Posted By Gonzalo Vázquez on 27, Abr, 2025

“Mucho colesterol bueno también puede taponar las arterias”, me dijo el médico que me hacía el viernes el reconocimiento. Toda la adultez alejándome del picadillo segoviano y resulta que me he pasado de latas de atún y pistachos. Todo bien, pero hay que equilibrar.

El PSOE tiene una oposición mala a la derecha, y una buena a la izquierda, pero ésta, la que parece segura y confiable, es la que puede reventar la coalición y hacer imposible una reedición de gobierno progresista. 

El Consejo de Ministros decidió que iba a hacer todo lo posible para no comprar armas a Israel. Exigido por Sumar y, según parece, por Izquierda Unida. En pleno aumento del gasto de defensa aparece la izquierda simbólica para criticar la patria de las balas. La patria de las balas será la de quien las dispara. O incluso la de quien las manda disparar, pero en ningún caso de quien las fabrica. No deberíamos entrenar a nuestro ejército con pistolas de pinzas de ropa cuando la OTAN está recogiéndose. Yolanda Díaz quiere inaugurar una nueva época en la geopolítica mundial, las “wokewars”, con sus morteros kilómetro cero, su opción de rancho vegano, sus tanques etiqueta cero, sus submarinos con espacios seguro, sus campos de refugiades y sus torturas con perspectiva de género. 

Afortunadamente, el gobierno socialista es un danzarín experto en este baile de siglas y máscaras de la izquierda de Misión Imposible 2. Como en la peli, parece que hablas con Sumar, pero se quita la prótesis de la cara y aparece Izquierda Unida. Igual que detrás de las confluencias estaba siempre la jeta de Podemos. Aquí está, sigue estando, nunca se fue, la nueva misión imposible de la izquierda, llevar a Izquierda Unida y a la izquierda federal al “chalet común” y restárselo a Sumar. Pablo Iglesias, “el colectas”, ya ha empezado el crowdfunding para echar a Yolanda porque Díaz no les metió en el Gobierno. 

Sira Rego, infancia en Palestina, juventud en Rivas (la Marinaleda de la M50), nutricionista cooperante, ministra “cincuentañera” de infancia y juventud, cuota de Izquierda Unida dentro de la cuota de Sumar, ha esquivado la bala diciendo que ella exige, pero que no dimite. Que no come de eso. Yolanda Díaz, antigua camarlengo de Iglesias, intensa de “Loreal”, encantada con la pompa y el boato vaticano, también se va, pero se queda, quizá porque no le parece mal que la izquierda a la izquierda del PSOE pase a ser la izquierda del PSOE. Sin más. 

La oposición buena es un coñazo porque no sabes cómo manejarla. A la mala se la insulta a la cara, pero a la buena hay que hacerlo a sus espaldas. La debilidad de la derecha engorda a la izquierda, pero la desaparición de Sumar es la desesperación del PSOE.  La izquierda y la derecha son camas de dos. Un tercero la hace ingobernable. Y te quedas sin. Miren lo de los eurodiputados de Alvise, llamándose traidores y vendidos a los lobbies de las balas, metiéndose “errejonazos” al más puro estilo podemita.  La nueva política carece de la antigua disciplina. Vox y el PP se quedan solos para hablar bajo la mesa, como en una sobremesa en El Ventorro. Sánchez ha domesticado a la izquierda salvaje de alfombra, poniéndoles comida y respetando su espacio. Simulando que las decisiones eran de ellos. Pero en cuanto se da la vuelta, se pelean porque saben que el más peligroso será su favorito y aunque no tengan razón, tendrán doble ración de ministerios. 

Todo bien, pero hay que equilibrar. Y que el reconocimiento no te la haga Tezanos. 

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