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Exceso de bilis

Cualquier tertulia de bar, autobús o calle, cualquier comentario en periódicos digitales —en este también— o cualquier declaración pública de un político aparecen en las últimas semanas revestidas de bilis, igual de verde y grosera a la vista si la pronuncian los buenos o los malos, quien quiera que sea cada uno de ellos.

Siendo objetivo, los espumarajos más visibles los están soltando esos representantes de la “nueva política” dispuestos a provocar “el cambio que quiere el pueblo” ¿? a base de convertir el Parlamento en una taberna en la que en breve me temo que podamos ver a diputados enzarzados en peleas como en esas imágenes de parlamentos de países muy lejanos que periódicamente salen al final de los telediarios y de tratar de trasladar su exaltación a la gente en la calle, en nombre de la cual dicen que hablan aunque personalmente no recuerdo haber delegado competencias a nadie.

Quizá se sientan irremediablemente provocados a ello ante la decisión de los órganos de gobierno de un partido, el PSOE, de permitir al aparentemente impávido Rajoy seguir en la presidencia del Estado sin haber hecho otra cosa que dejar que los errores y problemas se produjeran en las casas ajenas. Si eres un representante de “el cambio que quiere el pueblo” hay para enfadarse, que en la situación de este momento Rajoy aparece investido, con Ciudadanos neutralizado, el PSOE en descomposición y Podemos esperando, a la fuerza, mejor momento para asaltar el cielo. Muy molesto.

Y eso que lo tuvieron cerca, que Sánchez ya reconoce abiertamente que habría explorado cualquier vía —cualquiera, nacionalistas radicales incluidos— para formar un Gobierno “progresista de izquierdas”; que Pablo Iglesias no es el monstruo que venía a cargarse el PSOE sino alguien con quien tendría que haber hablado largo y tendido para entenderse; y que las oligarquías del país son muy malas y le han hecho la vida imposible. “Puta casta de mierda”, le ha faltado gritar.

¿Cuándo se ha producido el cambio en este hombre? ¿Fue cuando le eligieron secretario general y nos ha mantenido despistados todos estos meses lo que sin duda justifica la patada que le han dado, por mentir, o ha sido precisamente el puntapié el que le ha desplazado varios kilómetros hacia el lado extremo de la izquierda donde cree que hay que trabajar “codo con codo” con Iglesias?

La parrafada de Sánchez no ayuda mucho a tranquilizar la situación, la verdad, aunque al menos se ahorrará el trago —de momento, que vaya usted a saber que nos depara el futuro— de tener que defender esta nueva postura en el Congreso, donde ha renunciado a su acta, que al parecer los que le votaron directamente a él para que la tuviera y usara no requieren demasiados miramientos en este momento.

Le confieso que estoy muy preocupado. Me asusta que el hecho de que un grupo numeroso de parlamentarios cuestione a gritos que tres partidos con mayoría en la Cámara propicien la elección de un presidente —la operación no es precisamente bonita, pero sí, por supuesto, legítima y creo sinceramente que saludada por una parte importante de los españoles— mientras consideran, por el contrario, que una amalgama de tropecientas formaciones de lo más variopinto, entre ellos gentes que no creen en el propio sistema y que principalmente se representan a sí mismos, habría sido la única salvación posible para este país, mientras algunos chalados gritan en la puerta del Congreso “Pablo danos la orden”.

Me asusta que los parlamentarios, me da igual cuales, salgan de sus escaños para encararse a otros mientras la ira hace que se duchen las caras con sus perdigones de saliva y que esas formas radicalizadas acaben imitándose fuera de esos muros. No me gustan las miradas desafiantes, los insultos gratuitos y la polarización extrema que fabrica bandos de buenos y malos; gentes con la verdad absoluta o absolutos ignorantes… En la serie viene después “amigos y enemigos”… Buen momento para tomar un antiácido que neutralice tanto reflujo-

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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1 Comment

  1. Oiga usted, yo, por si acaso, ya estoy llenando las maletas, no sea que lleguen, como en los 80, esos de chaqueta de pana, ahora descamisados, y me apañen el chabolo la Moraleja. ¡Uy! qué digo, si ya lo tenemos todo colocado entre Guernsey y Islas Turcas y Caicos. Además siempre nos quedará Miami.

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