Periódicamente, la división aeroespacial del magnate Elon Musk, factotum de SpaceX y considerado el hombre más rico del mundo, lanza al espacio un cohete cargado de microsatélites. Es el proyecto Starlink, que pretende generar una red de 1.600 satélites que, a modo de repetidores de señal, provean de banda ancha a todo el planeta. Cada cohete está compuesto por 60 satélites que según se desperdigan rumbo a sus órbitas trazan una tren de puntos blancos en el cielo visible solo si hay la oscuridad suficiente y si la luz del Sol está en el ángulo adecuado para iluminarlos al reflectar sobre los objetos.
Es el espectáculo que deparaba el cielo en buena parte de España a eso de las 23 horas, ayer y antayer, al coincidir la trayectoria del último lánzamiento con el espacio aéreo español. Desde el alfoz, el grupo de FB Vecinos de Palazuelos de Eresma difundía una foto en el lugar preciso y el momento preciso, con la estela satelital sobre el puente de la SG-20 y rumbo a la órbita baja desde la que, en un futuro próximo, empezarán a funcionar los dispositivos para desesperación de los astrónomos, que alertan sobre la distorsión que supone tal cantidad de objetos en orbita para el estudio de las estrellas “de verdad”.
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