Posted By Alfonso Ceballos-Escalera y Gila on 15, Mar, 2025

Las trombas de agua de estas últimas semanas, y sobre todo sus efectos sobre vidas y haciendas, nos producen una desasosegante sensación de ‘dejà vu’. Sobre todo, me refiero a lo que atañe a la ciudad de Segovia y a sus aledaños; pero lo mismo vemos que ocurre en Cataluña, en Valencia, en Murcia y en tantos lugares del Reino.

Año tras año, mejor dicho, decenio tras decenio, siempre ocurre lo mismo: que llueve, y que llueve mucho, hasta que las aguas bajan en tromba por el Eresma y por los arroyos inmediatos, y que inundan buena parte de las zonas más bajas del norte de la ciudad, causando daños. No pasa nada: en el ámbito público nadie previene, nadie contiene, nadie evita, nadie paga los daños ni nadie asume sus responsabilidades.

Diremos, para empezar, de las malas prácticas de la Confederación Hidrográfico-Socialista del Duero. Que, por una parte, consisten en ‘laminar’ (soltar) aguas del pantano del Pontón, precisamente cuando más llueve, sin haber tenido antes la precaución de soltarla días antes con mesura para prevenir esas avenidas e inundaciones. Y esa ‘laminación’ de aguas la llevan a cabo muchas veces sin prevenir ni al Ayuntamiento de Segovia ni a los demás municipios por los que corren las aguas del Eresma. Cuando las fuertes lluvias coinciden con el deshielo de la Sierra, el efecto se duplica y a veces se hace catastrófico en la ciudad. 

Embalse del Pontón Alto

Alegan los dirigentes socialistas de la Confederación, que el Pontón no es un pantano ‘de regulación’, y sobre todo que se atienen a sus propias normas de explotación, que al parecer no se pueden modificar. O sea, que en virtud de las políticas socialistas ellos pueden manosear e incluso modificar la Constitución a su capricho, pero no puede modificarse una m… de reglamento interno. En una de las primeras reuniones a las que asistí en el Ayuntamiento, manifesté mi convencimiento de que esos dirigentes socialistas ‘empotrados’ en la Confederación, y sus sumisos ingenieros, incurren, cada vez que esto ocurre, en varios aparentes delitos de estragos y daños, y que el Ayuntamiento debería querellarse contra ellos, sin esperar más. A ver si delante de un juez de instrucción se ponen igual de chulitos. Y a ver si cuando tengan que indemnizar de su bolsillo por los daños causados, se avienen a razones.

Para completar la travesura socialista, llevan a cabo otras malas prácticas supuestamente ecologistas, que consisten en no limpiar los cauces de los ríos y arroyos, permitiendo que se acumulen troncos y basuras. Las que, cuando el agua de la avenida las arrastra, se convierten en ‘tapones’ y a veces en aluviones tremendos, que arrastran todo a su paso. No es que no limpien los cauces, como están obligados: es que dificultan y hasta prohíben, en su delirio ‘eco-ilógico’, que los ayuntamientos puedan llevar a cabo esas labores preventivas de limpieza: esta misma semana se quejaban por ello muchos concejos segovianos, desde Palazuelos a Coca, pasando por Segovia, Valverde del Majano, Mozoncillo, Cantimpalos, Carrascal del Río… sin que desde la Confederación Hidrográfico-Socialista se les haga ningún caso.

Hace varios meses se promovió en el Ayuntamiento una declaración institucional para denunciar esas malas prácticas, y para ‘instar a la Confederación Hidrográfica a que adecue el plan de explotación de la presa del Pontón Alto para optimizar su papel en la laminación de avenidas y crecidas del río Eresma; a que, en los casos en que el Pontón esté lleno y con acumulaciones de nieve en la montaña, desembalse a mayor ritmo para generar un resguardo y así reservar un margen de laminación ante una posible avenida; y para que articule un protocolo con el Ayuntamiento de Segovia para agilizar la comunicación entre ambas administraciones, con el fin de dar una respuesta rápida y efectiva a las avenidas e inundaciones en el futuro’.

 La declaración institucional, tan oportuna y tan medida, no salió adelante porque el único representante de un partido comunista se empecinó en introducir en ella conceptos y expresiones políticas sectarias y propias de la perversa ‘Agenda 2030’ (promovida por su compadre el no menos siniestro magnate globalista Soros), rompiendo el consenso general que había suscitado tan buena iniciativa.

Bueno, digo malo, pues todo esto es lo que, de nuevo, ha sucedido, exactamente, en esta última semana. Otra vez más. La enésima en los últimos decenios. Y la lluvia sigue cayendo, y seguirá cayendo algunos días más.

Pero hay más de que lamentarnos. Y es que a las travesuras y los desmanes de los socialistas que dirigen la Confederación Hidrográfica del Duero, se une la inepcia de otros de nuestros gobernantes, en este caso los municipales de la capital de la provincia. Nuestro equipo de gobierno, que procura en todo seguir las políticas del anterior socialista, se está manifestando como inane.

Porque, a pesar de los reiterados avisos de la presente inundación, que pasaron sucesivamente de ‘naranja’ a ‘rojo’, nadie del equipo municipal se ha ocupado de prevenir el daño, por ejemplo, poniendo a salvo en la planta más baja de la Casa de la Moneda exposición del maestro herrero Elías de Andrés. Solo cuando ya el agua la iba ya anegando, se pusieron a ello; pero en veinte minutos el nivel subió de los 70 centímetros, y cuarenta de las piezas se sumergieron. Al ser piezas férreas, podrán salvarse; no así el mobiliario, expositores, cartelería, etcétera. El maestro Elías se quejaba de lo ocurrido, manifestando su completa impotencia al ver, porque estaba allí, cómo el agua bañaba sus piezas. La muestra habrá de permanecer cerrada durante varias semanas, mientras que, ahora con el apresuramiento que les faltó para el salvamento, el equipo municipal intenta arreglar el destrozo y al menos ‘salvar la cara’ y que no se note su desidia. De momento ¡gran cosa! El alcalde va a pedir un ‘informe’ para ver si hay algún remedio técnico para las avenidas del Eresma sobre el Real Ingenio… a buenas horas, mangas verdes…

Las catástrofes naturales no siempre son tan ‘naturales’ ni tan imprevistas, pero siempre ponen a prueba la respuesta de las Administraciones hispanas ante situaciones límite, demostrando siempre su poca previsión y su notable descoordinación, y sin que nadie asuma nunca, nunca, sus responsabilidades. Paloma Matellano nos señalaba con acierto que, tras el caos, la descoordinación y una batalla por las competencias toman entonces el control, dando alas a los conspiranoicos y alentando la polarización social. La respuesta a las víctimas llega tarde, si llega. Pero lo que nunca llega es la autocrítica de los responsables. Todas las grandes crisis que atravesó España en este siglo se saldan de la misma forma: «Se han hecho las cosas bien» y «el país ha estado a la altura».

Desgraciada Segovia, siempre igual de maltratada por los malvados, los ineptos y los inanes. Condenada a seguir igual hasta que inevitablemente nos llegue la siguiente inundación. Y sin que se vislumbre ningún cambio a mejor.

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