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Lágrimas y secretos en la declaración de Soto y Agudiez por la Caja

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Atilano Soto, haciendo pasillos el 13 de enero en el juzgado de Segovia.

La fiscalía de Segovia ha iniciado hoy la toma de testimonios a los imputados por las prejubilaciones en Caja Segovia. El primero en declarar ha sido Atilano Soto, presidente que fue de Caja Segovia, en calidad de presidente también del comité de retribuciones. Le siguió el vicepresidente, Manuel Agudiez. En los próximos días está previsto que pasen también Elena García gil, Manuel Escribano y Antonio Luis Tapia.

Solo han trascendido generalidades de las abogados de una y otra parte de la declaración en sí, efectuada a puerta cerrada pero con la presencia de los abogados de la acusación particular, UPyD. Tanto Soto como Agudiez solo respondieron a sus propios abogados y al fiscal. “He venido a responder al fiscal”, declaraba escuetamente Soto en los pasillos del juzgado. Su aplomo solo se rompió cuando su abogado le preguntó una cuestión ya típica en las defensas:  “cómo le ha afectado a usted en su vida personal el verse implicado en este proceso”. Tras un tenso silencio, Atilano dijo: “llegando aquí me han insultado. Mal, muy mal”. Más dramático y a la misma pregunta, Agudiez rompió a llorar.

Para la defensa, “se está haciendo un grave perjuicio moral” a Agudiez y Soto. Para la acusación, presidente y vicepresidente fueron colaboradores necesarios para sobredimensionar y terminar de arruinar a Caja Segovia.

Qué se investiga

En el caso de las prejubilaciones, se investiga la licitud de los acuerdos de Caja Segovia adoptados entre noviembre de 2008 y 2011 por los cuales la entidad financiera dotó un fondo tendente a sufragar las prejubilaciones de su comité de dirección. A juicio de UPyD, denunciante de los hechos, a los 8 miembros del comité de dirección se les concedieron prejubilaciones cifradas en 17 millones de euros. A esta cifra hay que añadir provisiones a un fondo de pensiones que la Caja aportó y que los miembros del comité empezarán a cobrar según cumplan los 65. Según UPyD, el monto de este segundo fondo para planes de pensiones sería de otros 17 millones. Igualmente, y para UPyD estas cantidades van “mucho más allá” de lo razonable y apuntan a que se “hincharon” las cantidades.

El primer aspecto sospechoso en el caso de las prejubilaciones es la diferente metodología que se utilizó para prejubilar a los empleados “normales” frente al comité de dirección.

Prejubilar a los empleados ha sido una constante en el sector financiero de la que Caja Segovia no ha sido una excepción. Sin embargo, será con el horizonte de la fusión de las cajas cuando la prejubilación deviene el mecanismo prioritario para adelgazar plantillas. Y es que se pretende que los nuevo bancos resultantes del proceso no empiecen lastrados por plantillas sobredimensionadas.

En el caso de Caja Segovia, el ERE se solventó prejubilando a todos los mayores de 55 años; aproximadamente unos 90 empleados de este despido encubierto, por el cual la entidad garantizó al extrabajador el pago de una parte sustancial del salario hasta los 65 años. Concretamente, y para estos 90 empleados, se optó por “jubilarles” pagándoles el 95% -atención- de los ingresos fijos, no los variables, en lo que es la mecánica habitual en estos casos. El sistema de retribución era fiscalmente muy ventajoso, a lo que hay que añadir un plan de pensiones complementario. “La idea era que entre unas cosas y otras los prejubilados se fueran con lo que hubiera costado un despido con todas las de ley más una indemnización de entre 10.000 y 30.000”, explica un prejubilado. CCOO de Segovia fue la central sindical que intermedió en el proceso. “Llevándose un jugoso porcentaje por cada expediente”, señalan.

Hasta ahí, y obviando lo discutible del hecho en sí de las prejubilaciones, poco que objetar.

Prejubilando a la dirección
El problema llega con la fusión en ciernes y cómo se facilita la prejubilación del “comité de dirección”. Formaban parte de este comité Manuel Escribano (director general), Miguel A. Sánchez Plaza (director general adjunto), Enrique Quintanilla (subdirector), Antonio L. Plaza (secretario general), Malaquías del Pozo (de comunicación y Obra Social), Juan Antonio Folgado (de planificación y estudios) Juan Magaña (de marketing), y Oscar Javier Varas (de riesgos).

Con anterioridad, en 2008 según unas fuentes, en 2006 según otras, el comité de dirección había firmado un protocolo para “dosificar” la prejubilación del núcleo duro de la Caja. Según esto, se comprometían a no prejubilarse hasta 2011 y escalonadamente a partir de esa fecha, razón por la cual resultaba obligado habilitar un sistema específico de prejubilación habida cuenta de la inminente desaparición de la entidad (recordemos que en 2011 ya estaba la caja integrada en BSF, desde donde se daría el salto a Bankia).

Bankiaenero14bAhora bien, la metodología a seguir para los ocho del comité fue distinta. A priori solo podían prejubilarse los mayores de 55, dándose la circunstancia de que Oscar Javier Varas contaba solo 47 años y el propio Escribano sobre 52. En segundo lugar, el sistema de retribución se calculó a partir de los honorarios totales (y no solo de los fijos) percibidos en los últimos tres años, acordándose retribuir un 74% de la cantidad resultante. “En algunos casos -señalan fuentes de la Caja- este porcentaje era muy parecido al que hubieran percibido de la otra manera, pero en otros la cantidad resulta muy, muy superior”.

Llegados aquí “hay que distinguir entre jefazos y jefecillos. Por un lado tenemos a Malaquias, Folgado y Magaña, que ocupaban direcciones de relativo nivel ejecutivo y cuyos ingresos variables eran sustanciamente menores que los de los verdaderos hombres de confianza del director general, Plaza, Quintanilla, Tapia y Varas”, señalan fuentes de la antigua Caja Segovia.

En rigor, no hay datos oficiales conocidos sobre el monto de estas cantidades.  En parte, que sean cantidades opacas se debe a que también se optó por una modalidad de pago diferente al de las prejubilacines habituales; en lugar de una imposición en cuenta, se optó por pagar estas prejubilaciones mediante una póliza de seguros con CASER, de este modo, el pago a cada  directivo en concreto no consta en la contabilidad bancaria y solo en la de la aseguradora. Muy elocuentemente, un exdirector lo dice así. “A mi me llega un cheque a final de mes de la aseguradora, no de Bankia”.

También hay que señalar que las pólizas de seguros son un mecanismo de pago en absoluto insólito en cargos de alta dirección. De dónde, y hasta aquí y respecto a la metodología, poco hay que indique que los directivos de Caja Segovia obraron de modo distinto a lo habitual. Algunos afectados que han querido hablar o sus defensas lo justifican apelando a que “no podía aplicársele el mismo caso que al resto de empleados porque habían quedado fuera del sistema de prejubilación estándar” e insisten en que “la cantidad final no variaba de la que podrían haber obtenido por la prejubilación normal”.

En fin, haga cada cual sus interpretaciones. La parte más oscura está por llegar.

Incrementos salariales de útlima hora

Según la denuncia de UPyD, “se observa que durante el último año se incrementaron notablemente las retribuciones de algunos de los directivos, de esta manera se pretendía elevar de manera artificial la media del 74% de los últimos tres años”. El caso más emblemático, siempre según la documentación aportada por el partido magenta, es el de Plaza, cuyo salario registró suculentos incrementos durante el último año. Algo parecido ocurrió con las aportaciones que desde la Caja se hizo a los planes de pensiones de algunos directivos. “Las aportaciones registran ingresos desproporcionados en el último ejercicio, así hasta sumar los 33 millones”.

En cualquier caso, todo indica que formalmente se cumplieron a rajatabla los requisitos legales. Toda la metodología de las prejubilaciones fue votada sin ambages por el comité de retribuciones, por el consejo de administración, por la comisión de control, y añadidos a la contabilidad de la entidad auditada y aprobada por el Banco de España. De ahí que se impute también a los consejeros, que no recibían retribuciones directas de la Caja pero que debían velar por la inocuidad del proceso para las cuentas de la Caja.

El recorrido jurídico del caso de las prejubilaciones se antoja, por tanto, escaso. “Demostrar que se hincharon artificialmente los datos no es fácil”, señalan los abogados consultados, aunque se evidencien algunas irregularidades (como la sorprendente edad de algunos prejubilados) y dobles raseros en las indemnizaciones. Todo el proceso ha seguido una impecable tramitación legal. Más enjundia parece ser el siguiente asalto, el caso Navicoas, y que amenaza con dejar definitivamente en la ruina a la fundación Caja Segovia.

Otra cosa es la ejemplaridad de todo este amargo final, la presencia de lo más granado de los estamentos segovianos (alcaldes, diputados, senadores…) en instancias de control y que, a la hora de la verdad, no controlaban nada y se limitaban a pasear en góndola por el Gran Canal a gastos pagados. En este sentido, el caso Caja Segovia se está convirtiendo en un verdadero “auto de fe” para una hoy deprimida (y selectiva en sus recuerdos) sociedad segoviana.

Author: Redacción

Acueducto2. Noticias y actualidad de Segovia.

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