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Arahuetes: Jugando al mus

Opinión: Reflexiones de Gonzalo Aranguren* a propósito de la despedida de Pedro Arahuetes

Cansado ya de tanto órdago a la grande, que ni su compañero de mesa aburrido de tanta seña en falso se quiere creer. Se retira el jugador que siempre jugaba de mano aunque fuese postre. La premisa se le quedó clavada a sangre y fuego “Un buen mentiroso, es un gran jugador de Mus” y el resto es saber contar cartas.

Con discurso confuso y megalomaníaco, yo, mi, me, conmigo, y jugando con las frases sin acabar, las medias verdades, y un misterio impostado, disputó el pasado martes su ultima mano en público, lamentablemente todos ya conocen su juego, ahora me emociono, ahora agradezco al equipo por mi trabajo, y sobretodo felicito a mi sucesora en el puesto.

El problema es la cantidad de órdagos que ha dejado en el aire, y que las cuentas de sus partidas anteriores están sin liquidar. Pero la buena noticia es que no tendremos que sufrir mas envites de ese juego suicida que solo puede jugar el que se considera cubierto por la banca, aunque la banca esté bajo mínimos, y ya no tiene para cubrirle.

Jugó a ser un gran financiero, pero eran cursos en el extranjero donde se perdía más tiempo viendo monumentos y haciendo fiestas de disfraces que hablando de balances, y al final los números se le volvieron en contra, y ahora le persiguen. Como buen jugador de Mus, alegó su desconocimiento sobre lo que firmaba, pero en los juzgados no juegan al mus, y los órdagos y envites no valen nada en sede judicial, allí solo cuentan las cartas que puedas enseñar.

No hay cartas para ganar siempre al Mus, y como la vida misma, la victoria nunca está garantizada, así con cuatro reyes, te ganan la chica y el juego, con tres reyes y un pito, te ganan a los pares y a la grande, por eso, el decidió que solo el podía barajar y repartir, e incluso intentó jugar con cinco cartas, y además sería mano siempre.

Con sus nuevas reglas también perdía eventualmente, así que pensó en inventarse las señas, y ordenó que en la mesa solo hablaría el. Todo ello acabó influyendo, no solo en el juego, sino también en su carácter, al hablar solo él, ya nadie le reía las gracias, así que se reía el solo, y para reír solo no hay nada como humillar al adversario.

Al final se dio cuenta que la cosa ya no tiene gracia, y que resultar invicto, cuando uno baraja, reparte, es mano, y los demás no pueden hablar, es algo fácil, y carece de emoción, de hecho ni siquiera es un juego, se trata de un monologo el que uno hace y deshace sin pensar en las consecuencias.

En unas semanas, lo veremos deambulando por la calle Real, con la baraja en la mano, buscando compañeros de juego, o mejor dicho de SU juego, para rememorar sus viejas partidas, ese pasado de 11 años, en los que el NUNCA perdió, porque cuando hubo que contar los amarracos y estaban empatados, añadió las habas del “mirón” que contemplaba en silencio la última partida.
Aun con todo, por puro sentido común solo le deseamos la mejor de las suertes en su nueva etapa, y le agradecemos el espectáculo brindado, que para agradecerle su trabajo, si es que hay que hacerlo, aun habrá que esperar unos años.

*Gonzalo Aranguren, militante de UPyD. Integrante del Consejo Político y Territorial de UPyd en Castilla y León

Author: Opinion

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1 Comment

  1. Bien pillado. Tres de treinta y una y dos de medias, cinco, con veinticinco… mala rima y se acabó la partida (iba a treinta).

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