Posted By Fernando Sanjosé on 15, Dic, 2015

El ministro de Justicia, Rafael Catalá, charla con De la Serna en un acto al comienzo de la campaña.

Pedro no contesta, se queja Beatriz Escudero por el silencio escapista del aún candidato, número dos, del PP al Congreso, Pedro Gómez de la Serna, que quizá sopesa el hecho de que presentar su dimisión pueda interpretarse como un reconocimiento de culpa, amén, claro, de la pérdida de la situación de aforado, y prefiere mantenerse en esta situación en la que los del PP de Segovia corren como pollo sin cabeza, sin saber muy bien cómo responder a una situación que aparentemente ni sospechaban y temen la resta de votos que pueden llevarse en las elecciones del domingo por culpa de esta situación.

No seré retorcido para interpretar el apoyo público de Rajoy el día que se conocieron las actividades empresariales del diputado, pero hombre, parece otra metedura de pata de libro, que los ciudadanos ya no están mirando la legalidad de los actos denunciados, que lo que están rechazando es la ética de quien se aprovecha de ese laso control del Congreso sobre sus miembros.

Claro, quizá con perspectiva es más fácil lamentar que no se sacara el alfanje —solo Escudero desenvainó, pero la corriente era otra en ese momento— al mismo tiempo que El Mundo entraba en imprenta, pero lo cierto es que da la sensación de que los populares calcularon mal los daños en el primer momento, conformándose con comprobar que todo estaba dentro de la ley, aunque la ley tuviera carencias… Definitivamente, no entendieron qué es lo que enfada tanto a la ciudadanía.

Sorprendente en un partido perfectamente jerarquizado como el PP la existencia de mensajes contradictorios en Madrid y en Segovia que han tardado días en corregir para llegar a la postura común que hoy proclama cada miembro del PP en toda España y también en Segovia: El candidato conseguidor debe salir de la candidatura. Claro, que sólo él puede decidir eso.

Mire, Gómez de la Serna es un hombre del PP, de esos que se mueven en el selecto coro de ángeles en torno a Rajoy y dicen que amigo personal del presidente. Y eso precisamente me hace preocuparme aún más, que si se lo han pedido por las buenas desde muy arriba y no ha abandonado inmediatamente será que la conversación no es tan fácil porque tendrá flecos que rematar. Como pasa en las negociaciones.

Porque la otra opción es que el diputado se esté aferrando a la defensa de su propio honor tratando de demostrar que es víctima de la trampa de un ex socio resentido y que ha actuado en la legalidad sin tener para nada en cuenta los intereses de un partido por el que probablemente, a estas horas, se sienta abandonado.

Me ha extrañado que este nombre concreto no apareciera en el debate televisado entre Rajoy y Pedro Sánchez donde, ya lo sabe, el socialista hizo más de una decena de alusiones a la corrupción y derivados, incluyendo el enganchón gordo. ¿Será que al final el asunto De la Serna solo tendrá repercusiones directas e inmediatas en el ámbito local?

Como sea, no estoy seguro que ya, a estas alturas, que el diputado se marche de la candidatura pueda remediar los estragos que la divulgación de sus negocios pueden provocar en las votaciones del próximo domingo, reconocidos ya por la mismísima Beatriz Escudero que dice sentir en el ambiente el malestar de sus propios votantes y está viendo truncada la marcha de una campaña que parecía tener controlada esperando incluso revalidar los dos diputados.

Claro, que eso era hasta el pasado viernes, cuando la amenaza de desgaste electoral desde otros grupoas solo era una lluvia fina de las que no acaba de calar, pero que Gómez de la Serna ha convertido en una tormenta de las de aguacero y aparato eléctrico. Será por eso por lo que no le funciona el teléfono.

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