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Opinión: Apostasia por coherencia

Hace años decidí apostatar; o sea pedí al obispo de turno que me diera de baja en el registro parroquial de católicos, en el que figuramos los que, en su día, fuimos bautizados por nuestros padres según sus creencias o según la costumbre del catolicismo socialmente obligatorio que imperaba en aquella época. El prelado, amablemente, accedió a mi petición sin ningún problema, aunque me advirtió que con ello quedaba excluido expresamente de la participación en procesiones y de la posibilidad de ser despedido, cuando muriese, con funeral católico. Ninguna de las dos condiciones me pareció un obstáculo para mi decisión, así que, a partir de ese momento, di por terminadas formalmente mis relaciones con la Iglesia Católica, agradeciendo que se me brindase la oportunidad de volver al redil cuando lo considerase oportuno.

Con la religión, ya había roto hacia mucho tiempo, desde que empecé a tomarme este asunto intelectualmente en serio. Como dice la propia Iglesia, lo de la Fe es algo que te llega, o no, por designio divino y, a mí, que le voy a hacer, nunca me debió llegar. Aunque por respeto a las creencias de los ancestros mas próximos y a los propios afectados dependientes de mi, nunca me opuse (tampoco soy supersticioso) a que mis hijos recibiesen los sacramentos tradicionales, hasta que decidiesen por su cuenta.

También considero positivos, principios de la religión cristiana coincidentes con los de la Revolución Francesa o la declaración de Derechos Humanos, tales como la libertad, la igualdad, la fraternidad entre las personas y he intentado practicarlos y transmitirlos a mis descendientes.

Yo admiro y respeto absolutamente a quienes, basándose en sus sentimientos religiosos, defienden esos principios y los practican poniendo su vida al servicio de los demás. Y me alegro, sinceramente, de que sus creencias les ayuden a confiar en una vida mejor, en la que yo ni creo, ni necesito, después de la muerte. Hay quien opina que estas costumbres no hacen daño a nadie y que es mejor dejarlo pasar y no seré yo quien haga una guerra santa para que nadie cambie sus creencias pero hay cosas que no puedo admitir. Por ejemplo, el machismo, la ausencia de democracia, las escandalosas muestras de opulencia, la avaricia que les impulsa a registrar a su nombre inmuebles que pertenecen al pueblo, la homofobia y, al mismo tiempo, el encubrimiento de la pederastia, que, con demasiada frecuencia, practica impunemente una parte significativa de la jerarquía eclesiástica, como es de todos conocido.

No es menos grave que, desde los poderes del Estado, se trate de adoctrinar a los ciudadanos, y mucho menos si son menores de edad, como ocurre con la enseñanza de la religión católica, o cualquier otra si llega el caso, en las escuelas con financiación publica de un Estado aconfesional. Para eso están las parroquias y sus catequistas.

Tampoco se puede consentir, que se siga imponiendo la asistencia a actos religiosos a los funcionarios, civiles o militares, en sus celebraciones corporativas, por mucho que sea tradicional la designación de personajes que la Iglesia incluyo en su santoral, para representar los valores laicos que caracterizan las actividades de un grupo determinado. Algo que sigue siendo habitual entre las fuerzas armadas y de seguridad, donde se llega a condecorar a las advocaciones religiosas preferidas del ministro de turno.

Sin querer ofender a nadie, me producen una sensación desagradable los actos colectivos de invocación a los variados símbolos (unos con representación física y otros no) que todas las religiones promueven para conseguir la cohesión entre sus fieles; no siempre con fines piadosos y si, frecuentemente, con efectos belicosos y destructivos, como queda patente en las numerosísimas guerras religiosas a lo largo de la historia.

Afortunadamente, con la llegada de nuestra democracia, teóricamente, desapareció la discriminación que, por motivos religiosos más o menos explícitos, han ejercido los poderes públicos de nuestro país, desde tiempo inmemorial, con el único paréntesis de la segunda Republica y que resurgió con toda su virulencia durante el franquismo. Pero, sin embargo, creo que, por simple coherencia, es importante que, los que, no queremos que se nos contabilice, con fines estadísticos, a la hora de determinar el peso de la religión católica en nuestra sociedad, formalicemos nuestra renuncia, presentando en los obispados correspondientes la oportuna declaración de apostasía, porque sino seguirán vigentes los privilegios antidemocráticos que aun conservan.

Aprovecho para desear a todos felices fiestas de final y principio de año.

Artículo de opinión de Luis Peñalosa Izuzquiza, ex-concejal de IU en Segovia

Author: Opinion

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13 Comments

  1. Sus artículos siempre valientes, necesarios en está època ambigua de si pero no, bueno , es la tradición y tanto papanatas y chupacirio desfilando en procesión.

    Se le echa de menos en el ayuntamiento, sus comentarios, sus mociones, sus propuestas para el caso viejo, hoy convertida para los turistas y pasto de coches, para cuando una plaza de San Esteban sin coches?, carril bicis, peatonalización de calles.

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  2. ¿Y por que razón se pensará el Sr. Peñalosa, que nos interesa a los mortales si ha apostatado o se ha hecho monaguillo?
    Ya puestos, en el próximo capitulo, que nos cuente si se ha hecho la vasectomía o no.

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    • Me apuesto una caña que cuando le llegue el momento reza un par de padrenuestros por si las moscas.

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    • ¿Será por la misma razón por la que usted comenta (antes más, o con otros apodos), y nos cuenta sus aleccionadoras cuitas? Ya se lo han dicho alguna vez, hágase un ‘Blog’, lo mismo lo admiten en este digital y hasta interesa a los mortales. Es lo que tiene la Libertad de Expresión, ahí tiene a su gemelo-contrario,’Rufián’: animando el cotarro cada día. ¡Felices Fiestas y venturoso Año Nuevo! 😉

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  3. El artículo tiene cuando menos una grave inexactitud, pues la apostasía sólo despliega efectos en la conciencia del apóstata y en los libros parroquiales en que se anota, no produce ninguna consecuencia estadística pues ni el Estado ni la Iglesia tienen un censo de católicos. No hay posibilidad por tanto de que nadie “manipule las cifras”, como dice Peñalosa, pues el número de católicos sólo lo conocemos por encuestas. Los registros que hay son parciales y sectoriales como la X del Irpf, matrículas en colegios católicos, etc.

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    • Lo siento, Geroteo, pero no veo ninguna inexactitud. Una cosa es que se utilicen otros datos para calcular el censo de católicos y otra que se pueda obtener de los registros parroquiales si se desea, donde deben figurar los que han renunciado a que se les considere católicos.

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      • Tranquilo que San Pedro te tiene en la lista de “no admitidos”. Te va a tocar ir a pasear por el limbo, bueno te tocará seguir paseando por limbo.

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  4. Si quiere apostatar que apostatar..es su derecho, como el de otra gente a practicar la religión que quiera…y puestos a nombrar religiones el “comunismo” es una religión también, con su liturgia,sus mandamientos, su simbología y hasta sus santos y su tierra prometida y su historia negra también..no lo digo yo, lo defendió el ilustre Juan Carlos Monedero de podemos en una visita a Segovia..que nadie se ofenda!!!!

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  5. Después de apostatar, recomiendo al Sr. Peñalosa que en sus matutinos paseítos por la zona noble de esta noble Ciudad, vaya “armado” por la correspondiente “hoz y martillo”, y protegido por las correspondientes orejeras y gafas de soldador, no sea que al pasar cerca, o la simple visión de la Catedral, San Martín, Trinidad, San Esteban, San Miguel, le produzca una urticaria de dimensiones bíblicas.

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    • Osea, el señor Peñalosa como que no puede opinar (lo dice el señor Caliomocho, anteriormente “…por qué razón se pensará el Sr. Peñalosa…’) y él nos da la matraca ‘puigdemonera’ día tras día, insultona y sin opinión ninguna. Permanezcan atentos a la pantalla…

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  6. Como siempre atinado, amigo Luis.
    Sólo discrepo contigo en que sean costumbres que no hagan daño. ¿O no es daño evangelizar pueblos africanos, predicando en contra del uso del condón, en la población más afectada de sida del planeta?. ¿O no es daño “narcotizar” a la gente haciéndole creer que las enfermedades le “caen” porque lo quiere dios desincentivando la investigación?. ¿O no es daño, tras asistir los niños en el cole a Conocimiento del Medio, que en la clase de al lado le contradiga un pseudo-cura/monja asegurando que eso de la selección natural son zarandajas, que a una señora la embarazó un pájaro….? Pinto, sin duda.
    En definitiva, Luis, a mi me parece muy pernicioso todo lo que haga que atrofiemos una de las características que nos hacen humanos: PENSAR. Sin verdades absolutas. Sin dogmas. Sin palabras de ningún dios.

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    • Desde luego,…… que malota que es la religión Católica. Donde esté el Comunismo y el Islam, ¿verdad, Pepe? (o si lo profieres Padre-Putativo Romera?

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      • ¿Y por que razón se pensará el putativo Calimocho, que nos interesa a los mortales sus opiniones de monaguillo?

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