La Cadena Ser informaba de la detención de un recluso por captación y adoctrinamiento de yihadistas, en el marco de una operación policial de prevención del terrorismo islámico que se inició el pasado 26 de octubre. El detenido ha resultado ser un preso de origen magrebí de la cárcel de Segovia, donde cumple condena por violencia de género. Se trata de A. Chiakhi, de 42 años. El recluso, considerado como “muy radicalizado” por Instituciones Penitenciarias, supuestamente realizaba labores de reclutamiento y proselitismo entre otros presos musulmanes.
La detención se efectúa tras la puesta a disposición judicial de otros dos ex-reclusos, vinculados con el preso segoviano, responsables de remitir cartas a Esperanza Aguirre amenazando con detonar bombas en nombre del líder del DAES, Abu Bakr Al Baghdadi, el califa Ibrahim, y que desde Siria ha dirigido los atentados del pasado viernes 13 en París.
Las cárceles son actualmente uno de los puntos de radicalización yihadista. Según fuentes de la prisión de Segovia, el objetivo son jóvenes condenados con penas leves, de inminente retorno a la libertad. Sin futuro y en una marcada situación de marginación, son pasto fácil de los proselitistas que les idealizan las bondades de la insurgencia islámica contra occidente, al tiempo que les ofrecen un futuro como soldados de la “Guerra Santa” contra Occidente. En los últimos atentados habidos en Europa, el patrón es claro. Tras la cárcel, los jóvenes se integran en redes yihadistas. Reciben entrenamiento en Siria, Libia, el Sahel o cualquiera de los escenarios bélicos de la convulsa situación en el mundo musulmán, con el objetivo de convertirse en mártires de Allah.
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