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García Matilla, candidato contra el ‘stablishment’ universitario

No son pocos los retos de la universidad del siglo XXI en general y la de Valladolid en particular. El envejecimiento del profesorado, la pérdida de alumnado, la fuga de investigadores, el drama de los profesores asociados (una figura laboral que debería ser residual y acotada a campos especializados, y que al sistematizarse como vía de contratación se ha convertido en una pesadilla  creadora de lumpen-docentes a 5€ la hora), lo obsoleto de estatutos y órganos de gestión que redundan en una mortificante burocracia, el encarecimiento de las tasas universitarias… En general, los problemas están bien detectados. ¿Por qué no se arreglan?

No se arreglan porque algunas soluciones competen a la “supra-estructura”, pendientes en gran medida de políticas públicas estatales o autonómicas. Otros, en cambio, obligarían a modificar el statu-quo, los alambicados equilibrios de poder internos interdepartamentales, o como dijo  Agustín García Matilla, el 6 de marzo en su presentación como candidato a rector de la UVa, al “que hay de lo mío”.

El decano de la facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación, aborda su segundo intento a la cúpula de la UVa en reñida pugna con el actual rector, Daniel Miguel y el químico Antonio Largo, dándose por segura la presentación de algún candidato más en los próximos días.

Abanderando la causa de la transformación social y universitaria, García Matilla se sitúa fuera del stablishment. En lo que es su debilidad (pues el sistema electoral universitario prima con votos por grupos ponderado, donde la papeleta de un catedrático vale lo que varias decenas de alumnos), a la vez que su fortaleza.

“Valladolid no es solo el palacio de Santa Cruz“, explicaba Matilla ante medio centenar de profesores segovianos, en lo que era el cierre de una mini-gira de presentación de candidatura que le ha llevado por Palencia, Soria y Valladolid. Lo dice en referencia, no tanto a un supuesto centralismo pucelano, como a la existencia de un núcleo duro de colegas pata negra, sobre-representados órganicamente, cuyas problemáticas poco tienen que ver con los lumperizados campus no ya de Palencia, Soria o Segovia, sino incluso de la propia Valladolid. “Los del otro lado del río”, como dijo una profesora.

“Al otro lado del río” es donde se concentran las “nuevas titulaciones”, con sus problemas de infraestrutura, de gestión, y sobre todo, de plantillas, y donde cualquier cambio tropieza con “inercias inflexibles” que convierten las aparentemente accesibles  soluciones en laberintos burocráticos que terminan por cronificar el problema.

Estos son los obstáculos internos, claramente imputables al gobierno de la universidad. Algunos ejemplos iterados por García Matilla: Desde hace dos rectores, en los sótanos de derecho de Valladolid hay luz las 24 horas del día 365 días al año y a pesar de los cacareados planes de “eficiencia energética” ahí siguen, no se sabe muy bien porqué; Hay estudios como enfermería que a pesar de tener diez solicitudes por plaza no crecen; Hay edificios con grietas famosas; Un centro  de aprendizaje del Español para extranjeros (a priori una de las áreas de mayor potencial de la universidad) sin climatización hasta el punto de que se cuenta que ni los alumnos africanos aguantan el calor;  La wi-fi de Segovia falla en uno de cada dos intentos de descarga; La UVa es la única universidad que financia con dinero propio obras que deberían correr al 100% con cargo a la administración autonómica o municipal…

Como señalaba el candidato segoviano, catedrático de comunicación audiovisual, son problemas que a menudo se ceban en “los campus periféricos“, expresión en principio neutra pero que connota lo que es una visión muy arraigada en el calustro de Santa Cruz, la consideración de los campus de “más allá del Pisuerga” como las “barriadas del saber”, frente a un centro cogollo de la excelencia y la élite, y consecuentemente, donde se concentran las decisiones y, en consecuencia, los recursos. Por eso, García Matilla habla de “estructura nodal” para definir una universidad que articula cuatro provincias, territorialmente la más grande de España (excluyendo la UNED), y que a su juicio, debería servir de acicate en aras de luchar contra la despoblación, servir de catalizador económico y mejorar la transversalidad de la vida universitaria y la eficiencia. De ahí su apelación a la flexibilidad, a modernizar los órganos gestores, a enfrentarse a los nuevos retos, no desde la perspectiva de sacar tajada para tal o cual departamento, como marca la costumbre, sino en aras del “interés general”.

Tácticamente, la apuesta es clara. Como “anti-stablishment“, García Matilla sabe que sus contadas probabilidades de imponerse a sus colegas catedráticos pasan por movilizar votos de la “clase periférica” de la UVa, a la espera de que los “oficialistas” se canibalicen en primera vuelta y pueda entrar en la ronda definitiva, donde los dos candidatos más votados se enfrentan cara a cara. De ahí también su renuncia a buscar apoyos políticos o sindicales, al considerarlos”hipotecas, que entran en el que hay de lo mío”, señalaba una y otra vez. Por lo mismo, García Matilla sale solo a la palestra, sin nombres para su equipo que susciten recelos entre departamentos, algo que le afeaba una profesora durante el debate posterior como una carencia de su candidatura. “Lo asumo”, señalaba García Matilla.

Si esa es la táctica, la estrategia, el objetivo final, es la modernización de la universidad en aras de una transformación social. Un empeño en lo que no se le puede negar coherencia al decano de Segovia y tema al que ha dedicado innumerables artículos. “Cada voto que perdamos en Soria, Palencia, aquí o en Valladolid nos aleja de la transformación de la universidad, de una ética que ayude a cambiar la universidad y la sociedad. Llevo 36 años sintiendo lo mismo, esa idea transformadora”, sentenciaba. Es, claramente, el candidato “del otro lado del río”.

Imágenes del encuentro de García Matilla con docentes del campus María Zambrano.

 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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1 Comment

  1. Una candidatura unipersonal? Sin propuesta de equipo??? Demasiado personalismo como para afrontar una tarea tan relevante.
    Por otra parte, ser catedrático hoy en día en la universidad es ya,en sí mismo, pertenecer al stablishment, no seamos demagogos!!
    Suerte compañero!!

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