Entre la niebla y el novedoso recorrido por las callejuelas de San Esteban, la Cabalgata de Reyes de Segovia 2020 tuvo un particular encanto. Participación multitudinaria, la habitual, sino más. Familias enteras desplazadas de fuera para seguir la cabalgata segoviana, con los puntos álgidos (San Esteban, plaza Mayor, Azoguejo) llenos con hora larga de adelanto. Entre 10.000 y 20.000 personas, no en vano, como recordaba la alcaldesa Clara Luquero, es el día que de largo concita más presencia de personal por la calle.
La cabalgata empezó con un más bien soso espectáculo de proyecciones en la fachada del antiguo obispado. Duró poco y la triunfal aparición de Melchor, Gaspar y Baltasar, que previamente y también como novedad habían dado recepción a chicos de asociaciones de discapacitados, desató la euforia. La cabalgata volverá el año que viene al Alcázar, pero el cambio motivado por las obras en la plaza Victoria Eugenia propiciaba inéditas escenas.
Así, las callejuelas colindantes a San Esteban, de donde partió la comitiva, eran como una tramoya para los centenares de participantes en los cortejos. Músicos, pajes, malabaristas, huríes (con recias mallas, bajo cero marcaba el termómetro) y la parafernalia habitual. Recorrido en andas por Valdeláguila hasta la plaza, donde se procedió al traspaso de los regios personajes a las carrozas. Allí aguardaban los espectaculares (estos sí) camello y vacas articulados de la compañía París-Benarés, que este año ponían el contrapunto original al formato habitual. Para amenizar la espera, y muy por delante, música de banda interpretando villancicos, y en el Azoguejo
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