Por si ustedes aún no son conscientes de ello, les informo que la campaña electoral de las próximas elecciones municipales del día 28 de mayo está prevista que comience el viernes día 12 de ese mes. La realidad es muy diferente. Desde antes de Navidades podemos comprobar como gobierno y oposición de la ciudad se tiran los trastos e intentan trasladarnos al común de los mortales un mensaje dual: buenos unos; y malos los otros, en función de quien provenga el mensaje. Ruido, mucho ruido, que hace que gran parte de la ciudadanía no escuche e incluso desprecie su puesta en escena por saturación ante el hartazgo que genera el populismo. Nada diferente a lo que ha ocurrido en otras ocasiones, aunque ahora la caja de los truenos se ha abierto antes y con más intensidad. Somos muchos los que demandamos menos emocionalidad y más racionalidad pública para el éxito de cualquier estrategia política.

La comunicación electoral se está articulando a través de mensajes en redes sociales, fotografías y videos de los candidatos en YouTube, Instagram u otros canales, en los que se toma como referencia cualquier tema que pueda aportar notoriedad, aunque sea ajeno a los intereses de los ciudadanos. Estas últimas semanas los temas de interés se han centrado en marchas cicloturistas, partidos de fútbol, asistencia a fiestas populares y visitas de cargos institucionales, incluidos ministros y portavoces parlamentarios.  La foto o el selfi es el soporte necesario para buscar el impacto mediático y profundizar en la polarización y diferenciación del partido que se considera rival. También hemos conocido la publicación de encuestas electorales para la ciudad, que según el medio dónde se publiquen, dan ganador al PP; o al bloque de izquierdas. Una manera de intentar cohesionar a los votantes en torno a cada una de las opciones, fidelizar e incentivar el voto para cada una de ellas, y profundizar en la desinformación y noticias falsas como medio de acción política.

La táctica política de los partidos de derechas en estas elecciones municipales pasa por contemplarlas como primarias de las próximas generales, bajo la hipótesis de que una amplia mayoría piensa que la imagen del Gobierno de España, y la de su presidente, constituyen un valor electoral a la baja. Este hecho contrasta con el posicionamiento de izquierdas, que está fundamentando su puesta en escena con la presencia institucional de ministros y altos cargos, y la evocación de la gestión de sus antiguos alcaldes. Una estrategia de comunicación que en ambos casos puede producir efectos contrarios a los deseados, y en el que solo el tiempo determinará cual es el camino acertado.

La mercadotecnia política aconseja centrar la política de comunicación de las campañas electorales en tres pilares básicos: programa, partido y candidatos. Las necesidades de los ciudadanos en el presente y a futuro debieran constituir la esencia de la oferta electoral a valorar por los votantes; el partido debe representar la garantía de solvencia y traslación de valores y principios para el desarrollo de un buen gobierno; y la cualificación, experiencia y capacidad de gestión de los candidatos son atributos que han de valorar los votantes como requisito fundamental para alcanzar con éxito los resultados de su oferta electoral. La visión retrospectiva más reciente pone de manifiesto que lo que informa la ortodoxia en nada se parece a la praxis política, para desgracia de los ciudadanos.

Con independencia de la campaña, su duración y puesta en escena, el mejor referente para seleccionar el voto lo constituyen las manifestaciones de un trabajo bien hecho en los últimos cuatros años por parte del equipo que ha tenido la responsabilidad de gobierno; o el desarrollo de una oposición responsable y con altura de miras que se pueda transformar por mor del voto ciudadano en una inversión para el futuro de la ciudad. Los resultados mandan, y la lógica y la objetividad están por encima de cualquier táctica coyuntural asentada sobre bases intangibles.

La campaña debiera servir fundamentalmente para presentar los logros del pasado y los proyectos para los ciudadanos, tanto de los que gobiernan como de los que están en la oposición.