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¿Quién mató a Caja Segovia?

El otro día hablé con Atilano.

“Estoy de baby seater”, me dijo, “hago de abuelo”. Me contó que va y viene de Madrid a Segovia “por sus asuntos”. Le propuse una entrevista; prudentemente, me dio calabazas, él  sabe que diga lo que diga la opinión pública le ha juzgado. No me ocultó la amargura que le invade estos días. Su cohorte de admiradores, los pelotas que le asaltaban, los políticos que le pedían favores, día sí y día también, ya no existen. Hoy niegan cualquier relación con el ayer prócer. Y eso le duele.

Atilano

Atilano Soto

“¿Qué esperabas?”, pienso para mis adentros. Conocí y trabajé para Atilano Soto allá por el año 2000 y hasta 2003. No somos amigos pero guardo para con él cierta lealtad de ex-empleado. En aquel tiempo Atilano era poder. Allá donde iba, una nube de cortesanos le escoltaba. Creo que trabajar con él cuando era el jefe de la Caja y de la Diputación es lo más parecido a trabajar en Versalles que haré en la vida. Jamás  vi tanta saliva.

Sé que hoy toca definir a Atilano como El Canalla. El hombre que a mató Caja Segovia. Pero sinceramente, pienso que no fue así. Atilano se ganaba bien la vida, cierto. Aún recuerdo el día que entré en su despacho con una noticia del llorado Adosado (Atilano era el recurrente blanco de la mefa del conde de Vezoya). Venía a decir la noticia que Atilano se había puesto un sueldo de 80.000 euros año como presidente de Segovia 21. Tonto de mí, pensaba que era un bulo. Atilano me despachó de la manera cortés y amable con que me despachaba cuando se me ocurría cruzar las “líneas rojas”.

En honor a la verdad, en aquel tiempo, en aquel lugar, debo decir que el sueldazo en cuestión formaba parte de un esprit de l’epoque. Parecía que el dinero se críaba en los árboles, y que unos milloncejos de pesetas eran minucia para todo un presidente de un consejo de administración (por entelequia que fuera entonces Segovia 21, el “pentaproyecto” que había de poner a Segovia en el mapa, como gustaba decir). Más habida cuenta que como presidente de la Diputación Atilano era tirando a austero; de todos los presidentes diputacionales que conocí él era el de los que cobraba menos. Tenía el comodín de Segovia 21, también es verdad.

Hoy nos escandalizamos. Nos rasgamos las vestiduras. Nos indignamos. Hoy, Atilano es el chivo expiatorio. El Canalla que mató Caja Segovia. Cosa que está bien lejos de la realidad. No, Atilano no mató Caja Segovia, ni Escribano, ni Folgado, ni Reguera, ni Arahuetes, ni los tantos que se salieron de allí con el riñón bien cubierto. Eso sí, eran los que nominalmente pilotaban el tren. Y cuando el tren choca, el maquinista nunca queda bien parado.

La operación “matemos las cajas” tiene un responsable principal: Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el lamentable MAFO, director del Banco de España. Y este sí que se ha salido y saldrá de rositas en todo este asunto. Hay otro bellaco, el tonto útil, José Luis Rodríguez Zapatero. Y dos corporaciones en la sombra moviendo los hilos, La Caixa y el Banco de Santander, por delegación del verdadero factotum, el Banco Europeo o lo que es igual, el gran lobby bancario internacional.

Miguel Ángel Fernández Ordóñez

Miguel Ángel Fernández Ordóñez

La historia debe contextualizarse en los años del boom. Había terror en Europa por la sobrexposición crediticia del sistema bancario español. Y Bruselas dictó sentencia; al objeto de salvaguardar los intereses de los mayoristas bancarios internacionales, había que proceder a un sistema de fusión de las cuarenta y tantas cajas, ponerlas a la sombra de las cuatro o cinco grandes corporaciones nacionales, La Caixa, Santander, BBVA… El BE locuta, causa finita. MAFO se aplicó a ello con denuedo. Las pequeñas cajas fueran peinadas por inspectores del Banco de España, se recrudecieron las presiones vía BOE, se elevaron las garantías a depositar por los operadores. Fue una verdadera caza de brujas para obligar sí o sí a las cajas, deficitarias o no, a entrar en la operación que el Banco Europeo había diseñado para salvaguardar los euros de los verdaderos peces gordos.

Atilano, Escribano, Arahuetes… hasta donde yo sé y hasta cierto punto trataron de luchar contra eso desde la débil posición que detentaban, no en balde, puestos en el machito por el PP, que jaleaba la movida, el incapaz de Zapatero, que puso al PSOE en vanguardia del atraco (y especialmente activo estuvo en la labor el hoy en declive Óscar López). A fuer de sinceros, no creo que trataran tanto de luchar como buscar una buena novia. Bien sabían que el misil llegaba de muy arriba, que no había nada que hacer.

Pasaban los meses, estalló Lehman Brothers y ahora sí que nadie se fiaba de los balances contables de nadie. Las cajas sabían perfectamente que los balances eran maquillaje. Que había bancos en la miseria, que de fusionarse con ellos nada quedaría, como nada quedó, de Caja Segovia. Frente a ese miedo interno, en el Banco de España seguían las presiones. Más acuciantes que nunca. ¿Que hizo entonces MAFO? Doró la píldora, habilitó cientos de millones para facilitar la “reestructuración del sistema”. Los directivos podrían seguir cobrando sus sueldazos hasta la edad de jubilación (a cuenta del contribuyente, que era el que avalaba, claro) y más allá. Nadie saldría perdiendo. De lo contrario, de no aceptar las condiciones, los directivos serían simplemente eliminados. Usted elije.

Chivo Expiatorio

Diría que Atilano no fue de los primeros en dar su brazo a torcer, a fin de cuentas, su plan de pensiones estaba en Segovia 21, él carecía de sueldo como tal en Caja Segovia. Pero al final, como todos, se rindió. No creo que la justicia pueda reprocharle nada a Atilano respecto a Caja Segovia. El tiempo lo dirá. Sin embargo, Atilano servirá de chivo expiatorio. Eso es seguro. Servirá de cortina de humo para que los verdaderos responsables, el Banco de España a la cabeza, hagan mutis por el forro.

Sé que no voy a hacer amigos con estas líneas. Pero es lo que sinceramente creo. Si alguien debe ir a la cárcel, que vaya. Pero en honor a la verdad nunca entenderé que los que le abran la puerta del chabolo no sean otros que Miguel Ángel Fernández Ordóñez y José Luis Rodríguez Zapatero.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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