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Hiperdependencia

La verdad, nunca pensé que podría coincidir en algo con el secretario del PP europeo, López Istúriz, menos cuando anda por aquí sólo por estar en campaña y estoy seguro que ha tenido que meter “Segovia” en su navegador para lograr llegar hasta aquí.

Pero resulta que el político (me gustan esas comitivas que montan acompañados por los candidatos locales que no parecen saber muy bien qué hacer) ha encontrado la palabra que llevo semanas buscando para expresar mi desazón: “Hiperliderazgo”. Me vuelve loco descubrir que siempre se puede inventar una palabra para cada cosa. Clavado.

Se refiere a sus rivales políticos, los partidos de nuevo cuño —Ciudadanos y Podemos— en construcción, tanto que en muchas facetas de la política no tienen puestos ni los hierros del edificio. Y ahí están sus líderes, Albert Rivera y Pablo Iglesias, también en construcción, que se han echado el carro de sus formaciones a la espalda y que, peleando como gladiadores allá donde una cámara tenga encendido el piloto rojo (tiene su mérito, aunque defiendo que en los medios deben trabajar profesionales cualificados), quizá logren que en provincias votemos a los candidatos que les representan con un bagaje político inexistente y cuyas ideas “de base”, pues solo se le suponen. ¿O usted sería capaz de contarme, por ponerlo fácil, cinco ideas “de partido” que compartan los cabezas de lista de esos partidos por Cuenca y Segovia? ¿Podrían hacerlo los propios candidatos?

No. No le será fácil. Los aspirantes al congreso y el senado de los nuevos partidos van por el mundo ligeros de equipaje, con la etiqueta “Soy el de Ciudadanos” o “Soy el de Podemos”, pero, salvo que me sorprendan mucho, muchísimo en campaña, no espero que me desgranen ideas sobre políticas y asuntos concretos para su propia circunscripción. Eso sí, el líder… ¡El líder es la leche! repetirán en un discurso salpicado de “ilusión”, “limpieza” “regeneración” y la seguridad de estar “preparados” para gobernar España. Porque lo dicen ellos.

Ni siquiera creo que sean capaces de hacerme promesas “tipo” (habitualmente mentirosas, es cierto) de esas de “vamos a acabar tal carretera en Segovia”, “vamos a construir siete colegios” o “vamos a poblar nuestros pueblos”, simplemente porque las previsiones políticas provincializadas a realizar si suena la flauta (si, si suena la flauta) no están ni pensadas, ni habladas. Ya si eso… Debe de ser por falta de tiempo material y también por esa dependencia del “hiperlíder”.

Por cierto, si encima se producen situaciones como la de anunciar el lunes que viene el jefe a abrir la campaña, me refiero a Albert Rivera, el de C’s, y a las pocas horas hay que desmentirlo argumentando un “problema en los vuelos”, pues no tengo necesidad de alargarme más en torno a la desorganización, la falta de estructuras y la dependencia. El Manual universal de campañas electorales recomienda encarecidamente en su página 1 no incurrir en meteduras de pata como esta.

No crea que estas reflexiones tengan por base denostar a los nuevos para ensalzar a los viejos, que de estos también estoy un poco harto de la cantinela que gastan hace años y años. ¿Ve? De PP y PSOE tengo la completa seguridad de que igual me dará hablar con el bedel que con el candidato, que con uno de esos visitantes que les acompañan en campaña aunque aquí nadie les conozca, que todos tendrán aprendida la estrofa gregaria y me van a ofrecer como un solo hombre y sin chirridos en el discurso las mismas cosas que llevan colocándome cuatro décadas. Pero leche, con un orden. Me gusten o no, sé de qué van e incluso hasta donde llegan. Que eso colme mis necesidades como votante o no, ya es otro cantar.

Hombre, en el PSOE parece que sí viven más pendientes de la blanca sonrisa televisiva de Sánchez, aunque mire, si me ciño a las encuestas actuales (queda un mundo), la estrella no logra brillar suficientemente. En el PP no, que Rajoy no es guapo (es más bien feo, las cosas como son), no puede competir con casi nadie en simpatía y no tiene amoríos conocidos con las cámaras, más allá de las de su propia organización y sus plasmas, así que le están dejando guardado en la urna de los presidentes y que salga la fiel infantería y sus coroneles. Las encuestas que le decía apuntan que, de momento, funciona.

Y aquí me tiene. Pensando si me decanto por los que tienen foto propia con su propio fondo que evoca estructura organizada y profesional, pero envejecida y viciada, o los que se pasan la vida haciéndose una foto delante de otra foto en la que aparece el hiperlíder para que se sepa bien quién le cobija.

¡Puñetas! Necesito urgentemente una margarita fresca y estamos en pleno diciembre.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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1 Comment

  1. el hiperliderazgo se asume o no se asume…

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