Tal como adelantó acueducto2.com, los despidos afectan a empleados que en todos los casos superan de largo los treinta años de antigüedad en la empresa informativa: las redactoras en la capital, Pilar de Miguel y Reyes Santos, la empleada de administración, Florita García y el delegado de la emisora en Cuéllar, Ignacio Montalvillo.
Precisamente, la salida de Montalvillo se traducirá en el cierre de hecho de la propia delegación y su programación específicamente local, una carencia que Hernández ha explicado que “trataremos de compensar para no interrumpir el carácter de servicio público de esa emisora”, una solución que insinuó que podría pasar por la concentración en Radio Sepúlveda de las tareas correspondientes a ambas delegaciones.
De acuerdo con la empresa, la decisión de efectuar los despidos se ha producido tras llegar a “una situación límite” y tras “aguantar todo lo posible, tanto que somos la última de las emisoras de la cadena en la que se ha recortado la plantilla”.
Dos decenas de informadores en la calle
La Asociación de la Prensa de Segovia (APS) y la delegación en Segovia del Colegio de Periodistas de Castilla y León ha emitido una nota en la que lamenta los despidos conocidos hoy ya que “al igual que otra veintena que se ha venido produciendo en Segovia, en los últimos cinco años, favorecidos por una legislación laboral cada vez más flexible, son también rechazables por cuanto contribuyen a deteriorar la calidad de la información”.
En este sentido, han reclamado a las empresas de los medios locales y provinciales que “cese la sangría de empleos que se viene registrando en los medios de Segovia, cuando no el cierre y el cese de la actividad”, una situación por la que, advierten “se pagará un alto precio”.
Las organizaciones profesionales apuntan el descenso paulatino de profesionales en las convocatorias de prensa “fruto de lamentables despidos como éstos o de reducción de redacciones y regulaciones temporales de empleo, así como de un cada vez más vertiginoso descenso en el pago a colaboradores” y alertan que “a este paso, las actividades de la sociedad no tendrán repercusión pública porque no habrá periodistas para contarlo, en detrimento de la pluralidad y dando paso exclusivamente a una información oficializada y dirigida”.
“Dejar morir el periodismo es como dejar morir la democracia, como subraya la FAPE, al entender que los medios contribuyen a su sostenimiento promoviendo el debate cívico, el intercambio de ideas y actuando como contrapoder a fin de evitar los abusos”, reiteran, antes de advertir que la precariedad laboral y salarial “coloca a los periodistas en una situación de indefensión ante las presiones, vengan de donde vengan. El papel de contrapoder de la prensa queda reducido a la mínima expresión”, concluyen.
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