Posted By Alfonso Ceballos-Escalera y Gila on 27, Abr, 2025

El Postigo -así, a secas, se llamó durante siglos- es sin duda uno de los lugares con más encanto de nuestra encantadora ciudad: tanto su situación, como su escalinata, como las soberbias vistas que atraen mucho a segovianos y a foráneos, que lo visitan en masa. Tales vistas llegan hasta la misma Sierra de Segovia, hoy mal llamada ‘de Guadarrama’, e incluso por algunos inanes, ‘Sierra de Madrid’, hay que fastidiarse del desprecio generalizado a la verdadera ‘memoria histórica’ de nuestras montañas.

El maestro Pedro Luis Peñas nos tiene bien enseñado, en su excelente y documentado blog ‘Segovia y Matemáticas’, que se trata de un portillo menor de la muralla medieval, pero muy frecuentado desde siempre porque da un acceso rápido desde la parte alta de la ciudad al concurrido Azoguejo que se abre a sus pies. Las primeras imágenes que nos han llegado, las del galo Sevaistre, se datan en 1857, y muestran que era un acceso poco monumental, con rampas de tierra y quizá escalones de contención, para subir y bajar. Esta disposición se mantuvo así hasta que en 1895 el arquitecto municipal Odriozola construyó una escalinata desde el mismo Azoguejo, reformando toda la estructura hasta el mismo Postigo, aunque sin tocar ni este ni la ruinosa muralla aledaña.

El aspecto actual del Postigo, no es muy antiguo, ya que el mismo profesor Peñas, que lo ha estudiado muy por menor, lo data en 1947-1949 y lo atribuye al arquitecto y académico Javier Cabello Dodero. Ciertamente, fue entonces cuando el hasta entonces humilde Postigo se reconstruyó completamente, realzándolo mucho al dotarlo de una portada de mayor relevancia artística, almenada y más en consonancia con la muralla aledaña, restaurada igualmente en la década de 1940.

Fue entonces cuando se colocó en la parte interior del arco del Postigo una imagen de la Virgen del Consuelo, y desde entonces se viene nombrando ‘el Postigo del Consuelo’. Por la parte exterior se colocó un buen escudo pétreo con las armas de la Ciudad, procedente de la derruida puerta de San Martín.

Queda, pues, meridianamente claro, que el Postigo del Consuelo nos presenta una arquitectura que es relativamente moderna, y que no se trata de un monumento que acumule siglos de antigüedad como el vecino Acueducto o la propia muralla medieval. Lo que queremos decir con todo esto, es que no es ‘intocable’ de ninguna manera, aunque esté en una zona monumental especialmente protegida y que merece el mayor de los respetos.

Viene todo cuanto antecede al hilo del segundo accidente que desde su peligroso pretil se ha producido en los últimos días, que por desgracia se ha llevado la vida de un visitante británico, que quedó muerto a sus pies. Decimos que es el segundo accidente grave: el primero, si es que no hubo otros u otros mucho antes, se produjo en 2018, cuando una mujer se cayó desde el mismo punto del mirador, sufriendo graves heridas, aunque por fortuna salvó la vida. 

Accidentes aparte, parece ser que sustos ha habido otros muchos, gracias a Dios solo eso, sustos.

Vayamos, pues, a lo importante, que no son los antecedentes históricos, sino la seguridad de segovianos y visitantes. El pretil del Postigo del Consuelo es bajo, y ofrece cierto peligro a quienes a él se asoman para disfrutar de las vistas del Acueducto, del Azoguejo, del Arrabal Mayor y de la Sierra de Segovia.

Ese gran defensor de Segovia y de los segovianos que es Glenn Murray ha tomado la medida del pretil, que se alza a menos de un metro. Una altura quizá suficiente para proteger a los segovianos de 1895, cuya estatura media no sobrepasaba el metro y medio o poco más, pero claramente insuficiente para las personas del siglo XXI, segovianas o foráneas, que somos mucho más altas.

Señalemos también otros tres factores de riesgo. El primero, la masificación que a veces se observa en el mirador del Postigo, con decenas de personas apelotonadas y empujándose las unas a las otras, y aumentando sin querer el peligro de las que están asomadas sobre el mismo pretil. El segundo, que la simple observación del basamento de las piedras del pretil, sugiere que no están del todo bien aseguradas y que, si fuesen empujadas por varias personas, podrían caer con ellas hasta la base de la escalinata. No sería malo que el arquitecto municipal y los bomberos revisasen a fondo esos basamentos y garantizasen esa firmeza. Y el tercero, el aumento de las imprudencias por parte del público, así como el aumento del ‘turismo de alto riesgo’ -iniciativas privadas que también las autoridades deben procurar contener-.

Para resumir: a la vista tanto de los accidentes y conatos de accidente ocurridos, como de esa falta de seguridad que muchos venimos denunciando, en el Grupo Municipal VOX consideramos que el pretil del mirador del Postigo ofrece un peligro evidente. Y por este motivo registramos un escrito al equipo de gobierno del PP solicitando que se eleve cuanto antes la altura del pretil del Postigo del Consuelo, al menos otros 31 centímetros -mejor serían 40 centímetros-, para evitar futuros accidentes ¿Cuántas personas tienen que morir para que se tomen medidas de seguridad? 

Todo ello llevado a cabo con el máximo respeto al entorno monumental protegido en que se encuentra, porque soluciones arquitectónicas, artísticas y técnicas hay varias y ninguna es complicada ni cara.

El equipo de gobierno municipal de nuestro alcalde Mazarías (muy buenos todos en escusas y retardos), no considera evidente ese peligro, y prefiere esperar a ver si va habiendo más víctimas, y dilatando las soluciones, por otra parte muy sencillas y fáciles de aplicar. Alegan que, al ser un entorno monumental protegido, poco o nada puede hacerse allí.

A estos munícipes que dicen que no es posible elevar la altura del pretil, por esa protección monumental del vecino Acueducto, les respondo lo que me enseñó un sabio catedrático de Derecho Administrativo: siempre que un político o un funcionario os digan que algo no puede hacerse, es porque no quiere hacerlo, porque en materia administrativa todo es posible y todo todo puede hacerse.

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