Escribe Gonzalo Blanco en Segovia Encendida: “Estos días de frío bajan a los arboles de nuestros jardines un sin fin de pájaros. Carboneros comunes, garrapinos, herrerillos, jilgueros, pinzones o mosquiteros se dejan ver, mientras vuelan de rama en rama, por ojos no muy avezados. Pero entre tanta fauna alada hay unos pequeños pajarillos tan fugaces que apenas parecen un engaño de nuestros ojos. Antes que ave, los tomamos por duda: quizá un fruto que cayó, luz jugando entre las hojas. Pero de repente, siquiera por un instante, volvemos a vislumbrarlo: Minúsculos, verdes, con un amago de cresta amarilla en el píleo (la parte superior de la cabeza de las aves) rodeada por dos franjas negras. Son los reyezuelos…
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