabra y programas.. el problema es wue no solo cambian de idea,sino de valores también…estamos. l espera de saber si el humildisimo diputado pir Córdoba apoya la sm istia, el referéndum y el regalo fiscal a Cataluña z consta de regiones pi res como Castilla.. esto también genera peritación, el no confiar en quien se vota

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  2. Gracioso eso de que la polarización la empezó el Pp. No se acuerda de aquello de que la guerra y los atentados islamistas eran culpa del Pp de la época del chiflado Zp, único beneficiado junto a Marruecos (ahora ya sabemos el porqué:ya tienen su Sáhara para ellos, gracias a Sánchez) de esos atentados del 11M o de aquello de:”Rajoy asesino” pintado en todas las calles del país por los siervos del jeta del casoplón de Pablo Iglesias y bendecido por todo el Psoe, por intentar salvar al país de la quiebra en que habían dejado los sociolistos en 2011 a España. Se le olvida mencionar que el principal responsable y beneficiario actualmente de la polarización es Caudillo Sánchez.

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  3. Buen artículo otra vez, Gonzalo.
    Pero lo de bajar a LPR a la altura de algunos de nuestros políticos…

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  4. Vaya artículo más patético, no dice nada. No tiene ni pies ni cabeza. Lo único que merece la pena es Evaristo.

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