Los lobos de Siete Picos.
(Ampliación entrada ‘Siete Picos’)
“En la ribera del Meandro cana
está el ciervo veloz, amedentrado
del latir de los perros de Diana;
el lobo en Sietepicos se ha albergado,
y á vista á veces del pastor atento
lleva la res, ganado el sotavento
….. ….. ….. ….. ….. ….. ….. …..
Son brutos tan voraces y tan fieros
que ni á su misma especie han perdonado
comiendo al flojo allá en sus aulladeros,
donde naciendo Eresma despeñado
hasta el alcázar de Segovia y torre,
más que los corzos de su orilla corre”.
En junio de 2014, me pasaron unas fotos de unos lobos, tomadas desde la ventanilla de un coche, en un pinar de la meseta segoviana.
Los autores, de paso por un camino forestal asfaltado abierto al tráfico rodado, ya habían observado durante el invierno algún ejemplar.
No tuvieron más que chistarlos para llamar su atención unos segundos.
Aprovechamos el poema que precede estas líneas, y su conexión con la entrada de Siete Picos, para hablar de lobos en la vertiente norte del Guadarrama. Para ello abriré, una vez más, el archivo de apuntes de prensa con algunas citas lobunas.
Notas de los años finales del siglo XIX y las primeras cinco décadas del siglo XX; en la actualidad el acceso a la Red de Internet nos permite buscar con soltura referencias.
El poema, de Nicolás Fernández de Moratín (1737-1780), con estrofas como la que abre esta entrada, nos da una idea de la imagen que se ha tenido, y aún se tiene, del lobo español Canis lupus signatus y, en general, sobre la especie en el mundo.
La poesía contrasta con la cariñosa imagen del doctor Félix Rodríguez de la Fuente retozando con Remo y Sibila’, publicada en la revista de ADENA en 1974.
La lucha política y social en favor del noble lobo en los años setenta fue cuidadosa y una de las premisas del movimiento ecologista.
Por entonces la espada de Damocles pendía sobre su extinción, hoy la especie se ha regenerado, hasta el punto de permitirse su caza.
En Castilla y León, Comunidad en la que nos movemos en esta entrada, ante el aumento de la especie concede permisos para abatir lobos. El cupo de caza para 2013-2014, sólo al norte del Duero, es de 137 ejemplares (BU 17, LE 50, PA 31, SO 4, VA 4 y ZA 31).
Hoy día nos movemos en taurina ‘división de opiniones’ de quienes piensan que es un buen negocio: “un venado, un jabalí… están muy vistos y son fáciles de abatir, pero el lobo…” y los que opinan sobre su fatal destino: “la pared del comedor o seguir huyendo”.
Nuestro lobo ibérico, el mamífero de largos y puntiagudos colmillos y afilados molares tiene un cerebro altamente desarrollado, por lo que está considerado más inteligente que la mayoría de otros grupos carnívoros.
¿Quién no recuerda el cuento del pastorcillo Pascualín, el embustero? Ese que gritaba: “¡Qué viene el lobo! ¡Socorro a mí!”, y sus paisanos acudían en su ayuda armados de piedras y garrotas. Siempre lo encontraban riendo.
Hasta el fatídico día en que, cansados de sus bromas, no fueron en su auxilio. Ese día apareció el avispado lobo y se quedó sin su rebaño.
Antes de adentrarnos en busca del lobo por la vertiente norte del Guadarrama, recordemos un poema del poeta-montañero Enrique de Mesa:
“¿Adónde vais, los cabreros,
monte abajo por la agreste
loma de Bailanderos?
Caminamos al hocino,
porque en la Sierra, señor,
la nieve ciega el camino.
Trajo abril ventisca y hielo;
hambre para la llanura;
para los pastores, duelo;
que la rezaga inverniza
echó a los hatos el lobo
del canchal de La Pedriza.”
Las reseñas recopiladas en la prensa segoviana, están ligadas, por lo general, a la falda de la serranía por toda la geografía provincial: desde el Campo Azálvaro, Peguerinos o los Calocos en la zona de El Espinar hasta Riaza, pasando por La losa, Revenga o la Mata Pirón… también se ven a campo abierto, por la ‘llanura’ e incluso en las inmediaciones de la capital segoviana -estación de ferrocarril-.
El capítulo dedicado al lobo en el compendio ‘La Caza, finales del siglo XIX, tiene la siguiente introducción:
“Inauditas son las fechorías del lobo, y su caza ofrece grandísimo interés. No es un mero pasatiempo, un ejercicio higiénico: es una necesidad. Es el combate con un terrible enemigo, que causa destrozos en los ganados, en los campos, y produce millares de víctimas humanas”.
Este es el punto de vista que encontramos en la época y hasta mediados del siglo XX.
En 1886 podemos leer que ante la alarma creada en los pueblos cercanos a la Mata de Pirón, se pide “que desaparezcan esas fieras”. En Sotosalbos ante la presencia de “lobos rabiosos” hacen hincapié en tomar medidas para “descastarlos”.
Ya entrado el siglo XX, en La Losa se pide igualmente “la extinción de los lobos hambrientos”. Incluso se corre la noticia de que un padre y su hijo, desaparecidos en la zona de Monterrubio–Zarzuela del Monte, han podido ser devorados por los lobos; estamos a finales de la década de los años 20.
En la década de 1940 podemos leer titulares que indican la presencia de lobos: “[…] en la Sierra”, “[…] en la llanura”, “[…]en Guadarrama”, “[…] en Revenga […]”.
Las batidas de caza son normales y hay noticias de cazadores de lobos.
Noticia datada en la primera década del siglo XX:
“A cazar lobos. El sábado por la noche y á pesar del frío tan intenso que se dejaba sentir, salieron de esta población con dirección á la sierra de los Siete Picos algunos distinguidos jóvenes de la buena sociedad segoviana con objeto de dedicarse á la caza de lobos.
Tan aventureros excursionistas, han regresado á Segovia, sin incidente alguno desagradable que registrar y con algunas piezas que consiguieron cazar”.
Mediado el siglo los destrozos debían de ser grandes, hasta el punto de encontrar alguna oda dedicada a un cazador e iluminada con su foto y la de la pieza cobrada; la poesía está firmada por ‘R’:
“Otro beneficio más,
ganaderos segovianos:
Porque ya murió la loba
que os mataba los ganados.
Es muerta por un señor
que hay en la casa de Prados,
y con esta ya van doce,
que este señor ha cobrado.
¡Qué beneficio tan grande
si lo sabéis apreciar!
Alerta los ganaderos
que en vuestra conciencia está
para acabar con las fieras
que tanta guerra nos dan.
Esta fiera tan feroz,
En unión de sus dos machos,
hacía tales destrozos
que ya causaban espanto.
y los últimos que han hecho
han sido en el Quintanar
y a los vecinos de Otero
ya los podéis preguntar.”
A finales de los años 50, firmado por el corresponsal de un periódico local en El Espinar, ‘E.H.’, encontramos una crónica sobre un “especialista en la caza de lobos”. Se llama Marcelino Soriano, apodado el ‘Garrones‘.
Natural de Peguerinos, a sus 77 años seguía persiguiendo y cazando lobos. Era “un gran práctico y conocedor de los términos municipales de toda la comarca, y constantemente recorre los sitios más abruptos y estratégicos por donde sabe que menudean estos animales tan dañinos…”.
El ‘Garrones‘, capturó y dio muerte a más de doscientos ejemplares. En una batida por Campo Azálvaro se presentó en El Espinar con una jaula con cuatro lobeznos recogidos en una cueva, que resultaron ser hembras. El botín le reportó, según comentan las crónicas, muchos parabienes:
“por esa hazaña ha sido gratificado espléndidamente por el Ayuntamiento y los ganaderos de la localidad y otros vecinos…”.
Terminamos con un canto a la esperanza. Un artículo publicado en 1974 en el nº 9 de la revista de ADENA: “En defensa del lobo”; firmado por Ramón de Madariaga, secretario general de la Organización:
“Desde que a principios del verano pasado aparecieron varias noticias sobre ataques de ciertos cánidos a niños en la región gallega no ha habido ningún diario que no haya opinado sobre la conducta y futuro del lobo español (Canis lupus signatus), en general con noticias poco acertadas y convincentes, destacando una campaña de mentalización en contra de la supervivencia de uno de los depredadores mejor capacitados con que contamos para establecer el equilibrio biológico y la selección natural de nuestra fauna, y, sobre todo, lo más importante, tratándose de un endemismo, cuyos especímenes, cada vez más escasos, encuentran su último refugio en ciertos montes de nuestras serranías, en donde su total extinción dejaría un vacio que jamás el hombre podrá sustituir.”
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