Titirimundi está lleno de imágenes que se repiten año tras año: largas colas ante la puerta de los recintos en los que se celebran los espectáculos, tupidos corros de espectadores en los pases de calle, miles de visitantes… Y perros, muchos perros.
No hay estudios oficiales, pero un vistazo por el centro de la ciudad basta para intuir que la población canina crece en estos días en los que se pueden ver decenas de animales junto a sus dueños. De raza o simples chuchos; grandes y pequeños; arreglados o incluso vestidos para la ocasión o totalmente desaliñados. En titirimundi, no sólo los espectadores dicen ¡Guau!
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14 mayo, 2016
Pues nada, como el culto al chucho es mayor que a las personas (ya sé: “los animales con mejores que muchas personas”, vale) y son considerados como ‘hijos’, pues bien, a educarlos que no creo que los niños vayan adornando de cagaditas y meadas cualquier esquina, pared, columna de soportal, puerta de establecimiento… Y no digo que algunas personas sean conscientes y educadas cuando andan con un animal, algunas habrá. Antaño jugábamos con la tierra e incluso nos echábamos en la hierba en parques y jardines. Ahora te encuentras un burruño a las primeras de cambio, la parte líquida, directamente te la rebozas.