Posted By Redacción on 20, May, 2015

Charlas a dos: Clemente y Sanz Vitorio, De Guindos y Herrera y Fernández y Vázquez.

Ni música atronadora, ni enfervorizados seguidores agitando banderas —350 dice la organización y yo soy de letras— ni cambios de tono con gráficas llenas de picos… Ni siquiera paredes, que la cosa se montó en la plaza de Día Sanz, donde el sol se colaba tímido entre los arcos del Acueducto sin lograr levantar los 16 grados y bajando. Claro, así es difícil que el público —había mucho personal que aparece en listas por toda la provincia— entre en calor.

Se celebraba el mitin central del PP en esta campaña con el cartel que tenía que tener: Francisco Vázquez, aspirante a presidir de nuevo la Diputación, como introductor; Raquel Fernández, candidata a la Alcaldía de Segovia; Silvia Clemente, número uno a las cortes; Juan Vicente Herrera, para repetir presidencia regional y Luis de Guindos, ministro de Economía y sumido en su particular carrera ‘electoral’ en Europa y cuya presencia hizo que el acto girara en torno a la política económica del Gobierno.

Por partes. Primero el ministro, que el de Segovia ha sido (y será) el único acto electoral en el que participa en estas elecciones. El inesperado honor forzó a los candidatos a salir a defender —siempre lo hacen como disculpándose— las medidas económicas del Gobierno, un trago que hasta ahora habían eludido, sumidos en medio de su propia pelea local o autonómica. En fin, cosas de los partidos.

La cosa es que De Guindos se remontó al momento en el que llegó al Gobierno cuando se encontró “servida con celofán” la petición obligada del rescate del país que sin embargo se consiguió evitar “y empezó a mejorar todo”, tanto que hemos pasado de ser “el principal problema de Europa” a encaminarnos a “ser la economía más competitiva de Europa”. Y remató la cosa: “lo peor ya ha pasado”.

Parte del público que participó en el mitin central del PP en esta campaña.

Y ahora, a los nuestros. Hombre, que el personal esté tiritando y frío también de espíritu y suelten en el escenario a la novata Raquel Fernández, pues es una prueba complicada.La candidata empezó su discurso soltando un “yo no soy afiliada del PP”, que provocó un silencio incómodo. Luego, al rato, volvió al tema para proclamarse orgullosa de encabezar una lista bajo el logo popular.

También se lió cuando hizo referencia, sin citarlos, a Ciudadanos: “Otros que nos afectan y creo que hay que tenerlo en cuenta” y —esta es la gorda— reconoció que “tienen un líder de opinión [por Albert Rivera] que hasta a mi me gusta…” Un poco exagerado como guiño para pactos poselectorales.

No hubo más deslices: Fernández desgranó las líneas básicas de su programa, declaró amortizado el proyecto socialista en el Ayuntamiento y ofreció como alternativa la frescura y valentía de su equipo, mientras se proclamaba “ansiosa por ser alcaldesa de la ciudad”.

Los candidatos regionales venían con el manual en la mano. Clemente resolvió la obligación de tocar la economía llevando el asunto al ámbito regional y considerando directamente que la presencia del ministro constituía su respaldo a la política económica del Gabinete de Herrera (pelillos a la mar), aunque por si acaso le repasó las mejores cifras de la macroeconomía regional.

La candidata se refirió a los programas del resto de las formaciones afirmando que “no tienen ninguna referencia a las necesidades de Castilla y León”, porque “no conocen el campo y sólo hablan desde las ciudades” y en cuanto a la capital, comprometió para el próximo mandato el centro de Salud de Nueva Segovia, el Instituto de San Lorenzo y la segunda fase del Campus “que ha construido la Junta de Castilla y León”, remarcó, en claro mensaje a los socialistas que “se han quedado sin discurso”.

Herrera, eficaz sobre las tablas, estructuró sus elogios: para Fernández, seguro de que “serás alcaldesa”; para Francisco Vázquez, por “el calor y la entrega” con la que se están organizando estas elecciones en el PP segoviano, con saludo explícito a los interventores y apoderados del partido con los que se había reunido minutos antes. A Clemente la trató simplemente como una de los suyos y para De Guindos por haberse quedado “al timón en esos momentos de la tormenta perfecta de donde otros huyeron”.
El fin de fiesta, clásico. Abrazos, besos, fotos, autógrafos —¿A quién no le hace ilusión tener una firma de Luis de Guindos en un papel en blanco?— y saludos variados entre deseos de parabienes.

¿Le he dicho que Herrera viaja en un coche que lleva tres seises por matrícula? Pues ya lo sabe.

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